Mimi Carena era una agente especializada en una de las federaciones de seguridad más grandes del mundo entero, entregada a su trabajo, pero sobre todo a su vida con Damián Jenkha. Ambos agentes de la misma organización se verán envueltos en una batalla con solo un ganador. Y aquella batalla, podría marcar por completo la vida de ella... de Danissa Jenkha. La lucha por la libertad, por la cura y la justicia se vuelve personal cuando la pequeña Dani se ve amenazada sin siquiera haber nacido antes. Se pierde o se gana, pero cuando la derrota es inevitable, una ola de miedos, rencor y venganzas, convierte en cenizas lo que una vez se había querido tener. Trece años más tarde, Danissa Jenkha se vuelve la protagonista de la historia, atrayendo pasados que no se olvidan, tempestades que la hunden en una batalla contra la verdad y la justicia, contra el amor y la pasión que surge al conocerlo a él... Nathan Fabré tiene un pasado traumático, cuatro años atrás, luchó contra todo pronóstico y fue derrotado llevándolo a la perdición de si mismo, a retirarse de a lo que siempre le fue fiel. Ambos chocan, no se soportan, pero los dos tienen muchas cosas en común, él y ella perdieron a personas que amaron, fueron nacidos para ser un arma en potencia, ambos lo tienen todo y al mismo tiempo nada, pero juntos serán más que eso, se envolverán en un deseo sin frenos, lleno de lascivia, lujuria y libinidad, de luchas, guerras y curas... Y solo un DESEO IMPLACABLE podría unirlos para librar cualquier batalla...
Leer másEl clima de la isla Bakii era tropical, por lo que el vestido que llevaba puesto era de tela fresca, con escoteVy largo hasta los tobillos, pero ligeramente suelto para que "no apriete al bebe" por lo menos eso fue lo que me dijo Nathan, que ese tipo de vestidos eran para no incomodarme ni lastimar al pequeño Fabián....—¿Fabián?— Inquirí ofendida a manera de broma. —Es niña, idiota y se va a llamar Anne Cheryl.Nathan hizo una mueca en su rostro manteniendo la compostura, pero era obvio que quería reírse a carcajadas de mí. Actuar de esa manera tan estúpida me hacía querer ahorcarlo a él y a mí también. Ya estábamos esperando a Valachi en su oficina, casi llevábamos más de una hor
DANISSA JENKHA. Las coordenadas estaban perfectamente, la nave ya había pasado Italia y solo faltaba media hora para aterrizar en zona segura. Me encargué de mantener el orden entre todos y recapitular lo que cada quien haría en esta misión. Durante la última hora me mantuve en la cabina de control de mando, ayudando a Bradley con el manejo del Águila invisible. Tenía mucho rato sin tener acción y moría por llegar a esa isla y comenzar a tenerla de una buena vez. No descartaba que teníamos que ponernos en nuestro papel una vez que pisemos tierras Bakianas, por lo que debía preparar la estúpida panza de embarazada que usaría durante la misión. Nathan me jugaba una mala broma, pero no me conocía del todo aún y no tenía idea de que podría hacérselo pagar de mil formas.
NATHAN FABRÉ.No, estaba del todo convencido de que ese altercado había sido accidental, yo fui quien se encargó de escoger el jet en el que viajaríamos, me encargué de supervisar todo referente al mismo, desde el motor, hasta el control de mando. Busqué la cuerda que abría el paracaídas, inmerso en mis pensamientos, este se abrió de golpe elevándome un poco, fue entonces que me pregunté ¿Dónde cojones esta Danissa? Todos habíamos bajado del avión antes que ella y la pelirroja no se veía por ningún lado, mis colegas me esperaban ya en superficie, yo estaba por pisar tierra y ella no se veía ni aquí ni allá.Joder, caperucita...
DANISSA JENKHA. Bien, lo admitiré, Nathan me parecía un tipo guapísimo, estaba bueno y los roces que últimamente había tenido con él causaban estragos en mí, haciéndome desear conocer el sabor de sus labios, pero debía controlar mis hormonas, suponía que ese deseo se debía a que Friedrich y yo hemos estado muy alejados y enojados, tanto que no he tenido sexo por un buen rato. Empaqué ropa suficiente para el viaje, estaba molesta con Nathan, por sus huevos iba a fingir que estaba embarazada y era aún peor, ¿Él y yo como pareja? Esto ardería en llamas, porque, aunque lo negara, el castaño me deseaba muchísimo y yo a él, compartir cama, espacio e incluso tener que fingir que nos amamos será una situación muy complicada para los dos. Tomé el bolso y lo colgué s
Media hora más tarde, los tres agentes que reclutamos estaban en hilera con la expresión seria y atentos a nuestras palabras.Danissa había traído a Natasha SmirnovFriedrich a Greg KavanaghY yo al agente ya antes mencionado, Noah Swan.—No es queja, pero ¿En verdad son tan machistas que prefirieron a agentes de su mismo género?— Ladeé la cabeza ante la pregunta de la princesita-reina de la entidad e hice un sonidito asemejado a una risa irónica. —¿Qué?—Aquí y ahora no importa eso— Contestó Friedrich ciertamente hastiado con ella.—Sí que importa, deberían ser tres y tres, igualdad de género, se le llama— Contestó la pelirroja con una molesta sonrisa que hizo bufar a Friedrich.—Esto es lo que hay y si no te gusta no es problema de nadie en este lugar— Dije yo y la Cape
Me susurraban hacer una locura, me pedían con anhelo arremeter contra él y golpearlo sin parar, pero me contuve y seguí mi camino con sus pasos siguiendo los míos. Dijo un par de palabras que me amenazaban con acabar con mi paciencia y enfrentarlo, pero entonces, Natasha apareció sonriente dirigida hacia el susodicho y se acercó a él, moviendo de un lado a otro sus caderas, demostrando su lado ruso.—Te extrañé anoche ¿Dónde estuviste?— Quiso saber y yo también, le agradecí silenciosamente por su pregunta.—Había asuntos importantes que resolver— Me daba la impresión de que esos asuntos se trataban de algo que no tenía que ver con misiones ni la agencia, algo más personal. —Si me permites, tengo algo que requiere mi atención.Lo escuché mientras caminaba en dirección de la tercera planta y me ap
Estábamos en la cubierta, él me sostenía ambas muñecas en el piso de madera y me miraba con la dureza de un Iceberg tratando de no desquebrajarse por la ira surgida. Escupí en su rostro y en ese momento, después de limpiarse con una de sus manos rápidamente, se inclinó sobre mí y sentí el roce de sus labios sobre mi mejilla hasta llegar a mi oído.—Vuelves a atacarme y te aseguro que te haré miserable— Susurró con hostilidad, pero manteniendo la calma. —No toleró este tipo de imprudencias y...—¿Piensas darme órdenes? ¿A mí, Danissa Jenkha?— Reí satírica. —No te equivoques, francesito de mierda, que no soy como otras que se dejan dominar, yo dominó, yo doblegó y tiro la bala que mata al enemigo.La cercanía no me pasaba desapercibida, su toque tampoco y pese al momento
Nathan insistió en que fuera su acompañante y por más que me negué, terminé accediendo como si nada. Lo miraba atento a su trabajo desde el retrovisor, manejaba con los ojos puestos en la carretera, en lo que yo me deshacía de la ropa casual que llevaba y me disponía a colocarme el enterizo. Sonreí un poco cuando lo capté desviando su mirada y en el proceso, el imbécil estuvo a nada de chocar.—La mirada siempre adelante, Fabré— Dije divertida y él solo bufó en respuesta.Cuando me termine de cambiar, pase mi cuerpo al asiento delantero y me senté en el como si nada, revisando las armas que yacían en mi bolso. Me di cuenta de que una ametralladora se encontraba ahí mismo y la miré ceñuda.—Odio las ametralladoras— Confesé, vi a Nate sonreír como un ególatra.—Esa no es para ti, Cap
Abrí levemente mi boca sorprendida, en mi vida entera, nadie me había tratado como Nathan lo hacía, muchos hombres rogaban por una sola noche conmigo, muchos me deseaban y algunos hasta envidiaban al afortunado que tuviese mis ojos encima de él, sin embargo, Nathan Fabré me miraba con repudio, como si fuera algún tipo de puta barata. Sí, lo sé, podía ser una hija de puta, pero ¡No una puta!Me removí incomoda por la fuerza de su mano en mi muñeca, el hombre era fuerte y aunque yo también, él me seguía ganando en fuerza por tener huevos y pene.—¿Quién cojones te crees para tratarme así?— Despotriqué soportando el dolor, seguro dejaría una huella que detestaría. —Suéltame ahora mismo, Nate, que no respondo y ya viste que puedo ser una desquiciada si se me da la gana.—Ya somos dos locos, e