Kevin me dejó en el orfanato con rapidez y luego regresó a la ciudad. Espero que le diera tiempo de llegar e inventar una excusa para Nicolás del porqué llegaba tarde. Yo le dije que podía llegar al orfanato yo sola, pero él se negó y no estuvo tranquilo hasta que me vio cruzar por las puertas del lugar. Pero en cuanto entré, lo primero con lo que me encontré fue con la fría mirada de la hermana Sol, que me observó directamente a los ojos cuando crucé por la puerta. — Tenemos que hablar — me dijo la monja, y yo asentí. Había sido prácticamente como una madre para mí. Los míos, después de mi supuesta muerte, habían empacado sus cosas y se habían largado para otro país. Tal vez presas del miedo que les generaban los Montalvo ahora que ya no emparentaban y que ya no eran parientes, porque yo ya no estaba. Seguramente les aterraba la idea de que pudieran hacer algo en su contra. De todas formas, desaparecieron. Hasta donde supe, ni siquiera visitaron mi supuesta tumba ni una sola ve
Sentí cómo el corazón me latió con tanta fuerza que, cuando la sangre subió a mi cabeza, me mareé. Tuve que apretar con fuerza el muro que estaba mirando para no caer. Levanté el mentón, fingiendo un orgullo que no tenía, y le pregunté directamente: — ¿Te refieres a...? ¿De qué diablos estás hablando? — Ya te lo dije. Yo sé muy bien quién eres. Eres una aprovechada. He conocido mujeres como tú, mujeres que se aprovechan de hombres atolondrados que no saben dónde meter las pelotas. ¿Crees que para mí es difícil verlo? Allá en Europa, en tu querida Francia, tienes todo lo que deseas. ¿Por qué viene a importarte una empresa de flores tan al sur, en un continente de pobres, en un país de pobres? Que ella pensara eso sobre nuestro país me hizo odiarla un poco más. Pero al menos me sentía aliviada; entendía ahora a qué se refería cuando lo dijo por primera vez. Estaba segura de que me diría: "Tú eres Evangeline Leroy". Pero no. Entonces traté de seguir con mi acento neutro y levanté el
Indiscutiblemente era la voz de Nicolás. Puedes escuchar cómo los pasos se acercaban, pero tenían las evidencias ahí. Solamente era acceder a ese video y encontraría la forma de demostrar mi inocencia, pero no pude. No en ese momento. Tenía que seguir manteniendo el pasado, tenía que seguir en la misión principal: salvar la vida de mi hijo. Así que, con todo el dolor del mundo, me puse de pie, dejando todo tan rápido como lo había encontrado, que la excusa que había ideado mi cabeza en ese momento funcionara. Porque, en el momento en el que abrí la puerta, Nicolás apareció con sus ojos oscuros abiertos, mirándome. — ¿Qué está haciendo aquí? — me preguntó sorprendido.Yo me aclaré la garganta. Quise tratar de que mi tono de voz fuera lo más calmado posible y esperé haberlo logrado. — Me perdí — fue lo único que dije — . Caminaba por los pasillos buscando las escaleras, ya que el elevador estaba muy lleno, y encontré este lugar — señalé las pantallas — . Quería asegurarme de que la se
Tuvimos una larga conversación dentro de la oficina de Nicolás. Por suerte, Kevin estaba muy bien empapado sobre todo lo que estaba pasando, tanto desde el lado de Nicolás como desde mi lado. Así que supo manejar muy bien la situación. La empresa de Nicolás, principalmente Floralvo, se encargaba de cultivar y exportar las mejores flores del país con una calidad impresionante. Pero dentro de los ramos de flores existía el truco: su millonaria fortuna. Tenían tratos comerciales con toda clase de bandas criminales para transportar drogas y armas. A mí, al principio, nunca me había parecido algo demasiado extraño. Mi familia tampoco era muy santa y siempre había estado inmersa en asuntos relativamente ilegales. Por eso no me pareció mal tener que contraer matrimonio con Nicolás. Seguramente, él pensaba igual. Fue el negocio que le heredó su abuelo a su padre y que su padre le heredó a él. Sabía que, aunque estaba mal, era lo único que había conocido en la vida. El negocio principal era
Estábamos indiscutiblemente demasiado cerca, suficiente como para que la persona que entrara en ese momento pudiera pensar lo peor. Yo, sinceramente, nunca me imaginé que las cosas se darían de así mismo. Nicolás jamás había sido un hombre que se entregara tan fácil a los labios de una mujer, pero también tenía que entender: habían pasado muchísimos años, diez años, suficiente para que un hombre pudiera cambiar. Aún así, casado con Michelle, imaginé que cualquiera se aburriría de una vida de compromiso y matrimonio. Pero, extrañamente, dentro de mí, dolorosamente llegué a imaginar que tal vez lo hacía porque me parecía a mí misma, porque me parecía a su esposa muerta. Y en ese corto segundo, tuve que reñirme a mí misma por haber realizado aquello, por haberme sentido emocionada por ese pensamiento y esa idea. No podía hacerlo, no podía permitirme que mis pensamientos y mis deseos se enfrascaran nuevamente en Nicolás, no después de todo lo que había pasado. Pero tan idiota e ingenua
Después de que Michelle salió, cerrando la puerta con fuerza, Nicolás se volvió hacia mí. — De verdad siento que hayas tenido que pasar este mal rato — dijo. Yo miré hacia la ventana, haciéndome la digna, la que no quiere problemas. Pero yo sabía ahora en qué terreno me había metido. Sabía que si mi manera de conseguir las cosas sería seduciendo a Nicolás, tenía que comportarme como una mujer difícil, una mujer que se hace desear. Para Nicolás, las mujeres fáciles nunca fueron especialmente un reto. Antes de casarme con él, era bien sabido que siempre escogía ligues difíciles. Las mujeres que se veían fáciles o que llegaban a él como cuervos sobre las semillas nunca llegaron a interesarle realmente. — Esto no puede volver a pasar — le dije sin mirarlo a la cara, concentrada directamente en la ciudad que se veía a través del cristal. Nicolás se acercó a mí. Pude sentir el calor de su cuerpo junto con el mío. — Lo siento, solo fue un impulso. Yo no sé qué me pasó — dijo. Entonc
La mano helada de Esmeralda se forzó sobre la mía. siempre usó su fuerza pero yo ya no quería que su presencia se agarrara, se cerniera sobre mí. Asqueada, volteé a mirar hacia Nicolás, viendo cómo sus mejillas se habían enrojecido a pesar del tono canela de su piel. — Suéltala, mamá — le dijo con un tono calamado pero amenazante.Y la mujer, entonces, nos miró. Cuando su mano se alejó de mí, tuve que aguantar el impulso de limpiarme, como si definitivamente me hubiera dejado impregnada de su veneno. Yo sabía que era esa conversación, sabía de qué diría Esmeralda. Siempre había defendido a Michelle por sobre todas las cosas, y siempre había vivido por su voluntad, por encima de Nicolás. — La empresa no necesita nuevos socios — le dijo con indiscreción la mujer a Nicolás, caminando hacia él — . Y mucho menos socios que vengan a desprestigiar el buen nombre de tu esposa.Nicolás, ya cansado de aquellas situaciones, se sentó en su asiento y observó a su madre de pies a cabeza. — Vam
Al principio pensé que simplemente querían asaltarme. Tuve el impulso de golpearlo y correr, pero cuando sentí la fría sensación del metal de una pistola debajo de mi blusa, supe que las cosas se pondrían feas. Quise hablar, quise gritar, pero no podía. Aquel hombre tenía su mano fuertemente afianzada en mi boca, impidiéndolo. — Pensaste que podrías volver y no nos daríamos cuenta — me dijo — . Pensaste que podrías burlarte de nosotros nuevamente. No, mi querida reina, el jefe quiere verte. No te le vas a escapar, no esta vez. A pesar de todos los años que llevas huyendo, pensaste que tus cirugías y tu cambio de identidad iban a lograr espantarnos. No, esto apenas comienza. Fuiste ingenua al regresar al país.Entonces, el hombre me arrastró con fuerza hacia una camioneta que estaba estacionada no muy lejos. Yo traté de gritar, traté de llamar a Kevin, que seguramente estaría muy cerca esperándome, pero no podía verlo. No podía ver dónde estaba. Estaba perdida. Comencé a patalear. Er