Completamente desnuda me encaminé hacia el baño, donde una gran bañera esperaba por mí. Mientras esperaba paciente que se llenara, le mostré con total desinhibición los senos a mi marido, quien mantenía su fiera mirada en mí y cada parte de mi piel expuesta.
—Quiero tenerlas en mi boca y entre mis manos —susurró con voz profunda y cargada de deseos—. Y sí, quisiera deslizarme una y otra vez entre ellas. Son tan perfectas.
Sus palabras más esa forma ronca de hablar me tenía sumamente húmeda y con ganas de estar entre sus brazos para cumplir todas nuestras fantasías.
—¿Podrás soportar tres días, cariño mío? —pregunté juguetona, deslizando la yema de mis dedos por la cima fruncida y endurecida de mis pechos—. No es tanto tiempo. ¿o sí?
—Es demasiado —suspiró, mordiendo su boca—. Me vas a matar, mujer. Sabes que eres puro fuego del más corrosivo. No tienes ni un poco de compasión de mí.
Sonreí, acariciando perezosamente mis pechos y mi cuello, antes de acomodar el teléfono de tal manera donde pudiese verme completa a la hora de sumergirme en la bañera.
—Dios mío —lo escuché decir y reí.
¿Qué mujer no se sentiría satisfecha y poderosa de seguir provocando a su marido luego de ocho años de relación y darse cuenta de que ese fuego aún no se ha extinguido? Muchos me dijeron que la pasión acababa tiempo después, pero a mí nunca me ha sucedido aquello. Tanto Will como yo mantenemos nuestras ganas intactas, hasta me atrevo a decir que con el paso de los años la llama se ha ido intensificando gradualmente.
Es maravilloso compaginar con tu pareja en todos los aspectos. No solo estamos en las buenas y en las malas, en la salid y en la enfermedad como lo prometimos, sino que también estamos hechos a la medida. Encajamos a la perfección en cada aspecto de nuestra vida, aún más en la cama, cuando los deseos nos superan y la pasión habla por sí sola.
Me sumergí en la bañera con toda la sensualidad que una mujer puede poseer al sentirse poderosa y sonreí coqueta a la cámara, llevando mis manos por el agua y luego pasándolas con suavidad por mis senos. El agua cubría hasta mis pechos, por lo que mi esposo aun podía apreciar las cimas endurecidas y deseosas de su hambrienta boca.
—Ahora déjame ver un poco más —pedí.
—Pero yo quiero ver como te tocas por y para mí —se quejó en voz baja, aun así, bajó la cámara y mordí mis labios al verlo en toda su gloria, en lo alto, endurecido y húmedo; listo para mí—. Esa mirada, esposa.
—Es la única que tengo, esposo.
Me puse en pie y me senté en el borde de la bañera, abriendo mis piernas de par en par y deslizando mis dedos con la misma suavidad y lentitud con la que él sostenía su masculinidad.
Las palabras en ese instante sobraban, puesto que con la mirada nos lo dijimos todo. El baño se llenó de mis gemidos y mi cuerpo vibró en cada toque sin perderme a detalle como mi esposo perdía el control y se dejaba vencer por mi voz al otro lado de la línea.
Su perfecto cuerpo era un deleite del cual nunca me aburriría en esta ni en la otra vida. Sus músculos tensos, el sudor que corría por su piel, la forma en que sus venas se brotaban y se endurecía cada vez más. Su intensa mirada más verlo tan excitado me tenía tan caliente que mi mano no se podía comparar ni un poco con toda la calma que él me brindaba.
Ansiaba su toque, sus besos, su salvaje ternura a la hora de someterme. Necesitaba que calmara todo ese fuego que él mismo había iniciado y yo no podía contener ni mucho menos apagar.
Entre toques mucho más profundos y gemidos llenos de desesperación, le supliqué como muchas veces lo hacía. Por más de que me sentía complacida al compartir este momento tan íntimo, lo que necesitaba era a él.
—Te necesito, Will —susurré en voz alta, vibrando por completo ante las sensaciones que me sumergían en un intenso éxtasis de placer—. No sabes lo mucho que necesito de ti.
—Oh, mi diosa, también te necesito —suspiró—. Tu boca aclama mis besos, tu piel arde al necesitar el toque de la mía y tu interior... Joder, mira cómo estás de húmeda, tan lista para recibirme y cobijarme en tu apretado y caliente interior.
La sola idea de imaginarlo entre mis piernas, tomándome con brutalidad mientras me besaba y su mano envolvía mi cuello, mi espalda se curvó y mi cuerpo vibró con tanta violencia que creía que no era natural la manera en que mi mente quedó en blanco y solo pude ser una sola con él a la distancia, estallando en cientos de sentires que hacían doler con intensidad mi centro.
Mantuve los ojos cerrados por varios minutos, hasta que todo resquicio de placer desapareció y los abrí, solo para encontrar a mi esposo sonriendo, con las mejillas sonrojadas y una mirada completamente obnubilada de placer.
—Lo más hermoso en este mundo eres tú —dijo y una sonrisa se dibujó en mi rostro, así como sentí que mis mejillas se calentaban—. Y eres mucho más hermosa cuando llegas a tu orgasmo.
Me sumergí en la bañera nuevamente y me acerqué lo más que pude al teléfono, viendo a mi esposo más tranquilo y aun con la evidencia de su semen regado por su vientre.
—Y soy la única, ¿o no? —bromeé.
—Eres y serás la única, eso no tienes por qué dudarlo, mi amor —acomodó la cámara y mostró su hombría palpitante, lo que me hizo reír y desear tomarla en mi boca—. Este desastre solo lo puedes provocar tú y nadie más que tú.
—Te amo tanto, William Lester —no aparté la mirada de sus ojos y pude notar como ellos brillaban con mucha más intensidad—. En este momento, donde no estoy a tu lado, mi corazón termina de convencerse que eres tú a quien amaré por el resto de mi vida.
Sonrió.
—¿Recuerdas cuando nuestros padres nos dijeron que nos habíamos apresurado en casarnos? —inquirió y asentí, riendo, recordando a la perfección aquel día inolvidable—. Les dije que jamás era apresurado unirse a la persona que más se ama, porque, Amanda, a ti te he amado desde hace tantos años. Eres mi primer amor, mi primera ilusión, la primera chica con la que viví tantos momentos buenos y malos, la chica que vi hacerse mujer entre mis brazos, con la que deseé toda una vida, tener hijos, conocer el mundo. Ese día les dije a mis padres que te amaría incluso estando muerto, porque este amor que siento por ti no puede combatir contra la muerte.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y, por más que parpadeé para no dejarlas caer, ellas empaparon mi rostro sin que pudiera hacer nada. Así es nuestro amor, una conexión que va más allá de una pasión.
—No llores, mi vida.
—Estoy llorando de felicidad —limpié mi rostro—. No necesito nada más en esta vida para ser feliz, porque ya lo soy teniéndote cada día y cada noche a mi lado. ¡Ah, Will, quiero besarte!
Soltó una risita divertida y nos quedamos viendo fijamente por largos segundos, con ese amor y devoción tan característico nuestro.
—Podrás besarme mañana, Sra. Lester —dijo de repente y lo miré sorprendida—. Viajaré a Melbourne en horas de la mañana. Volveré mañana mismo, pero podemos pegarnos una escapada para al menos besarnos.
—¿Estás bromeando?
—No, debo ir a una reunión importante con el Sr. Weiss, y como mi esposa está en la ciudad por temas de trabajo, solo pensé que vernos y darnos un pequeño beso sería maravilloso.
De solo imaginar ese pequeño beso mi corazón bombea con fuerza, y no precisamente el que tengo en el pecho.
—Sr. Lester, harás que el regaño que mi jefe me dé merezca la jodida pena.
***
¡Hey, amores, espero estén muy bien!
¿Qué les está pareciendo este libro? Mucha miel nos va a empalagar, ¿no creen?
El siguiente capítulo por fin sabremos lo que piensa nuestro querido Julen, y desde ya les digo que la etapa de la miel y el amor rosita se acabó, así que espero que estén listas para todo lo que se viene.
No olvides votar, comentar y seguirme. Gracias por el apoyo y el amor que le dan a mi trabajo.
No leemos más tardecito con otro capítulo.
Las amodoro.
◊JULEN◊Reproduje una vez más el video en mi computador personal, pero esta vez poniéndolo en silencio, detestando la idea de volver a escuchar ese cruce de palabras que solo incrementaron mi ira a niveles que no sabía podía existir.Le di un trago más a la botella de whisky y me enfoqué en el hermoso rostro de Amanda, en sus labios rojos y rellenos por la forma tan violenta en que los muerde, en sus mejillas sonrojadas, en sus hechizantes ojos avellanas que transmiten tanto y a la vez nada, en su piel nívea y suave.El calor del whisky se centró en mi creciente erección, por lo que cerré los ojos por un momento, apretándola entre mi mano y tratando de sentirme conectado a ella.Abrí los ojos nuevamente y suspiré hondo, recorriendo ese cuerpo de infarto que me enloqueció desde el primer momento en que lo vi. Sus senos redondos, grandes y perfectos moviéndose al compás de su agitada respiración, su vientre plano, sus caderas anchas y sus piernas de par en par mientras su mano se pierde
AMANDARegresamos a Canberra antes de tiempo, pero no pude ir directo al apartamento para tenerle una sorpresa a mi esposo. El Sr. Black estaba retrasado con varios compromisos, por lo que me pidió que trabajara extra para no incumplir ninguno de ellos.—Necesito que organices mi agenda y de alguna forma asigna las citas que teníamos pendientes para este fin de semana. Normalmente no trabajo, pero con toda la situación que surgió aquí y teniendo en cuenta que la otra semana estoy lleno de compromisos, no tengo más opción que atenderlos entre el sábado y el domingo.—Le avisaré a todos —lo miré, tratando de entender por qué se veía tan serio y molesto—. ¿Necesita algo más, Sr. Black?—Sí, quiero ver el informe de las estadísticas. Supongo que ya tienes algo, ¿no?—No he podido adelantar mucho estando aquí, pero espero tenerlo listo a tiempo.—Déjame ver lo que llevas.—Sí, señor.Le entregué el computador en el documento que mantenía siempre abierto, puesto que no desaprovechaba cualqu
En los últimos días he estado tan llena de trabajo que no he podido organizarme con Will para asistir a nuestra cita con la ginecóloga que va a ayudarnos con nuestros planes de ser padres. Mi trabajo es algo tedioso y, en algunas ocasiones me gustaría renunciar por lo demandante que es, pero me está gustando mucho. Todo lo que he aprendido junto al Sr. Black me ha ayudado a avanzar y comprender muchas cosas que antes ignoraba.Por otro lado, mi esposo ha estado igual de saturado en el trabajo, por lo que, en los últimos días, apenas si nos vemos en las noches. Los fines de semana, o él viaja o lo hago yo con mi jefe. Ambos trabajos nos están consumiendo, pero bien vale la pena por el futuro de nuestros hijos y de nosotros mismos.En vista de que no he descansado desde hace dos semanas, me llené de valentía para pedirle un día libre al Sr. Black, con ello podré saber de una vez por todas los resultados de nuestros exámenes. Incluso Will se tomará un par de horas de su tan apretada agen
Quería descansar, dormir, ver televisión, leer un libro, incluso comer helado. Tenía en mente ir a cenar con mi esposo, pero con lo que ocurrió en la clínica, apenas si he podido analizar bien la situación. La doctora no mencionó que fuese grave o que no pudiéramos tener hijos, pero era de lógica sentir ciertos temores. Además de que me preocupaba más como estaba mi esposo que cualquier otra cosa.Durante el día traté de no pensar demasiado, pero cuando menos lo esperaba mi mente ya se encontraba divagando nuevamente, haciéndose escenarios tanto buenos como malos. Ahora entendía lo que decían, que la mente es el peor enemigo que pueda existir.Lo que debió ser un día para descansar del estrés del trabajo, se volvió en uno donde estuve dando vueltas por todo el apartamento sin encontrar sosiego alguno, tratando de no pensar en lo malo, y sin poder sacar de mi mente esa mirada acongojada de mi esposo.La noche llegó más rápido de lo que pensé y con ello la desesperación al ver correr la
Han pasado varios días desde que nos dieron los resultados de nuestros exámenes y desde que Will tuvo su pequeño momento de fragilidad, pero como siempre, supimos afrontar el problema y seguir adelante juntos, siendo esa pareja que no se rinde tan fácilmente.De momento, Will no ha ido a realizarse la siguiente toma de su próximo examen porque no ha tenido mucho tiempo libre, pero me aseguró que tan pronto pudiera ir, lo haría. Y aquello me hace feliz, porque eso me indica que su deseo de ser padre no ha desistido ante el primer obstáculo que se nos ha cruzado en el camino.Aunque aun lo noto pensativo y me ha confesado en más de una ocasión que siente miedo de que no podamos ser padres, le he dado la calma que tanto necesita, y su animo poco a poco ha ido subiendo.Así como ordenó la doctora, se sometió al tratamiento que deberá seguir por los próximos tres meses, todo con el fin de poder generar un esperma de calidad y que solo se trate de factores externos y no por algo fisiológico
No sé por cuánto tiempo dormí, solo sentí un suave toque en mi mejilla antes de abrir los ojos lentamente, soñolienta y desorientada, pensando que me encontraba en casa con mi esposo y no de viaje con mi jefe.Una mirada profunda y completamente azul me recibió de frente y el brillo en sus ojos me hizo sentir una ráfaga de frío. Un temblor se apoderó de mi cuerpo por milésimas de segundos, fue tan poco, apenas mientras salía del adormecimiento y todos mis sentidos despertaban de ese rico y reconfortante sueño.Quedé sentada de golpe al ver al Sr. Black muy cerca de mí, mirándome con una fijeza abrumadora y aun con su mano en mi mejilla. Mi corazón se aceleró, advirtiendo que lo que estaba haciendo mi jefe se pasaba de todo limite.Al igual que yo, salió de su estupor y se apartó un poco sonriendo apenas perceptible, pero aun podía sentir el calor de su mano en mi mejilla, algo que me horrorizó, más cuando los latidos de mi corazón no encontraban cómo estabilizarse en mi pecho.—Ya hem
En medio de mi desesperación, preocupación y angustia las horas se fueron pasando con una lentitud que me estaba matando poco a poco. Sentía en mi corazón que algo muy malo había pasado, pero a la vez me decía una y otra vez que debía confiar en lo que todos me decían: que todo estaba bien y solo se debía a la paranoia que me había carcomido la mente y el corazón.Pero ¿cómo poder explicar la desesperación que siento aquí en mi pecho? ¿Cómo tener calma cuando han pasado tantas horas y no he sabido absolutamente nada de mi esposo?No sé qué diablos sucedió, todo a mi alrededor perdió importancia alguna. En este momento donde me encuentro al borde del colapso, no tengo cabeza para absolutamente nada. De no ser por mi jefe, el Sr. Black, no podría conseguir algo de sosiego y tratar de pensar con más calma.Tan pronto terminó todos sus compromisos, se puso en contacto con la empresa para la que trabaja Will, y allí le aseguraron que todo el equipo con el que mi esposo viajó abordó el avió
—Gracias por todo lo que me ha ayudado, Sr. Black. Jamás podré agradecerle lo que está haciendo por mí, aun sabiendo que no es su deber ni tampoco está en la obligación de hacerlo —le dije una vez su auto se detuvo frente al edificio que vivía—. Detuvo el viaje y todos sus compromisos por mí...—No tienes que agradecerme, lo hago porque me nace y de corazón —respondió, dándome una sonrisa apenas perceptible—. Eres más que mi secretaria, Amanda.Hice el esfuerzo sobrehumano para no llorar. La situación en la que me encontraba me tenía sensible, por lo que su ayuda y sus palabras me reconfortaban un poco en medio del caos que estaba y no sabía siquiera qué camino tomar.Gracias a él empezaron la investigación cuanto antes y avisaron a muchos países, de no ser así, aun estaríamos esperando alguna respuesta. Y no era solo yo la que buscaba a su esposo, también estaban los familiares del resto de personas que iban en el avión y tampoco había rastro de ellos, igual de desesperados que yo, t