La tensión que hay entre ambos es demasiado abrumadora y poco a poco me siento más confundida.
—Bien, yo la llevo —Isac me toma del otro brazo con discreción.
—No, Lenin la dejó bajo mi cuidado, no nos tardaremos —insiste Ryan e Isac me suelta a regañadientes.
Lo miro pero el contacto visual que empleamos no dura mucho, ya que Ryan me jala ligeramente y salimos del salón. Entramos al que está lleno de mafiosos, me miran como depredadores, cuando salimos, de pronto noto que ya no están los tipos que custodiaban el área por la que entramos, Ryan comienza a acelerar el paso, actúa extraño y no tengo idea de por qué, pero le sigo hasta que noto como subimos por un par de escaleras en
La oscuridad le abría las puertas mientras aterrizaba en Italia, no pudo evitar levantar la mirada en dirección al cielo, la noche estaba despejada e incluso se divisaban algunas estrellas, pero pese a toda la belleza nocturna, en el aire se olía el miedo, la muerte, era como si su vieja amiga hubiera despertado a la par, asechando como en el pasado. Una punzada en su pecho le hizo saborear lo amargo del mal presentimiento que dominaba sus sentidos, nublándole la razón.—¿Todo bien? —le preguntan a sus espaldas.—¿Acaso debo estar mal? —respondió con un tono de voz más gélido que el que sentía en esos instantes.—No, pero has estado actuando con extrañez.
Un extraño escalofrío se apodera de mi cuerpo, inhalo y exhalo el humo del cigarrillo, provocando una imparable cortina de brumosidad dañina a mí alrededor. Tenso la mandíbula con tanta fuerza, que hasta mis dientes duelen, los recuerdos me golpean y las imágenes de lo ocurrido hace un par de horas me avasallan, dejándome ardido, dolido y con ganas de derramar sangre. Me aparto de todos, quiero estar solo, no he hablado con nadie y tampoco dejo que se me acerquen los hombres que cuidan mis espaldas, me mantengo firme en la terraza del maldito hospital, con la pistola en mano, con la grieta que se forma en mi pecho y las manos cubiertas por la sangre seca de Anelys.Horas atrás...El timbre del hospital me bombardea los oídos, cada que suena es p
Presente...Un minuto estoy cabreado con ella por ocultarme las cosas, por pensar siquiera en dejarme, y al siguiente la sostengo en brazos, desangrándose, con puñaladas en el cuerpo, he visto a gente importante para mí morir, he asesinado sin que me temblara la mano, pero sostener a la persona que más amas en la vida, dando su último respiro de vida, cubierta de sangre, es la cosa más perturbadora que he experimentado. La traición de Ryan me arde, quema mi piel, y las ganas de matarlo nadie me las quita. Los clanes se dispersaron esa noche, recogieron a sus heridos y se postergó la reunión.Y ahora, apagando mi maldito cigarro, recargando mi peso sobre la muralla de cemento, cerrando los ojos y dándome ligeros golpes en la frente con mi arma
Rusia, 10:00 pm, FortalezaBlokovik.NIKOLAYEl olor a sangre me enloquece, mientras observo como mis hombres recogen los cadáveres, me tomo el momento para caminar por la zona boscosa que permanece iluminada gracias a las farolas colocadas estratégicamente en lo alto de algunos árboles, y a la luz del sol. Una de las cosas que más me gustaba eran los días del cazador, días en los que jugaba con mis presas a dejarlas en libertad, les ingería tanto dolor físico como psicológico, que todo lo que les decía se lo tragaban. Las dejaba libres y las cazaba yo solo por el bosque, hasta que las mataba.Era un juego del escondit
LENINCINCO AÑOS ATRÁS...Dejo que el agua caliente recorra mi cuerpo, llevo días de juerga y la resaca no me deja razonar bien, intento abrir los ojos mientras me encuentro en medio del empape pero me es imposible, mis párpados se sienten tan pesados como rocas,inhaloy exhalo pero de nada me sirve, no cuando sé que he defraudado a mi padre. Hace dos noches que discutimos acerca del tema de los rusos, las alianzas con ellos no me gustan, la mafia italiana y la rusa nunca han sido buenos entre ellos.En especial cuando me toca las pelotas elUnderboss, pero Albus; mi padre, está tan empecinado con hacerlo, que llevarle la contraria fue un golpe du
DIABLOEl olor a sangre siempre me ha parecido nauseabundo, pero encuentro cierta fascinación en ella cuando mis víctimas la derraman, personas llenas de pecados con una cierta alma que se encuentra en balance con el infierno, a lo largo de mi vida he asesinado a muchas personas, no es nada nuevo para mí, pero esta vez es distinto, lo hago con un propósito que me importa y que no me imponen, vengar a mi hermana, matar a nuestro padre es una meta a la que tarde o temprano voy a llegar.Levanto el brazo y dejo que mi mano someta a la fuerza el enorme hacha que sostengo, mientras lo desatoro del cuello de la mujer que yace sin vida, una de las científicas leales de mi padre y quien me vio crecer, rogó por su vida pero olvidó cierto detalle que la llevó a la muerte, y
DALILASalgo del cubículo con la esperanza de que Diablo me lleve pronto de vuelta a su maldito escondite, pero en lugar de eso, me encuentro con un par de ojos asesinos, un par que en el pasado me enloquecía por admirar todo el tiempo. La oscuridad que habita en ellos, quiebra por un par de segundos todas las barreras que me han costado años, por colocar entre él y yo. Mis ojos rápidamente ven la puerta de salida, la ha cerrado con pestillo, no hay ventanas y el aire que se respira a nuestro alrededor es hostil.—No te recuerdo tan callada —dice Isac con voz ronca.Reprimo el impulso de mandarlo a la mierda, estaba enfadado, lo conocía tan bien como para deducir que sabe que follé con el hermano de Anelys.
Respiro a una velocidad que me sofoca, pero no dejo de hacerlo, ya que es la única manera que tengo para saber que estoy viva y que esto es real, que no se trata de una estúpida pesadilla. Mi pecho sube y baja, el sonido del péndulo que descansa en una de las esquinas del escritorio, me quiebra la cabeza, me da jaqueca y el ácido estomacal se me sube por la garganta. Los deseos por gritar, llorar y salir corriendo sin rumbo ni dirección, me avasallan y alteran mi sistema nervioso.Uno... dos... tres... respira...Cierro y abro los puños, las lágrimas se me han secado, pero el sentimiento de angustia no desaparece.Uno... dos... tres... respira...