24 de marzo de 1742De pronto Catherine se siente como en una especie de sueño surrealista. Está viendo a la persona que tiene en frente, pero no es capaz de procesarlo. Esa mujer es muy parecida a ella, pero se nota que la inclemencia de los años le ha cobrado facturas con creces. Su padre la mira y en sus ojos puede notar el desconsuelo que le causa ver a su hija en esa posición.Ni siquiera por la apuesta más osada del mundo se habría arriesgado a suponer que la bruja de Roger Sparrow iba a ser nada más y nada menos que su propia madre.Hay demasiadas preguntas y muy pocas respuestas ante todas las dudas que se empiezan a formar en su cabeza.—Te he dicho que ese ya no es mi nombre —corrige la mujer al pirata—. Mi nombre es Cassia.—¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Cómo puede ser esa mujer la madre de Catherine? —cuestiona Arden.Sparrow sigue con la espada en el cuello del capitán Morgan y mira a Catherine directo a los ojos.—Dame los libros, o… —no termina de formular la amena
21 de marzo de 1742 (cuatro días antes)Esa mañana en Queen Bay todo se siente gris y apagado, o quizá es Andrew Sallow quien lo interpreta así. Desde que ella le dijo que prefería estar con Arden, todo su mundo se desmoronó. No quiso volver a su casa para tener que enfrentar a su madre y su disgusto por haberle presentado una “prometida” de forma inesperada; mucho menos para aguantarse su cara de felicidad al decirle que todo se había acabado.En retrospectiva, no pensó bien las cosas. Fue un grave error haberla llevado sin previo aviso a conocer a sus padres, y querer forzarle una vida que no tuvo ni tendrá. Algo que no es.Para mantener distancias prefirió quedarse en casa de Isaac, junto a Jacob.—Apresúrate Jacob. Debes ir a ponerla en un lugar seguro —apremia Andrew.—No entiendo por qué no puedes hacerlo tú. No duraron ni un día aquí y ya se pelearon —comenta sin darle demasiada importancia.Andrew lo mira con cara de pocos amigos y él baja la cabeza.—Ya te lo dije, debo distr
24 de marzo de 1742Andrew lleva tres días y una noche entera remando sin descanso para poder llegar a la isla de Birronto a tiempo. Esa mañana su cuerpo le pide que pare, que ya no puede más del cansancio. La brújula lo ha guiado todo este tiempo en dirección al norte más allá de donde alguna vez había navegado. Por suerte el clima ha estado tranquilo esos días, y la corriente ha estado casi siempre de su lado, empujando el pequeño bote hacia el lugar correcto.Saca la bota de agua y se da cuenta de que ya casi no le queda nada. Se acuesta sobre la madera húmeda y dura y cierra los ojos con un suspiro. Empieza a creer que ha sido mala idea todo eso, que tal vez la brújula de alguna forma sabe que él no es un pirata de verdad, y lo está llevando mar adentro para morir de hambre y sed bajo el inminente sol.Está por quedarse dormido allí cuando un aroma a quemado lo despierta de su letargo. Se sienta de golpe y arruga la vista debido al resplandor. El brillo en el agua no lo deja ver b
24 de marzo de 1742Es increíble cómo todo puede descontrolarse de un momento a otro. De pasar a estar por morir a manos de Sparrow, ahora Catherine, Arden y Andrew están corriendo por sus vidas; después de haber matado a Darrel Acheron.Roger volvió a lo que quedaba del edificio de la cofradía con más hombres, disparando en todas direcciones sin importarle si quedaban piratas de su bando o no. Así que los tres debieron salir corriendo sin poner atención a lo demás.Sin embargo, Catherine sí que se percató de que la serpiente del mar había quedado inconsciente en el suelo. Espera que esté vivo, de lo contrario, sería otro pirata más que se suma a la lista de personas que han muerto por su culpa.Antes de llegar a la playa ya se escucha el sonido de los cañones. La capitana se detiene pensando que es a ellos a quienes atacan, Arden la imita, pero el comodoro sigue corriendo de frente.—¿Qué están haciendo? ¡Vamos!—Los cañones…—Debe ser la tripulación. Están liberando el barco —explic
24 de marzo de 1742Bajo la oscuridad y solo la tenue iluminación de una pobre antorcha, Cassia está sentada con el bolso que traía, bien aferrado entre sus brazos.—¿Qué es eso que escondes ahí?La voz de su hija la hace sobresaltar. De inmediato se pone de pie y se acerca a los barrotes con una sonrisa.—Es la pieza que te hace falta para encontrar el tesoro.Hasta ese momento, la capitana había olvidado por completo que Sparrow tenía el otro libro; el de la isla del oeste. Intenta disimular su sorpresa, pero Cassia se da cuenta.»Lo habías olvidado, ¿no es así?—Qué conveniente que tú lo trajeras. ¿Cómo es que Sparrow te dejo ir así tan fácil?—No se dio cuenta de que me lo robé en la confusión del momento, y no me dejó ir.—Yo no vi que pusiera mucho empeño en capturarte. —Catherine no confía para nada en esa mujer.—Estoy segura de que no ha notado mi ausencia todavía. Además, no podría alcanzarte, aunque quisiera. Eres una gran pirata.—Adularme no te servirá.—No es adulación,
25 de marzo de 1742Como la sensación de quedarse en blanco, mirando el papel durante horas en busca de una idea que pueda llenarlo. Así se siente Catherine en ese momento. Enjuga sus lágrimas porque no quiere que nadie se dé cuenta de que ha estado llorando; mucho más de lo que lo ha hecho en años.Cuando entra a la habitación donde están reunidos los piratas y Andrew, ninguno le presta particular atención, están mucho más concentrados en completar el mapa. Han abierto el campo para colocar los cuatro libros; uno en cada cuadrante.—Espera —dice Andrew antes de que Cooke ponga el libro en la esquina faltante.—¿Qué? —pregunta mirándolo con el ceño fruncido.Catherine se da cuenta de que sus ojos ya han empezado a cambiar, sin embargo, nota algo peculiar, algo que no debería ser así. Cooke le había explicado que el color de ojos de Berry; negro; iría desapareciendo poco a poco. Pero lo que ella ve ahora es que el negro se está pasando lentamente al ojo marrón de Cooke.Lo mira extraña
25 de marzo de 1742La sensación de falta de aire en los pulmones y un dolor muy intenso y agudo en su espalda, costillas y torso, aturden al comodoro. Intenta ponerse de pie con mucho esfuerzo, pero vuelve a caer al suelo. Apoya una rodilla para no desplomarse por completo.Unas manos lo sujetan por los hombros y lo arrastran hasta atrás. No logra ver quién es pues su visión se ha vuelto borrosa.—¿Está bien? —pregunta Selwyn.—Sí —responde a duras penas. No está para nada bien. Le duele todo el cuerpo, como si una manada de elefantes le hubiera pasado por encima.Su vista se aclara y logra ver lo que tiene en frente. La intensa luz que veía en medio de su visión borrosa no se debía a un efecto secundario; sino a la cúpula brillante que rodea a Catherine, Arden y Cooke.Los tres están tendidos en el suelo, Catherine y Arden cayeron como estaban sobre el cuerpo de Cooke. La cúpula que los cubre es transparente y parece moverse, dejando ver destellos de colores como el arcoíris.—¿Qué
25 de marzo de 1742La isla de Birronto aparece ante Catherine y Arden, pero lejos de verse destruida; parece el mismo paraíso tropical al que ya estaban tan familiarizados. Los árboles se mecen a merced del viento y las aguas azul turquesas del mar acarician la costa, dando la sensación de estar en un sueño.—¿Dónde estamos? —pregunta Arden.—Parece Birronto —musita Catherine.—No puede ser la isla, tú misma viste cómo estaba.—¿A dónde se fue Berry? —pregunta mirando a todos lados.—No tengo idea, todo esto es muy extraño, hasta para mí.Ambos continúan tomados de la mano, Catherine es la primera en percatarse de ello. Dirige la mirada a sus dedos entrelazados y lo contempla con melancolía, antes de que él se dé cuenta. Cuando Arden lo nota, se apresura a soltarle.—Deberíamos buscarlos —propone.—Sí, tienes razón —carraspea la garganta y ambos intentan disimular que aquello no les pareció incómodo.Berry ha vuelto a desaparecer y no parece haber nadie en ese lugar. Deciden caminar