19 de marzo de 1742Catherine se observa una vez más en el pomposo vestido azul claro que lleva puesto. Se ve tan diferente que no puede reconocerse. Su cabello ya no es rojizo, ahora es de un castaño oscuro; el color le endurece un poco las facciones, pero no ha dejado de verse hermosa.Andrew le consiguió unos guantes de seda blancos para cubrir sus tatuajes, si no, podrían reconocerla de todas formas.Se siente un poco ridícula y fuera de lugar. Si sus hombres la vieran así, se reirían de ella.—Andrew, ¿de verdad esto es necesario?—Quería llevarte a un lugar especial acá. No creo que tengamos otra oportunidad como esta.—¿No me reconocerán?La pregunta se la responde ella misma en su mente: no.—Ni siquiera yo puedo reconocerte —bromea con una carcajada—, ¿vamos, mi lady?Catherine se echa a reír y le toma el brazo. Todo eso se le hace muy surreal. Salen a las calles y al principio mantiene la cabeza gacha y el corazón le late a toda velocidad, temiendo que la reconozcan los ofic
20 de marzo 1742La situación de Berry es cada vez más crítica. El sorbo de poción que le quedaba le ha servido para mantenerse en pie unas pocas horas. El sol en ese lugar sigue alto en el cielo y quemando sus cabezas con ahínco.Arden, Cooke, Selwyn y todos los demás marinos llevan esas mismas horas debatiendo si hacer esa fusión es una buena idea.—A ver, creo que al final la decisión es mía —interviene Berry con el ceño fruncido.—Ajá ¿y dónde encontrarás a alguien dispuesto a aceptar eso? No sabemos qué va a pasar con la otra persona —señala Selwyn.Cooke ha estado en silencio todo ese tiempo, no ha dicho nada respecto al tema desde que Arden lo comentó; sin embargo, el pirata no deja de mirarlo, pensó que se ofrecería, pero tal vez sí interpretó mal las cosas.—La bruja dijo que sería temporal, ¿no es así, Arden? —pregunta Berry.—Así es, pero no sé realmente cómo es. Nunca había escuchado de algo así.—Si no lo hago, moriré, y pueden despedirse del tesoro.Los murmullos de quej
21 de marzo de 1742Dicen que el dolor de la separación es tan fuerte como perder a alguien querido. Catherine había experimentado bien esa pena cuando Heinrik murió, sin embargo, tener que mentirle a Andrew y verlo alejarse con la mayor decepción en sus ojos, fue por lejos, mucho más amargo para ella.Andrew no ha vuelto a la casa donde se está escondiendo de los oficiales de Queen Bay y eso la destroza por dentro. Es ridículo; pues se encargó de alejarlo de todas las formas posibles en las que podía destrozarlo, y, aun así, lo que quiere ahora mismo es que él vaya a buscarla.Hoy es el día en que se supone que la bruja les devolverá a sus hombres para retornar a Birronto. Trata de poner toda su concentración y esfuerzo en eso, en lugar de pensar en Andrew o en Arden, a quien ansía ver; pero al mismo tiempo; no. Algo dentro de ella le dice que ver a Arden de nuevo también le traerá más dolor del que puede soportar.Catherine se mira por última vez en el espejo y se cubre con la capuc
21 de marzo de 1742“Tenemos que hablar”, las palabras que ninguna pareja quiere escuchar. Catherine suspira con fuerza y se sienta en la silla frente al escritorio, e invita a Arden a tomar asiento frente a ella.—Prefiero quedarme de pie —dice con seriedad.La capitana traga en seco, esa no puede ser una buena señal.—Bien, ¿qué tienes que decirme?—Primero que todo, pasó algo con Berry.Recién cuando lo menciona se da cuenta de que no lo ha visto por ningún lado. Su cabeza ha estado tan despistada pensando en el comodoro y en sus líos amorosos, que se ha comportado como una pésima capitana.—¡Es cierto! ¿Dónde está Berry?En automático mira el saco con los libros que recuperó y tiene un ligero mal presentimiento.—Trataré de explicarte esto de la forma más resumida y entendible que se pueda. Berry se quedó sin la poción azul que lo mantenía vivo…Su corazón se detiene por un instante.—¡¿Qué?! —Ahora sí que se siente la peor capitana del mundo entero.Ha sido tan egoísta que ni siq
24 de marzo de 1742—¡Capitana! —La voz de Cooke la despierta de un salto.Llevan cuatro días navegando a toda la velocidad que da el barco para poder llegar lo más pronto posible a la isla. Catherine se pone de pie de un salto y sale corriendo a la cubierta ante la llamada del marino; el paisaje que la recibe afuera no es ni una ínfima parte de lo que se imaginó que encontraría.Una humareda inmensa se levanta casi veinte metros sobre la isla. Ni siquiera necesita el telescopio para mirar que hay varias zonas en incendio. Siente que va a vomitar, que el corazón se le va a escapar del pecho y nadará hacia la isla; su isla.—Él está aquí —dice para sí misma, pero los marinos que están a su alrededor la escuchan.Arden sale desde las galeras y observa el paisaje con la misma cara de sorpresa y enojo que ella. Desde que le terminó hace cuatro días, la ha evitado todo lo que un barco de treinta metros de largo puede proveer de espacio.Ella se había limitado a quedarse en su camarote todo
24 de marzo de 1742De pronto Catherine se siente como en una especie de sueño surrealista. Está viendo a la persona que tiene en frente, pero no es capaz de procesarlo. Esa mujer es muy parecida a ella, pero se nota que la inclemencia de los años le ha cobrado facturas con creces. Su padre la mira y en sus ojos puede notar el desconsuelo que le causa ver a su hija en esa posición.Ni siquiera por la apuesta más osada del mundo se habría arriesgado a suponer que la bruja de Roger Sparrow iba a ser nada más y nada menos que su propia madre.Hay demasiadas preguntas y muy pocas respuestas ante todas las dudas que se empiezan a formar en su cabeza.—Te he dicho que ese ya no es mi nombre —corrige la mujer al pirata—. Mi nombre es Cassia.—¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Cómo puede ser esa mujer la madre de Catherine? —cuestiona Arden.Sparrow sigue con la espada en el cuello del capitán Morgan y mira a Catherine directo a los ojos.—Dame los libros, o… —no termina de formular la amena
21 de marzo de 1742 (cuatro días antes)Esa mañana en Queen Bay todo se siente gris y apagado, o quizá es Andrew Sallow quien lo interpreta así. Desde que ella le dijo que prefería estar con Arden, todo su mundo se desmoronó. No quiso volver a su casa para tener que enfrentar a su madre y su disgusto por haberle presentado una “prometida” de forma inesperada; mucho menos para aguantarse su cara de felicidad al decirle que todo se había acabado.En retrospectiva, no pensó bien las cosas. Fue un grave error haberla llevado sin previo aviso a conocer a sus padres, y querer forzarle una vida que no tuvo ni tendrá. Algo que no es.Para mantener distancias prefirió quedarse en casa de Isaac, junto a Jacob.—Apresúrate Jacob. Debes ir a ponerla en un lugar seguro —apremia Andrew.—No entiendo por qué no puedes hacerlo tú. No duraron ni un día aquí y ya se pelearon —comenta sin darle demasiada importancia.Andrew lo mira con cara de pocos amigos y él baja la cabeza.—Ya te lo dije, debo distr
24 de marzo de 1742Andrew lleva tres días y una noche entera remando sin descanso para poder llegar a la isla de Birronto a tiempo. Esa mañana su cuerpo le pide que pare, que ya no puede más del cansancio. La brújula lo ha guiado todo este tiempo en dirección al norte más allá de donde alguna vez había navegado. Por suerte el clima ha estado tranquilo esos días, y la corriente ha estado casi siempre de su lado, empujando el pequeño bote hacia el lugar correcto.Saca la bota de agua y se da cuenta de que ya casi no le queda nada. Se acuesta sobre la madera húmeda y dura y cierra los ojos con un suspiro. Empieza a creer que ha sido mala idea todo eso, que tal vez la brújula de alguna forma sabe que él no es un pirata de verdad, y lo está llevando mar adentro para morir de hambre y sed bajo el inminente sol.Está por quedarse dormido allí cuando un aroma a quemado lo despierta de su letargo. Se sienta de golpe y arruga la vista debido al resplandor. El brillo en el agua no lo deja ver b