En silencio caminamos hasta la recepción, donde nos dieron nuestras respectivas habitaciones y nos guiaron al restaurante. Aunque en realidad quería ir a mi habitación, hablar con mi esposo por un rato y dormir hasta el siguiente día, no podía ignorar mi estómago. Mis tripas gruñían a medida que caminábamos por el amplio comedor y el olor a la comida llenaba mis fosas nasales.
Una vez en nuestra mesa, el Sr. Black sacó la silla para mí y le agradecí en un susurro, sintiendo que su mirada se volvía diferente.
Él tomó lugar frente a mí, pero no apartó su mirada de mí incluso cuando una de las camareras trajo la carta. ¿Acaso tenía algo en la cara y por eso me miraba tanto? ¿Estaré despeinada, con el maquillaje corrido o tendré micos en la cara y por eso me observaba de esa manera tan inquietante?
Su mirada me ponía tan nerviosa con cada segundo. No me gusta que las personas se me queden viendo tan fijamente, menos un hombre.
—¿Qué te gustaría comer? —inquirió con voz suave y profunda—. Las gambas en este lugar son deliciosas.
—No, gracias, la única vez que probé las gambas tuve una mala experiencia con ellas y no me gustaron en lo más mínimo.
Mi jefe rio divertido, mirándome con curiosidad.
—Pero si son muy ricas.
—A mí no me parece, además no las pelan. ¿Qué gracia tiene que vendan camarones si nos los pelan como se supone debe ser?
Volvió a reír y pidió a la camarera un cóctel de gambas, así como una ensalada y una botella de vino más dos copas. No tuve más opción que acceder, después de todo, el hombre era mi jefe y no quisiera llevarle la contraria.
—Debes retirarle la cáscara a la gamba, la cabeza y las patas para poder comerla.
—¿De verdad? —fruncí el ceño—. Nadie me dijo eso, pensé que ya venían listas para comer y no fue así. Fue la única comida que no me gustó.
—Algunos alimentos de mar no están completamente listos para comer incluso si te lo sirven en un restaurante, en este caso, las gambas. Debes quitar la cáscara tú misma, pero no tienes que preocuparte, en este cóctel ya vienen listas para que no pases dicho trabajo.
—Hubiese sido bueno tener un guía turístico que me lo dijera antes de discutir con la camarera por el mal servicio que me brindaron —susurré, entre avergonzada y divertida—. Pensé que eran como los camarones.
—Ahora lo sabes, así que espero que te guste el cóctel de gambas.
—Le daré el beneficio de la duda solo porque me lo recomienda, Sr. Black.
Sonrió ladeado.
—No seas tan formal conmigo, Amanda. Puedes tutearme.
—No me sentiré cómoda si lo hago.
—¿Por qué no? —enarcó una ceja—. Eres mi secretaria, pero cada vez que te diriges a mí tan formal me siento demasiado viejo.
—No lo tome personal, Sr. Black. No puedo evitar dirigirme a usted con respeto, después de todo, es mi jefe.
—De acuerdo, algún día te haré cambiar de opinión —aseguró divertido, y pude notar los dos hoyuelos que se formaban en sus mejillas cuando sonreía.
Ahora fui yo quien rio, justo cuando dos camareras traían lo que mi jefe había ordenado. En ese momento, mi teléfono sonó y me apresuré a sacarlo, sonriendo aún más grande al ver el mensaje que me envió mi esposo:
«¿Ya estás instalada? Quiero ver a mi preciosa y sexi esposa».
«Ya estoy en el hotel, pero en este instante estoy cenando con mi jefe. Supongo que tendrás que esperar un poco más para ver a tu preciosa y sexi esposa, Sr. Lester», respondí, mordiendo mi labio inferior.
«Qué mala suerte la mía, yo esperaba encontrarte en la cama con un diminuto pijama mientras me deseabas las buenas noches».
«No comas ansias, cariño».
«No puedo evitarlo, te has ido hace unas horas y ya me haces mucha falta», sus palabras hicieron que mi corazón latiera lleno de ternura.
«Pronto estaré de regreso y me verás con el diminuto pijama en vivo y en directo, hasta lo puedes quitar y hacer todo lo que deseas con esta humilde servidora», respondí sugerente.
«Solo haces que me calientes más, mi amor».
Solté una carcajada, tentada en llamarlo y hablar sucio con mi esposo como en los tiempos universitarios o cuando salía de viaje de negocios.
«Te haré videollamada tan pronto esté en la habitación, tendida en la cama y con el diminuto pijama que traje solo para enseñarselo a mi pervertido esposo».
«Dale una excusa a tu jefe, te llamaré en diez minutos», culminó su mensaje con una carita perversa y que dejaba en claro que no respondería más mensajes.
Mordí mis labios, apretando las piernas con fuerza, con el corazón desbocado y sintiendo el calor recorriendo toda mi piel y concentrándose en una zona en específico de mi cuerpo, que latía llena de deseos por ser acariciada por esas manos grandes y fuertes.
Joder, como me encanta cuando Will es posesivo, todo un hombre dominante que no espera el momento de complacerme incluso estando lejos.
Levanté la mirada y me encontré con los profundos e inexpresivos ojos de mi jefe, por lo que sentí que mi cara se sonrojaba un poco más de ser posible. Puede que no tenga ni una idea de lo que hablaba con mi esposo, pero con mis gestos y el cambio de mi respiración, no hace falta que sea un adivino.
Qué vergüenza más grande, quisiera que la tierra me tragara en este momento tan incómodo y bochornoso, y todo por culpa de ese hombre insaciable y que amo con total locura.
—Come —indicó mi jefe, sirviéndose una copa de vino que no tardó en tomarse de un sorbo.
—Buen provecho —atiné a decir, enterrando el rostro en la comida frente a mí y llenando mi boca para no decir absolutamente nada más.
Mientras comía tan rápido como podía, observaba mi teléfono y de reojo le daba miradas a mi jefe, que estaba concentrado en su comida y bebiendo tragos de vino uno detrás del otro sin parar. Cuando nuestras miradas se encontraron por una milésima de segundo, sentí que la comida perdía todo sabor.
Sus ojos eran fríos, emitían una profunda oscuridad donde no podía apreciarse más que un azul bonito. Era como observar un inmenso vacío, algo que me provocó escalofríos.
Pero así como su mirada se tornó oscura por escasos segundos, la amabilidad volvió a sus ojos en tan solo un pestañeo, que inclusive llegué a pensar que solo se trató de mi imaginación.
Lo vi llamar a una de las camareras y me quedé en silencio, esperando lo siguiente que iba a ordenar. Diez minutos no me habían parecido tan eternos como ahora, aún no había señal de Will, por lo que me estaba dando mi tiempo de comer e ir a mi habitación.
—Tráeme una botella de whisky —pidió y lo miré sorprendida.
—Sí, señor —la camarera se marchó al instante.
—Puedes ir a descansar, recuerda que mañana tenemos una reunión a primera hora de la mañana —dijo con indiferencia.
—Sr. Black, ya bebió suficiente vino, si sigue tomando mañana no querrá levantarse de la cama.
—¿Estás aquí para cuidar de mí o para seguir mis órdenes? —inquirió, mirándome de una manera tan fría que me heló la sangre—. Ve a tu habitación, Amanda.
—Le pido una disculpa, Sr. Black —respondí con todo el temple que pude reunir, pero preguntándome por qué su humor se había agriado tan de repente—. Que tenga una buena noche. Permiso.
Me apresuré a ponerme de pie y salir del comedor, pensando que tal vez había recordado lo del incendio y por eso su cambio de actitud. Todo estaba bien, ni siquiera dije algo que pudiese enojarlo. Todo lo contrario, estaba sonriente y tranquilo mientras hablábamos, pero de un segundo a otro su humor cambió del cielo a la tierra.
Subí al ascensor al tiempo que mi teléfono sonaba, se trataba de Will que me hacía una videollamada. Estaba sola en la caja de metal, por lo que respondí sonriendo, pero pronto me vi mordiéndome los labios al notar su pecho descubierto y su cabello húmedo.
—Qué ganas de estar en casa —comenté.
—Que ganas de que estés aquí, mi amor —me guiñó un ojo con descaro, moviéndose de tal manera que los músculos de sus hombros se tensaron, y mi boca se hizo agua—. ¿Ya estás en la habitación?
—Voy de camino, sexi esposo.
—Muy bien, con ese veré en vivo cómo mi esposa se quita ese sexi uniforme y toma una ducha caliente —sonrió perversamente, haciendo que todo mi ser se estremezca—. Además, tengo una noticia que darte.
—Ah, ¿sí? ¿Cuál es esa noticia? —inquirí, saliendo del ascensor.
—Primero quiero verte desnuda, después te daré la buena noticia.
—Tramposo —sonreí, entrando a la habitación y asegurándome de que mis pertenencias estuvieran allí—. Déjame quitarme el maquillaje y tomaré la ducha caliente contigo.
Un suspiro resonó al otro lado de la línea y me apresuré a quitarme toda la ropa, dispuesta a olvidarme del día tan pesado y largo que había tenido en manos de mi querido esposo así fuese desde la distancia.
Completamente desnuda me encaminé hacia el baño, donde una gran bañera esperaba por mí. Mientras esperaba paciente que se llenara, le mostré con total desinhibición los senos a mi marido, quien mantenía su fiera mirada en mí y cada parte de mi piel expuesta.—Quiero tenerlas en mi boca y entre mis manos —susurró con voz profunda y cargada de deseos—. Y sí, quisiera deslizarme una y otra vez entre ellas. Son tan perfectas.Sus palabras más esa forma ronca de hablar me tenía sumamente húmeda y con ganas de estar entre sus brazos para cumplir todas nuestras fantasías.—¿Podrás soportar tres días, cariño mío? —pregunté juguetona, deslizando la yema de mis dedos por la cima fruncida y endurecida de mis pechos—. No es tanto tiempo. ¿o sí?—Es demasiado —suspiró, mordiendo su boca—. Me vas a matar, mujer. Sabes que eres puro fuego del más corrosivo. No tienes ni un poco de compasión de mí.Sonreí, acariciando perezosamente mis pechos y mi cuello, antes de acomodar el teléfono de tal manera d
◊JULEN◊Reproduje una vez más el video en mi computador personal, pero esta vez poniéndolo en silencio, detestando la idea de volver a escuchar ese cruce de palabras que solo incrementaron mi ira a niveles que no sabía podía existir.Le di un trago más a la botella de whisky y me enfoqué en el hermoso rostro de Amanda, en sus labios rojos y rellenos por la forma tan violenta en que los muerde, en sus mejillas sonrojadas, en sus hechizantes ojos avellanas que transmiten tanto y a la vez nada, en su piel nívea y suave.El calor del whisky se centró en mi creciente erección, por lo que cerré los ojos por un momento, apretándola entre mi mano y tratando de sentirme conectado a ella.Abrí los ojos nuevamente y suspiré hondo, recorriendo ese cuerpo de infarto que me enloqueció desde el primer momento en que lo vi. Sus senos redondos, grandes y perfectos moviéndose al compás de su agitada respiración, su vientre plano, sus caderas anchas y sus piernas de par en par mientras su mano se pierde
AMANDARegresamos a Canberra antes de tiempo, pero no pude ir directo al apartamento para tenerle una sorpresa a mi esposo. El Sr. Black estaba retrasado con varios compromisos, por lo que me pidió que trabajara extra para no incumplir ninguno de ellos.—Necesito que organices mi agenda y de alguna forma asigna las citas que teníamos pendientes para este fin de semana. Normalmente no trabajo, pero con toda la situación que surgió aquí y teniendo en cuenta que la otra semana estoy lleno de compromisos, no tengo más opción que atenderlos entre el sábado y el domingo.—Le avisaré a todos —lo miré, tratando de entender por qué se veía tan serio y molesto—. ¿Necesita algo más, Sr. Black?—Sí, quiero ver el informe de las estadísticas. Supongo que ya tienes algo, ¿no?—No he podido adelantar mucho estando aquí, pero espero tenerlo listo a tiempo.—Déjame ver lo que llevas.—Sí, señor.Le entregué el computador en el documento que mantenía siempre abierto, puesto que no desaprovechaba cualqu
En los últimos días he estado tan llena de trabajo que no he podido organizarme con Will para asistir a nuestra cita con la ginecóloga que va a ayudarnos con nuestros planes de ser padres. Mi trabajo es algo tedioso y, en algunas ocasiones me gustaría renunciar por lo demandante que es, pero me está gustando mucho. Todo lo que he aprendido junto al Sr. Black me ha ayudado a avanzar y comprender muchas cosas que antes ignoraba.Por otro lado, mi esposo ha estado igual de saturado en el trabajo, por lo que, en los últimos días, apenas si nos vemos en las noches. Los fines de semana, o él viaja o lo hago yo con mi jefe. Ambos trabajos nos están consumiendo, pero bien vale la pena por el futuro de nuestros hijos y de nosotros mismos.En vista de que no he descansado desde hace dos semanas, me llené de valentía para pedirle un día libre al Sr. Black, con ello podré saber de una vez por todas los resultados de nuestros exámenes. Incluso Will se tomará un par de horas de su tan apretada agen
Quería descansar, dormir, ver televisión, leer un libro, incluso comer helado. Tenía en mente ir a cenar con mi esposo, pero con lo que ocurrió en la clínica, apenas si he podido analizar bien la situación. La doctora no mencionó que fuese grave o que no pudiéramos tener hijos, pero era de lógica sentir ciertos temores. Además de que me preocupaba más como estaba mi esposo que cualquier otra cosa.Durante el día traté de no pensar demasiado, pero cuando menos lo esperaba mi mente ya se encontraba divagando nuevamente, haciéndose escenarios tanto buenos como malos. Ahora entendía lo que decían, que la mente es el peor enemigo que pueda existir.Lo que debió ser un día para descansar del estrés del trabajo, se volvió en uno donde estuve dando vueltas por todo el apartamento sin encontrar sosiego alguno, tratando de no pensar en lo malo, y sin poder sacar de mi mente esa mirada acongojada de mi esposo.La noche llegó más rápido de lo que pensé y con ello la desesperación al ver correr la
Han pasado varios días desde que nos dieron los resultados de nuestros exámenes y desde que Will tuvo su pequeño momento de fragilidad, pero como siempre, supimos afrontar el problema y seguir adelante juntos, siendo esa pareja que no se rinde tan fácilmente.De momento, Will no ha ido a realizarse la siguiente toma de su próximo examen porque no ha tenido mucho tiempo libre, pero me aseguró que tan pronto pudiera ir, lo haría. Y aquello me hace feliz, porque eso me indica que su deseo de ser padre no ha desistido ante el primer obstáculo que se nos ha cruzado en el camino.Aunque aun lo noto pensativo y me ha confesado en más de una ocasión que siente miedo de que no podamos ser padres, le he dado la calma que tanto necesita, y su animo poco a poco ha ido subiendo.Así como ordenó la doctora, se sometió al tratamiento que deberá seguir por los próximos tres meses, todo con el fin de poder generar un esperma de calidad y que solo se trate de factores externos y no por algo fisiológico
No sé por cuánto tiempo dormí, solo sentí un suave toque en mi mejilla antes de abrir los ojos lentamente, soñolienta y desorientada, pensando que me encontraba en casa con mi esposo y no de viaje con mi jefe.Una mirada profunda y completamente azul me recibió de frente y el brillo en sus ojos me hizo sentir una ráfaga de frío. Un temblor se apoderó de mi cuerpo por milésimas de segundos, fue tan poco, apenas mientras salía del adormecimiento y todos mis sentidos despertaban de ese rico y reconfortante sueño.Quedé sentada de golpe al ver al Sr. Black muy cerca de mí, mirándome con una fijeza abrumadora y aun con su mano en mi mejilla. Mi corazón se aceleró, advirtiendo que lo que estaba haciendo mi jefe se pasaba de todo limite.Al igual que yo, salió de su estupor y se apartó un poco sonriendo apenas perceptible, pero aun podía sentir el calor de su mano en mi mejilla, algo que me horrorizó, más cuando los latidos de mi corazón no encontraban cómo estabilizarse en mi pecho.—Ya hem
En medio de mi desesperación, preocupación y angustia las horas se fueron pasando con una lentitud que me estaba matando poco a poco. Sentía en mi corazón que algo muy malo había pasado, pero a la vez me decía una y otra vez que debía confiar en lo que todos me decían: que todo estaba bien y solo se debía a la paranoia que me había carcomido la mente y el corazón.Pero ¿cómo poder explicar la desesperación que siento aquí en mi pecho? ¿Cómo tener calma cuando han pasado tantas horas y no he sabido absolutamente nada de mi esposo?No sé qué diablos sucedió, todo a mi alrededor perdió importancia alguna. En este momento donde me encuentro al borde del colapso, no tengo cabeza para absolutamente nada. De no ser por mi jefe, el Sr. Black, no podría conseguir algo de sosiego y tratar de pensar con más calma.Tan pronto terminó todos sus compromisos, se puso en contacto con la empresa para la que trabaja Will, y allí le aseguraron que todo el equipo con el que mi esposo viajó abordó el avió