XXII. Cena

Con el paso de los días me convencía cada vez más de que Julen Black tenía todo que ver con lo que le había pasado a mi esposo, que era el culpable de que mi vida se hubiese acabado e incluso empezaba a dudar de que mis padres y mis suegros estuviesen con bien, porque si ese fuera el caso, ya me hubiese permitido hablar al menos con mi madre.

Luego de ese día no lo volví a ver y no iba a mentir, no verle la cara era un alivio, porque así me podría serenar y pensar con calma un plan para escapar de este lugar, solo que no había mucho que hacer sabiendo que yo lo detestaba y lo aborrecía en todos los sentidos.

Pese a que no me volvieron a encadenar, seguía estando presa en esas cuatro paredes. Lo único que podía hacer era caminar por la habitación y mirar por la única ventana que había, con la esperanza de ser libre, pero temerosa de que la paciencia de ese hombre acabara y terminara haciéndome daño.

La mujer que siempre me traía la comida entró con una bandeja en mano y la miré desde d
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