DALILA
Salgo del cubículo con la esperanza de que Diablo me lleve pronto de vuelta a su maldito escondite, pero en lugar de eso, me encuentro con un par de ojos asesinos, un par que en el pasado me enloquecía por admirar todo el tiempo. La oscuridad que habita en ellos, quiebra por un par de segundos todas las barreras que me han costado años, por colocar entre él y yo. Mis ojos rápidamente ven la puerta de salida, la ha cerrado con pestillo, no hay ventanas y el aire que se respira a nuestro alrededor es hostil.
—No te recuerdo tan callada —dice Isac con voz ronca.
Reprimo el impulso de mandarlo a la mierda, estaba enfadado, lo conocía tan bien como para deducir que sabe que follé con el hermano de Anelys.
Respiro a una velocidad que me sofoca, pero no dejo de hacerlo, ya que es la única manera que tengo para saber que estoy viva y que esto es real, que no se trata de una estúpida pesadilla. Mi pecho sube y baja, el sonido del péndulo que descansa en una de las esquinas del escritorio, me quiebra la cabeza, me da jaqueca y el ácido estomacal se me sube por la garganta. Los deseos por gritar, llorar y salir corriendo sin rumbo ni dirección, me avasallan y alteran mi sistema nervioso.Uno... dos... tres... respira...Cierro y abro los puños, las lágrimas se me han secado, pero el sentimiento de angustia no desaparece.Uno... dos... tres... respira...
ANELYSDespierto en tiempos esporádicos, y cuando lo hago, estando medio consciente, las únicas personas a las que veo son a las enfermeras cambiándome el suero, los doctores diciéndome que avanzo bien en mi recuperación, no hablo, no confío en nadie, no he vuelto a ver a los dos tipos que entraron hace una semana aquí, uno diciendo que es mi cuñado y el otro mi esposo, pero no veo ninguna sortija en mi dedo, no me explican qué es lo que ha pasado, solo tengo mis pesadillas, en las cuales el principal protagonista es el hombre de ojos avellana y mirada siniestra.En el sueño él me hace mucho daño, él me apuñala, él me amenaza, pero cuando entró hace días y le grité, en su rostro se notó el
LENINLa sangre me hierve, mis músculos se contraen y siento que la rabia aumenta con cada segundo que transcurre, el odio que siento por Enoc Steel, que pese a ser el verdadero padre biológico de Anelys, es un objetivo y va a morir, al igual que todos los que tuvieron que ver con la perdida de mi hijo, mi legado y el daño colateral que sufrió la mujer que deseo y amo. Jugaron con su mente, la han convertido en un arma que en cualquier momento va a explotar con el único objetivo de aniquilarme.Pueden controlar su mente pero no sus sentimientos, no, nada de eso, ella me ama. Tuve que sedarla para poder llevarla a la nueva fortaleza de la que nadie sabe, solo los Hoffman, en la cual se aloja a petición mía, Diablo y Dalila, junto con la mocosa que no se les despega, mi her
ANELYSMe siento mal, la cabeza me estalla y siento que las cuerdas vocales se me desgarran, es como si quisiera rendirme pero algo en mi interior me empuja a gritar, tengo miedo, estoy confundida, no sé si quién dicen que soy, en realidad soy yo. Es todo tan enredado que me siento en medio de un laberinto sin fondo.Lleno mis pulmones de aire y estoy a punto de volver a gritar hasta que la puerta se abre, me pierdo en el par de ojos avellana que me no dejan de observarme, es él… el hombre de mis pesadillas, quien me apuñaló y mató a mi bebé, es un asesino, lo es.—¡Asesino, te odio! —grito sin saberlo bien y sin sentirlo.Mi cerebro es una m&aa
ANELYSNo comprendo cuál es el punto para que me ponga esta clase de vestido, entallado hasta el culo, con un escote provocativo que alza mis tetas, sin mangas y corto, más que elegante me siento como una puta, como…—La mujer de la mafia.Doy un respingo con la voz que golpea mi espalda. Tomo la plancha para el cabello y apunto hacia el hermano del tal Lenin, quien se dice mi cuñado.—¿En serio Anelys? —enarca una ceja con diversión—. Si la gente de la orden ve que le apuntas a un hombre y más aún, a un Hoffman, con una plancha para el cabello, serías la burla y en ese caso creo que hasta yo aplaudiría al que te matara.
ENOCRespiro profundo, intento estabilizarme, masturbarme a mi edad es algo que enciende las ganas. Termino de enjuagarme las manos y al salir, Claudia Speitzer está esperándome, mirando con repulsión la enorme pintura al óleo de Anelys, mi hija, a quien deseo y a quien volveré a tener.—¿Cuánto tiempo llevas aquí?Ella se gira y posa sus asquerosos ojos sobre mí, aún no he mencionado que sé que apuñaló a mi Anelys, prefiero dejarlo como sorpresa, me conviene usarla todavía antes de aniquilarla por herir lo que más me interesa, lo que para mí es el ser más importante del planeta. Frunce los labios y se sienta de mala manera frente a mi escritorio
LENINEl desespero con el que me despierto solo hace que me incorpore sin importarme el dolor que siento en el cuerpo, desde que sucedió lo que sucedió con Anelys, tengo la misma pesadilla, mis demonios me persiguen como cada noche, solo que ahora se han hecho más fuertes, sólidos y poco alentadores.Estabilizo mi respiración, me encuentro en la cama de un jodido hospital y quiero matar a mi hermano Isac por ponerme inconsciente y traerme, cuando dejé claro que no lo hiciera. Intento recordar cada detalle, cada cosa, y con temor giro a mi izquierda, Anelys se encuentra dormida plácidamente sobre uno de los sillones que están dentro de la habitación como una pequeña sala de espera.Es hermosa, siempre
ANELYS—No.La respuesta de Lenin es rotunda y quiero sacarle los ojos con la mirada, el hecho de que me siga viendo como una mujer débil hace que la rabia crezca con las ganas que siento de tajarle el cuello. Isac suelta un largo suspiro lleno de exasperación, niega con la cabeza y al igual que Eithan; quien al parecer no se recupera del todo con la noticia de su padre.—Eres inestable —reafirma su decisión y me enojo por dentro.—Tal vez sea buena idea… —interviene Isac.—No y no está a discusión.