Capítulo 87

Bajo el arma pero no mi defensa, y al igual que él, me pongo esa máscara de hipocresía e indiferencia que tanto le gusta usar con el mundo entero.

—No sabía que vendrías de visita, nunca lo haces —digo cerrando la puerta—. Has venido solo.

—¿Acaso necesito venir armado o con hombres para ver a mi propio hijo? —toma mi rostro entre sus manos y detalla mis ojos, para luego darme un casto beso en cada una de mis cienes.

—Por supuesto que no, padre.

—Lo supuse.

Gira sobre sus talones y comienza a ver con ojo analítico cada cosa a nuestro alrededor, mantiene el silencio que tanto me inquieta y que m

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