En completo silencio, Darius acostó a Loana en la cama, siendo guiado por Jolie que se apresuró a cobijar a la pequeña y dejar un dulce beso en su frente. El hombre, que aun no podía salir de su asombro, las observó por largos segundos y no pudo contener la amargura que atravesó su pecho.Le hubiese encantado estar ahí para las dos, no solo para su hija, pero por más que deseara volver al pasado, lo cierto era que estaban en un presente diferente y no le quedaba más opción que recuperar todo el tiempo que había perdido. Sintió nostalgia y a la vez que era un desconocido en la vida de ella, alguien que había aparecido de un día para el otro diciendo que era su padre.Jolie se alejó de Loana, dándole espacio para que Darius pudiese darle un beso al igual que ella lo había hecho, así que él no perdió tiempo y se inclinó hacia su hija, dejando un suave beso en su frente y sonriendo al ver lo preciosa que se veía a la hora de dormir. Quería quedarse allí toda la noche, velando sus sueños y
—Lo sabías, ¿no es así? —inquirió Darius con una calma que alertaba a sus amigos que nada bueno vendría.—Lo supe cuando regresó, Jolie me lo confesó.—No me sorprende que la sigas encubriendo.—No lo hago, Darius —suspiró Jeray—. Aunque ella me contara de lo que había sido de su vida, era su deber decirte. Claro está que, que si no te decía nada antes de que se marchara, estaba muy dispuesto a contarte por mi cuenta.—¿Debo agradecerte entonces que lo dijera antes de huir como la cobarde que es? —ironizó—. Vaya mierda, pero realmente creí que éramos amigos.—Lo somos, siempre serán mis únicos amigos, pero no era mi deber hablar sobre un hijo que no engendré yo. Loana es asunto de ustedes dos, no mío.—Le doy la razón a la señorita aburrida —habló por primera vez Kian—. Aun así, y con todo el respeto que toda mujer se merece, Jolie es una perra por haber ocultado a la niña. Todavía no creo que sea verdad que Darius tenga una hija con esa bruja. ¿Acaso no pudiste usar un condón? Tras d
Jolie no podía estar más ansiosa y nerviosa, y no era para menos, si luego de una acalorada discusión con Darius en el momento que llegaron a Londres, no tuvo más opción que dejarlo quedar en su casa, en aquel sagrado lugar en el que ningún hombre entraba. Pero él no era cualquiera. Era el padre de su hija y el único capaz de robarle la tranquilidad.Su cabeza era un caos completo al igual que su corazón. Las emociones y las culpas se mezclaban y estaba el hecho de que no podía omitir todo lo que le hacía sentir Darius cuando estaba cerca de ella. Aun pensaba en su encuentro en el callejón y, aunque estuvo lejos de sentirse deseada y amada como hacía años, el fuego que la consumía al pensar en sus manos y en su invasión no salían de su cabeza. Había sido brusco y ella había llorado tanto al sentirse utilizada, pero pensar en sus pieles una vez más unidas la encendía de tal manera que no podía comprender.No debería sentir tanto por él, pero ahí estaba su corazón latiendo fuerte y rápi
Darius se dio cuenta de que había estado abrazando a Jolie por largo rato y en completo silencio hasta el momento en que dejó de escuchar su llanto, solo para verla profundamente dormida entre sus brazos.Soltó un suspiro y se maldijo por haber mostrado ese lado que ya no existía, y con sumo cuidado, la acostó en la cama, apenas enrollando su cuerpo entre las cobijas sin levantarla e incomodarla.Se incorporó solo un poco, pero le fue imposible despejar el cabello que cubría parte de su rostro, así que pudo contemplarla a detalle. Seguía siendo tan preciosa como lo recordaba, con esas pestañas largas y los labios carnosos y cerezas entreabiertos. Su cabello estaba más largo que la última vez que lo había visto, aún así, la hacía ver igual de bella.Sus pestañas seguían humedad por el llanto y tenía la nariz y las mejillas rojas. Aunque aparentaba serenidad, pudo sentir su tristeza.—Se suponía que nunca más nos volveríamos a encontrar —susurró, acariciando con suavidad su mejilla—. ¿P
—Prometo que te explicaré todo después.—Espero mis explicaciones y tampoco quiero que omitas ningún detalle, ¿de acuerdo? Todavía no puedo creer que te atrevieras a confesarle al sexi papi de mi princesa que tenían una hija.—Sabes que no pensaba ocultarlo toda una vida...—Bueno, es mejor hacerlo tarde que nunca, ¿no? —Jess intentó bromear y Jolie se mantuvo en completo silencio—. Sé que tienes miedo, pero no debes tenerlo. Por lo poco que me di cuenta, él es demasiado dulce, amoroso y atento. Si bien no debía embriagarse, no le voy a desmeritar el hecho de hacerla feliz. Vieras lo lindos que se veían jugando. Incluso él cocinó para ella y déjame decirte que tiene muy buenas habilidades culinarias.—Darius es asombroso —confirmó en un suspiro—. Él es todo lo que está bien en esta vida, lo único que necesitas...—Sé que me aseguraste que nunca sentiste amor por él, pero ahora que se han reencontrado, ¿qué sientes? ¿Cómo te sientes al tenerlo tan cerca? Siempre lo alabaste y hablaste
Ya había pasado una larga semana en la que, tanto Jolie como Darius se dedicaban a ignorarse lo más que pudiesen. Si coincidían en algún lugar de la casa, hacían de cuenta que el otro no existía y evitaban a toda costa quedarse solos. Hablaban lo necesario sobre Loana y sus necesidades, de resto, vivir bajo un mismo techo era por de más de incómodo, demasiado invasivo y confuso.Jolie estaba sentada en la oficina de mal humor, cansada y estresada. Seguía trabajando en los tres casos, pero solo uno de ellos se estaba convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza y le estaba dando más trabajo del que había supuesto. Además de eso, su jefe había vuelto a rechazar su carta de renuncia y Darius le había preguntado la noche anterior cuándo regresaban a Londres.Soltó un sonoro suspiro, apartando la vista de su computador y descansado la frente sobre su escritorio. La cabeza le palpitaba, de momento sin saber qué más hacer para cerrar el caso de la Sra. Hamilton, que cada día parecía complica
—No le diré nada, lo prometo —hizo un ademan con los dedos llevándolos a sus labios en medio de una risita traviesa—. Papi, bájame, por favor.Renuente, Darius bajó a su pequeña hija y la vio acercarse con total confianza y familiaridad al recién llegado, quien de inmediato se agachó a besar su mejilla y entregarle el peluche de oso que había traído para ella. Sintió que le estrujaban las entrañas cuando se percató de la gran sonrisa de la niña y de la mirada emocionada y feliz que le daba.Se tensó, porque aunque no quería hacer una escena allí, no dejaba de preguntarse quién era el tipo y por qué tanta familiaridad con su hija.—Kurt Weisberger —saludó el recién llegado, tendiéndole una mano que dudó en estrechar, pero terminó por hacerlo en un firme apretón.—Darius Rowe, el padre de Loana —enfatizó, dejándole en claro que ese título le pertenecía solo a él.—Lo deduje tan pronto vi el gran parecido que tienen —dijo, sonriendo ladeado—. Es imposible no notar que eres pariente de sa
—¿A dónde vamos, papi? —inquirió Loana, abrazando a Darius por el cuello e intentado darle algo de calor al verlo solo en una camiseta gris.—No sé, mi amor —murmuró y terminó riendo ante su arrebato, deteniéndose una calle más arriba de la casa de Jolie—. Hace frío, ¿verdad?—Mucho —su pequeña lo abrazó aun más fuerte y escondió la cabeza en el cuello del hombre—. Si te abrazo fuerte ya no sentirás frío.Darius volvió a reír y dejó un beso en su frente, agradeciendo que su pequeña fuese su ancla en la realidad, porque de no ser por ella, no tendría ni la menor idea a donde hubiese ido.No lo pensó demasiado y regresó a la casa a paso rápido, después de todo, hacia mucho frío y temía que su pequeña enfermera al solo ir con pijama, un gorro y un par de guantes. Además, pensar en que Jolie y el tal Kurt se habían quedado solos en la casa le revolvía el estómago.Se maldijo en el pensamiento, preguntándose qué diablos estaba haciendo y por qué había actuado de esa manera cuando clarament