LENIN
He dejado de escuchar lo que dice el vicepresidente, mi mente viaja al momento vivido en el sanitario para caballeros, salivo con la propuesta de Anelys, mi mente no ha dejado de viajar en las mil ideas que pueda tener para mí, jamás había deseado tanto a una mujer, estaba empecinado con ella porque me rechazó, nadie lo había hecho nunca, y ella no sería la excepción.
Su situación económica era decadente, Albert me había comentado todo acerca de la cláusula que hay en el testamento de su padre, y eso me hacía hincharme de orgullo, porque yo no solo la deseaba como mi asistente personal por sus habilidades, no, sino, porque moría por meter mi verga en su coño. Era una mujer hermosa, y virgen, yo anhelaba ser el primero
¿Quién se cree para dejarme diez minutos esperando? Era el presidente de su país, debería estar más que agradecida, o por lo menos besándome los pies como todas lo hacen, Joder. Abre la puerta y me sorprendo al ver su aspecto, está maquillada y tiene el cabello oscuro recogido en una larga coleta con un solo mechón suelto de lado, tan cerca puedo admirar las ligeras pecas que se asoman pese a la capa de maquillaje, sus ojos azules me invitan a pasar y eso hago.Recorro su cuerpo, el cual está cubierto por una bata de baño, permanece descalza y me confunde el que no me invite a pasar a la estancia principal, solo me deja en el recibidor, mirándome como si yo fuera alguna especie de atracción animal.—Siento haberte hecho esperar, estaba preparando u
Pero ella calla y estampa sus labios con los míos, abro la boca dándole paso a mi curiosidad, sabe a vodka, sabe a fresa y chocolate, mi lengua se niega a dejar de bailar con la suya, y ella gime moviendo sus caderas con más ahínco, quisiera verla montada en serio sobre mí, la quiero desnuda debajo de mi cuerpo. Quiero tocar su piel cuando se aparta de mí y besa mi cuello, succiona como una leona y sé que me dejará marca, pasa por mi barbilla y me araña la espalda, estoy tan excitado, que mi mente se nubla y pierdo la noción del tiempo. —Joder, Anelys… me estás matando.—¿De verdad? —gime besando mi pecho y bajando hasta mis pantalones.Abre mi bragueta luego de desabroch
La amenaza de Lenin me sigue toda la noche, no puedo dormir, por más posturas que intento no me surte el efecto, y a las dos de la madrugada termino en la cocina comiendo una enorme barra de chocolate, sentada en el sofá mientras revivo los momentos frescos de lo ocurrido. Extrañamente no me sentía avergonzada, todo lo contrario, era una victoria para mí y eso me hacía sentir mejor, pero la cosquilla en mi estómago me decía que iba a haber graves consecuencias.Por un mísero instante cuando me masturbaba frente a él, olvidé que era el presidente de los Estados Unidos, joder, era como un símbolo nacional intocable, y luego estaba el hecho de que estaba saliendo con Karla Rosem, una de las mujeres más importantes en la ONU y en el país, era hermosa, recuerdo haber leído un artícu
—Hola tío —cruzo la calle volteando a ambos lados y cruzo la avenida—. ¿Qué hay?—¿Puedo saber por qué no has aceptado el trabajo que te ofrece el propio presidente? —su tono molesto me hace estremecer.—Encontré una mejor opción —respondo tajante.—¡Ningún trabajo es mejor que el ser la asistente personal del presidente! —Exclama haciéndome dar un respingo—. ¿Acaso estás mal de la cabeza? Comienzo a creer que necesitas atención médica. Jamás lo había sentido tan alterado por temas como estos, mi tío era el que siempre mantenía la cabeza fr&iacut
Sigo sin comprender realmente lo que me ha confesado Lenin, pero eso no es lo que me tiene nerviosa, sino, el hecho de estar dentro de una camioneta a su lado, y no precisamente una que sea presidencial. Sus ojos no dejan de clavarse en mi como dagas llenas de veneno, Cielo está a mi lado limpiándose las lágrimas que soltó en medio del silencio ensordecedor que nos rodea, no deja de aplicarse maquillaje y de mirar su reflejo a través del espejo de mano que sostiene siendo dominada por un temblor constante.Antes de que el presidente… ¿debo llamarlo así? O ¿mafioso presidente? Joder, se helaba la sangre de solo pensar que estaba al lado de un mafioso de verdad, y sudo que sea como los de las series de televisión. El punto es que le pregunté a Cielo sobre lo sucedido mientras me quitaba el uniforme, y solo me dijo
Me pierdo en sus ojos avellana, mi corazón sufre un pálpito desenfrenado y la adrenalina recorre todo mi torrente sanguíneo. Pierdo la cabeza cuando veo el bulto que se asoma por la tela fina de su bóxer y asiento sin pensar en las consecuencias.—Eres hermosa…—Soy virgen, solo sé amable…Lenin me abre las piernas con sus rodillas dejando a la vista mi rosado y muy expuesto sexo, empuja las caderas para que sienta su potencia varonil, y me besa, me mete la lengua prácticamente hasta la garganta y gimo.—No voy a follarte hoy, primero quiero que aceptes ser mía por seis meses, quiero que trabajes para mí, no seas tonta, ambos obtenemos lo que quere
Dejo que el agua resbale por mi garganta luego de engullir una aspirina, el dolor de mi cabeza era insoportable, respiro profundo e intento aclarar mi mente y despejarla de todo mal pensamiento, no tenía escapatoria de Lenin, en especial cuando ayer por la tarde poco después de que me dejara sola, con el coño impregnado y untado de su semen, me llamó el gerente del restaurante avisándome que podía pasar por mi cheque, no me dio explicaciones, solo me dijo que ya no podía seguir trabajando con él.Lo que me llevó directo a la amenaza sutil de Lenin, me estaba acorralando y no quería sufrir más, era apuesto y un hijo de puta, cualquiera en su sano juicio estaría huyendo de él pero no, yo como toda demente, por más que deseaba temerle y odiarlo como creo que lo hago, la realidad es que no puedo
—¿Qué es tan gracioso? —me interroga enarcando una ceja con incredulidad, recargando su peso en el respaldo de su silla y obteniendo una postura de hijo de puta.—Nada —borro mi sonrisa.—Cuéntamelo.Levanto la mirada y mis ojos se anclan en los suyos, blanqueo y cierro la carpeta.—Me causa gracia el hecho de que pongas que tengo que serte fiel cuando tú no lo serás, no eres equitativo —encojo los hombros—. ¿Y qué pasa si me enamoro de alguien en estos seis meses?Esta vez es Lenin quien ríe con gracia.—¿Y de qui&ea