Bajo el arma pero no mi defensa, y al igual que él, me pongo esa máscara de hipocresía e indiferencia que tanto le gusta usar con el mundo entero.
—No sabía que vendrías de visita, nunca lo haces —digo cerrando la puerta—. Has venido solo.
—¿Acaso necesito venir armado o con hombres para ver a mi propio hijo? —toma mi rostro entre sus manos y detalla mis ojos, para luego darme un casto beso en cada una de mis cienes.
—Por supuesto que no, padre.
—Lo supuse.
Gira sobre sus talones y comienza a ver con ojo analítico cada cosa a nuestro alrededor, mantiene el silencio que tanto me inquieta y que m
Las luces de las farolas que descansan a los costados de las paredes, me causan una oleada de recuerdos que no quiero recordar, luego de que aceptara ser el todo de Lenin, dejando de luchar en contra de mis sentimientos, las cosas comenzaron a mejorar un poco, ya no era tan imbécil y pasaba todo el rato que estábamos solos, repitiendo que no iba a dejar que nada malo nos pasara nunca, también me ha prometido intentar que nuestro hijo o hija, tenga una vida lo más cercana a normal, aunque esto último no le creo. No porque no vaya a suceder o no quiera, sino porque es su legado, y en el mundo de la mafia como tal, está casi estipulado que sea el siguiente al mando como lo es él después de la muerte de su padre.Me pidió amarlo con sus defectos, y pese a que me aterra la idea de que hacerlo sabiendo que eso implica matar a perso
Abro los ojos cuando siento que alguien me mueve y son los ojos avellana de Lenin lo primero que veo, la preocupación se cruza por sus facciones y lo abrazo con fuerza al recordar una nueva parte de mi rompecabezas.—¿Te encuentras bien?—Solo fue una pesadilla —le susurro ocultando el hecho de recordar tener un hermano con ojos rojos.Lenin me acaricia la espalda y hunde su rostro entre la curvatura de mi cuello, me da un beso y comienza a besarme, restriega su dureza en mi vientre y en forma rápida se deshace de mis jeans, mis bragas y sin quitarse del todo los pantalones, me penetra con urgencia, gimo al sentir pequeñas chispas de dolor, no me he acostumbrado a su tamaño y parece darse cuenta.
Narrador Omnisciente.Enoc Steel estaba sentado en el asiento trasero de la camioneta que lo llevaba directamente a su destino, su última parada, una que sin duda había planeado desde que salió de su laboratorio en Rusia. Ya había terminado de cortar todo lazo que lo unía a su principal experimento: su hijo, ¿qué si le dolió lo que hizo? No, porque realmente nunca lo amó, él solo quería a su muñeca, necesitaba inspirar su olor. El recuerdo que dejó su aroma infantil aún seguía tatuado en su piel.El hacerla llorar continuamente mientras él se masturbaba con el sonido, hizo que se le pusiera dura, ahora era toda una mujer de 28 años, una que estaba dispuesto a usar para crear un legado lleno de
En toda mi vida, jamás había sentido tantos nervios juntos en menos de un minuto, ver a Lenin caminar por la tarima de cristal ubicada en medio de una enorme habitación subterránea, me hizo recordar al niño de cabello oscuro y ojos avellana con el que jugaba dentro de la casa blanca. Mis deseos por correr hacia él y abrazarlo, se vieron de un momento a otro reprimidos por la llegada de una mujer de muy avanzada edad. La cual se colocó a un costado de Lenin, traía puesto un vestido al estilo novia pero en color oscuro, el velo le cubría el rostro pero sus manos huesudas denotaban su ya muy avanzada edad.—¿Quién es ella? —susurro lo más bajo posible.—Shhh, cállate o te van a descubrir —me mira medio mal y pienso que es un i
Las náuseas me doblan, el ácido de mi estómago se sube por mi garganta y al final quiero irme, pero de nueva cuenta Ryan me detiene.—¿Qué crees que haces? —me pregunta con cierto aire de superioridad que me estresa.—Me voy, ya no quiero estar aquí —replico intentando soltarme de su fuerte agarre.—No —dice con seguridad.—¿Por qué? Tú no me mandas —me remuevo inquieta y él de un tirón me acerca a su cuerpo.—Eres la futura reina de la mafia, la mujer de Lenin Hoffman, y madre de su hijo, si sientes algo por él, y si
Rojo, tan rojo como la sangre, intenso como su hostilidad, esos ojos que me miran a detalle, hacen tambalear mis barreras, las derrumban y los recuerdos vienen de golpe, sus palabras, su promesa, en mi pecho explotan mil sensaciones que solo reavivan aquel tormentoso momento.—Grece —repito pensando que quizá esté soñando.—El mismo, hermanita —dice lentamente, como si temiera a mi reacción.El punto es que no la hay, y no porque no quiera, sino porque justo en ese momento el sonido de más disparos acercándose, nos devuelven a la realidad, no entiendo qué es lo que pasa, pero al parecer mi crisis de ansiedad ha terminado, y solo consigo buscar a lo lejos con miedo, a Lenin.
Giro y frunzo el ceño al ver que me indica la silla principal y no la de invitados, pero guardo silencio, así como estaban las cosas no sabía cómo iba a reaccionar. Me siento y rápido me remuevo incómoda, Isac se pone frente a mí sin apartar su gélida mirada sobre mí.—Diablo lo mató aquí mismo, esta era su oficina —espeta con brusquedad—. Y ahí mismo en donde estás sentada, murió.Su confesión me golpea tan fuerte que el miedo cala en mis huesos, quiero moverme, salir corriendo, pero al ver como las comisuras de sus labios se elevan en dirección al cielo, cambió de parecer, es como si hubiese leído mi mente.—¿Por qué estoy
Isac se dirige a la puerta y hago lo que me pide, caminamos en el mismo silencio en el que nos balanceamos dentro de la oficina, los corredores están vacíos, la oscuridad de la fortaleza Hoffman parece ser un enorme monstruo que te engulle sin piedad, si de día la propiedad era majestuosa e imponente, de noche pese a estar una parte en ruinas por las explosiones, la oscuridad de la noche con la luz que merma de la luna, la hace ver tenebrosa. Salimos y caminamos hasta una camioneta, me abre la puerta y entro, el rodea una vez que me abrocho el cinturón de seguridad, luego entra y enciende los motores.—¿A dónde me llevas? —pregunto pero no responde.Nos ponemos en marcha, no tengo idea de cuánto tiempo pasa, solo sé que maneja en silencio, mientras observo el paisaje y