ANELYS
—No.
La respuesta de Lenin es rotunda y quiero sacarle los ojos con la mirada, el hecho de que me siga viendo como una mujer débil hace que la rabia crezca con las ganas que siento de tajarle el cuello. Isac suelta un largo suspiro lleno de exasperación, niega con la cabeza y al igual que Eithan; quien al parecer no se recupera del todo con la noticia de su padre.
—Eres inestable —reafirma su decisión y me enojo por dentro.
—Tal vez sea buena idea… —interviene Isac.
—No y no está a discusión.
LENINPierdo la cabeza totalmente con lo que veo, y son los labios del Boss de la mafia rusa sobre los de Anelys, quien parece tan anonadada como yo, solo se requieren cerca de dos segundos para que actúe alejándolo de ella, de manera inmediata sus hombres apuntan hacia mi y los míos hacía el Boss, quien sonríe triunfante.—Debo decir que son unos labios muy sexys —dice pasándose un dedo por los suyos—. Sin duda un beso que jamás olvidaré.—Dato curioso —intervengo apartando a Anelys de él, colocándola detrás de mi—. Ella tiene dueño y soy yo.La atención de Nikolav me atiende esta vez, sus oj
ANELYSLos nervios me matan, mi sistema comienza a impulsarme a asesinar, no sé qué tipo de sustancia me ha inyectado Enoc pero siento que me ha dañado. No sólo se ha metido en mi cabeza, sino, en mi sangre, en todo, el tic tac del maldito reloj colgado en una de las paredes, me pone mal, me da jaqueca y cuando creo que ha es suficiente, lo arranco y lo lanzo contra la pared, haciéndolo añicos.—Joder.Camino de un lado a otro, casi me muerdo las uñas de la desesperación, y todo se desvanece cuando escucho la puerta abrirse, pensando que se trata de Lenin para acabar con mi sufrimiento de espera, pero me detengo en seco al ver que no es él, es el Boss de la mafia rusa, quien entra cerrando detrá
LENINSiento que mi verga palpita cuando bombeo dentro de Anelys, aún recuerdo la primera vez que la follé, estaba ebrio, pero los recuerdos asaltan mis memorias, intento abrir los ojos, el sabor de su piel no deja mi boca y el aroma de su cuerpo junto al mío, se queda tatuado en mi piel. Trago grueso, de pronto la boca la siento seca, quiero decir que esto es algo que me inquieta pero más que eso, estoy ardido al acomodar las piezas del rompecabezas de mi mente.Abro los ojos y lo primero que veo es un techo de piedra oscura, el frío cala en mis huesos y me incorporo sintiendo un dolor punzante en mis manos, el sonido del arrastre de cadenas me hace descender la mirada para encontrarme con que estoy esposado de ambas manos con cadenas que van desde uno de los extremos del lugar.<
DIABLOCierro la llave de la regadera, la cabeza no deja de arrojarme las ideas que tengo para desmembrar a Enoc Steel, el llevar su sangre corriendo por mis venas ya es demasiado pesado como para dejarlo con vida. Querer a mi hermana para sus asquerosos fines no solo lo hace repugnante, sino, peor que un saco de mierda. No la va a tocar, no la va a lastimar.El que esté con Lenin e Isac Hoffman solo acrecienta mis inseguridades, juran protegerla de todo peligro ¿pero es real? Lo único de lo que estoy completamente seguro es de que es a mi lado donde está segura, ella es mi hogar, es mi pequeña hermanita y mato por ella. El único ser por el que realmente siento algo, me educaron para no sentir nada por nadie y eso hago.Rodeo m
ANELYSLas caricias de alguien sobre mi cabeza, enredando sus dedos entre las hebras de mi cabello, me provocan um escalofrío que va de mi espina dorsal a la punta de mis pies, me remuevo inquieta.-Tienes que despertar Anelys -me dice una dulce voz.Poco a poco voy recobrando la conciencia, así como lo sucedido, recuerdo que una vez que aquella mujer que se dice mi madre, me contó su historia, me inyectó algo que me hizo perder el equilibrio encerrandome en un ciclo de oscuridad. Hasta ahora tuve que fingir el que el Boss me hiciera pensar que Lenin estaba follando a una de sus sumisas.No soy idiota, vi cómo estaba ido por más esfuerzos de la tipa por hacerlo parecer sexo de
LENINEl aire huele a muerte, el sudor cae por mi frente y mis puños están bañados de la sangre del Boss. Cuando estábamos a punto de salir de la fortaleza, Isac recibió una llamada de Dalila, diciendo lo que habían averiguado sobre Steel, y a los cinco minutos comenzó el ataque, los rusos se fueron contra los hombres de Enoc y yo me dediqué a buscar a Anelys.Encontré a mis hombres, los cuales me informaron que se la había llevado Carmine Blavatsky, su madre. Y ahora estaba casi matando a golpes al Boss de la mafia rusa.—Muy hombre, muy líder y no eres más que un maniquí —espeto viendo como escupe sangre.—Es
ANELYSMe remuevo incómoda, abro los ojos lentamente y una brisa gélida se cuela por mi cuerpo causándome un escalofrío que va de mi espina dorsal. Mi cerebro me lanza alertas y detallo el sitio en donde me encuentro, es una habitación extraña, con cortinas negras, todo rodeado de enormes candelabros con velas encendidas que solo hace más tétrico el sitio.Intento incorporarme y cuando lo hago me veo sobre una mesa cuadrada de piedra negra, uno de mis brazos está esposado a un grillete con una gruesa cadena. Pero eso no es lo que en verdad me altera, sino, el hecho de traer puesto un vestido con corte de princesa color negro, estoy descalza y mi cabello oscuro suelto. Muevo mi mano haciendo un estridente ruido pero no logro nada, parece ser una habitaci&oacu
ANELYS—Te amo, tienes que despertar.Escucho el suave susurro de una voz varonil, pero no puedo abrir los ojos, me siento demasiado cómoda donde estoy, quiero dejarme ir, estoy agotada, hastiada, dolida, solo quiero estar en paz, tranquila. Por ratos creo que despierto, luego me aseguro de estar en pesado sueño.—Despierta —insiste aquella voz—. No puedo vivir sin ti.Mi pecho colapsa con aquellas palabras, como si fueran importantes para mi, respiro hondo, mi mente hasta el momento es como una enorme hoja en blanco, quiero que así siga.—Anelys, te amo, tienes que volver conmigo.Esa voz… tenso el cuerpo, los recuerdos me avasallan, todo me golpea haciendo de mi vida una maldita película, y abro los ojos de golpe cuando todo toma forma, cuando mi mente me recuerda el acantilado, el miedo y…—Lenin —susurro