Narrador Omnisciente.
Enoc Steel estaba sentado en el asiento trasero de la camioneta que lo llevaba directamente a su destino, su última parada, una que sin duda había planeado desde que salió de su laboratorio en Rusia. Ya había terminado de cortar todo lazo que lo unía a su principal experimento: su hijo, ¿qué si le dolió lo que hizo? No, porque realmente nunca lo amó, él solo quería a su muñeca, necesitaba inspirar su olor. El recuerdo que dejó su aroma infantil aún seguía tatuado en su piel.
El hacerla llorar continuamente mientras él se masturbaba con el sonido, hizo que se le pusiera dura, ahora era toda una mujer de 28 años, una que estaba dispuesto a usar para crear un legado lleno de
En toda mi vida, jamás había sentido tantos nervios juntos en menos de un minuto, ver a Lenin caminar por la tarima de cristal ubicada en medio de una enorme habitación subterránea, me hizo recordar al niño de cabello oscuro y ojos avellana con el que jugaba dentro de la casa blanca. Mis deseos por correr hacia él y abrazarlo, se vieron de un momento a otro reprimidos por la llegada de una mujer de muy avanzada edad. La cual se colocó a un costado de Lenin, traía puesto un vestido al estilo novia pero en color oscuro, el velo le cubría el rostro pero sus manos huesudas denotaban su ya muy avanzada edad.—¿Quién es ella? —susurro lo más bajo posible.—Shhh, cállate o te van a descubrir —me mira medio mal y pienso que es un i
Las náuseas me doblan, el ácido de mi estómago se sube por mi garganta y al final quiero irme, pero de nueva cuenta Ryan me detiene.—¿Qué crees que haces? —me pregunta con cierto aire de superioridad que me estresa.—Me voy, ya no quiero estar aquí —replico intentando soltarme de su fuerte agarre.—No —dice con seguridad.—¿Por qué? Tú no me mandas —me remuevo inquieta y él de un tirón me acerca a su cuerpo.—Eres la futura reina de la mafia, la mujer de Lenin Hoffman, y madre de su hijo, si sientes algo por él, y si
Rojo, tan rojo como la sangre, intenso como su hostilidad, esos ojos que me miran a detalle, hacen tambalear mis barreras, las derrumban y los recuerdos vienen de golpe, sus palabras, su promesa, en mi pecho explotan mil sensaciones que solo reavivan aquel tormentoso momento.—Grece —repito pensando que quizá esté soñando.—El mismo, hermanita —dice lentamente, como si temiera a mi reacción.El punto es que no la hay, y no porque no quiera, sino porque justo en ese momento el sonido de más disparos acercándose, nos devuelven a la realidad, no entiendo qué es lo que pasa, pero al parecer mi crisis de ansiedad ha terminado, y solo consigo buscar a lo lejos con miedo, a Lenin.
Giro y frunzo el ceño al ver que me indica la silla principal y no la de invitados, pero guardo silencio, así como estaban las cosas no sabía cómo iba a reaccionar. Me siento y rápido me remuevo incómoda, Isac se pone frente a mí sin apartar su gélida mirada sobre mí.—Diablo lo mató aquí mismo, esta era su oficina —espeta con brusquedad—. Y ahí mismo en donde estás sentada, murió.Su confesión me golpea tan fuerte que el miedo cala en mis huesos, quiero moverme, salir corriendo, pero al ver como las comisuras de sus labios se elevan en dirección al cielo, cambió de parecer, es como si hubiese leído mi mente.—¿Por qué estoy
Isac se dirige a la puerta y hago lo que me pide, caminamos en el mismo silencio en el que nos balanceamos dentro de la oficina, los corredores están vacíos, la oscuridad de la fortaleza Hoffman parece ser un enorme monstruo que te engulle sin piedad, si de día la propiedad era majestuosa e imponente, de noche pese a estar una parte en ruinas por las explosiones, la oscuridad de la noche con la luz que merma de la luna, la hace ver tenebrosa. Salimos y caminamos hasta una camioneta, me abre la puerta y entro, el rodea una vez que me abrocho el cinturón de seguridad, luego entra y enciende los motores.—¿A dónde me llevas? —pregunto pero no responde.Nos ponemos en marcha, no tengo idea de cuánto tiempo pasa, solo sé que maneja en silencio, mientras observo el paisaje y
Ha pasado una semana en la que Lenin no se ha despegado de mí, todo el tiempo me sigue con la mirada, desayunamos, comemos y cenamos en la alcoba de la nueva fortaleza a la que nos trasladamos el mismo día en el que llegué con Isac, si voy al baño espera afuera, si quiero dormir cuando él no está trabajando, me encierra con llave, me siento como si fuera una esclava, una... traidora que está pensando en el día en el que me tendré que separar de él, rompiendo de ese modo la falsa promesa que le hice, pero las cosas eran mejor así.Haber visto la manera en la que humillan a las personas dentro del núcleo de la dichosa orden, me hicieron temer, no quería que nadie marcara o lastimara de esa manera a Lenin, como líder entendía su postura, y si soy realmente sincera, una parte de mí
La mirada de Isac se oscureció, su rostro ya no se mostraba feliz o animado, sino un tanto como molesto.—Amo a mi hermano, y no quiero verlo humillado, eso no pasará, así que...Los recuerdos de aquella noche me golpean con fuerza, trago grueso, yo tampoco quiero nada que lo pueda lastimar, por lo que asiento en silencio, mordiéndome la lengua para no soltar algún comentario viperino.—¿Entonces cuál es el plan? —inquiero desganada y derrotada.—Lo cierto es que quiero acelerar el proceso, se dice que ahora que la mayoría de las mafias saben que mi padre está muerto, más de la mitad de sus enemigos intentarán acercarse a nosotros, lo
DIABLOMantengo los ojos cerrados mientras dejo que las imágenes de lo ocurrido sigan pasándome como largos y resplandecientes flashes, mi hermana estaba con vida, y estaba bien, lo que me acojona es el hecho de que esté embarazada de Lenin Hoffman, y tener que enterarme por parte de uno de sus hombres no me sienta mejor, de hecho me sienta como patada en las bolas.Respiro hondo, intento mantener la cabeza fría, pero me resulta imposible, la plática que tuve con Lenin me confirmó mi destino, o bueno, al menos el que él tiene para mí, porque yo no iba a morir, jamás, mucho menos ahora que he encontrado la luz de mi vida, la herida a mi costado sigue sangrando, no es profunda, he tenido mucho peores y he salido con vida, así que esta no es la excepci&o