No sé por cuánto tiempo dormí, solo sentí un suave toque en mi mejilla antes de abrir los ojos lentamente, soñolienta y desorientada, pensando que me encontraba en casa con mi esposo y no de viaje con mi jefe.Una mirada profunda y completamente azul me recibió de frente y el brillo en sus ojos me hizo sentir una ráfaga de frío. Un temblor se apoderó de mi cuerpo por milésimas de segundos, fue tan poco, apenas mientras salía del adormecimiento y todos mis sentidos despertaban de ese rico y reconfortante sueño.Quedé sentada de golpe al ver al Sr. Black muy cerca de mí, mirándome con una fijeza abrumadora y aun con su mano en mi mejilla. Mi corazón se aceleró, advirtiendo que lo que estaba haciendo mi jefe se pasaba de todo limite.Al igual que yo, salió de su estupor y se apartó un poco sonriendo apenas perceptible, pero aun podía sentir el calor de su mano en mi mejilla, algo que me horrorizó, más cuando los latidos de mi corazón no encontraban cómo estabilizarse en mi pecho.—Ya hem
En medio de mi desesperación, preocupación y angustia las horas se fueron pasando con una lentitud que me estaba matando poco a poco. Sentía en mi corazón que algo muy malo había pasado, pero a la vez me decía una y otra vez que debía confiar en lo que todos me decían: que todo estaba bien y solo se debía a la paranoia que me había carcomido la mente y el corazón.Pero ¿cómo poder explicar la desesperación que siento aquí en mi pecho? ¿Cómo tener calma cuando han pasado tantas horas y no he sabido absolutamente nada de mi esposo?No sé qué diablos sucedió, todo a mi alrededor perdió importancia alguna. En este momento donde me encuentro al borde del colapso, no tengo cabeza para absolutamente nada. De no ser por mi jefe, el Sr. Black, no podría conseguir algo de sosiego y tratar de pensar con más calma.Tan pronto terminó todos sus compromisos, se puso en contacto con la empresa para la que trabaja Will, y allí le aseguraron que todo el equipo con el que mi esposo viajó abordó el avió
—Gracias por todo lo que me ha ayudado, Sr. Black. Jamás podré agradecerle lo que está haciendo por mí, aun sabiendo que no es su deber ni tampoco está en la obligación de hacerlo —le dije una vez su auto se detuvo frente al edificio que vivía—. Detuvo el viaje y todos sus compromisos por mí...—No tienes que agradecerme, lo hago porque me nace y de corazón —respondió, dándome una sonrisa apenas perceptible—. Eres más que mi secretaria, Amanda.Hice el esfuerzo sobrehumano para no llorar. La situación en la que me encontraba me tenía sensible, por lo que su ayuda y sus palabras me reconfortaban un poco en medio del caos que estaba y no sabía siquiera qué camino tomar.Gracias a él empezaron la investigación cuanto antes y avisaron a muchos países, de no ser así, aun estaríamos esperando alguna respuesta. Y no era solo yo la que buscaba a su esposo, también estaban los familiares del resto de personas que iban en el avión y tampoco había rastro de ellos, igual de desesperados que yo, t
Hace unas semanas que mis padres y mis suegros llegaron a Australia, pero no hemos conseguido absolutamente nada pese a todos los esfuerzos que hemos hecho para saber algo con respecto a la repentina y mágica desaparición del avión. Ni siquiera el gran poder del Sr. Black ha podido hacer algo.Es como si el avión se hubiese esfumado del cielo, algo inexplicable e ilógico que nadie puede entender. ¿Cómo va a desaparecer un objeto tan grande y que cuenta con radares para localizarlo? Mil cosas pasan por mi cabeza, pero ninguna de ellas es coherente.La desesperación día a día nos consume, estamos muriendo lentamente al no saber nada de Will. Queremos ser fuertes y positivos, pero las esperanzas parece que se van desvaneciendo con el paso de las horas, y aquello no lo podemos permitir.Sé que Will aparecerá, sé que lo hará.Mi mente está colapsada y mi corazón resquebrajado ansia alguna respuesta, alguna señal que le diga dónde se encuentra su otra mitad, pero no encuentro más que silenc
Retrocedí en el tiempo y sonreí ante los recuerdos, los sueños que aún no se hacían realidad y todas las ilusiones que Will y yo nos hicimos con una nueva vida. El destino es incierto y nunca nos damos cuenta de que todo puede cambiar en cuestión de segundos, porque vivimos conformes y acostumbrados a una rutina de vida. Hasta que todo cambia y el mundo que conocíamos empieza a lucir diferente ante nuestros ojos.Me siento en una realidad alterna, desde donde solo soy espectadora de lo que se ha convertido mi vida y me encuentro a la distancia viéndome a mí misma, sola y perdida en un mundo que ahora se ha teñido de un gris ensordecedor y abrumador.Australia no solo era la meta de Will, sino el inicio de un nuevo camino que estábamos deseosos por recorrer. Planificamos una familia, sueños en pareja y mil vivencias que nos quedaron cortas, pero que aun siguen latiendo en mi corazón, con la esperanza de que algún día pueda cumplirlas tomada de su mano.Recorrí el apartamento una última
Cada una de sus palabras hicieron eco en mi cabeza, haciéndome sentir un miedo tan intenso que no me permitió emitir sonido alguno, ni siquiera fui capaz de alejarme de él cuando hizo el intento de acercarse a tocar mi mejilla.Mi corazón latía con demasiada fuerza, y los nervios fluyendo por todo mi ser se concentraron en mis manos que no dejaban de temblar. El dolor que sentía en el cuerpo y de cabeza incluso quedaron en un segundo plano ante su mirada, que ahora no escondía la malicia y la perversión.Lo miré horrorizada, incapaz de conectar mi lengua con mi cerebro e increparlo. Mis pensamientos iban a mil por segundo, no dejaba de decirme a mí misma que todo lo que me había dicho era una locura, una alucinación que era provocada por el fuerte golpe que recibí en la cabeza.—¿Q-Qué quiere decir, Sr. Black? —cuando encontré mi voz, esta era vacilante y muy baja.—No te alteres, ¿sí? El medico dijo que recibiste un fuerte golpe debido al choque, pero nada grave como para alarmarnos.
No tenía ni la menor idea de cuántos días habían pasado, de igual manera, ¿qué sentido tenía contar el tiempo estando encerrada en este infierno? Hiciera lo que hiciera, ese loco no me iba a soltar por más que gritara o le suplicara al borde de la desesperación. Solo se limitaba a observarme en silencio, ignorar mis preguntas y hablar de una manera que me aterraba y dejaba en claro que debía irme de ese lugar lo antes posible.La mayor parte del tiempo me mantenía encadenada, solo me liberaba para poder asearme y hacer mis necesidades, y me tenía tan vigilada que ni siquiera podía tener privacidad usando el baño. Una mujer de mediana edad era la que se encargaba de alimentarme, pero ni bocado había podido probar. La comida no tenía sabor, tampoco era como que se me antojara o tuviese gran apetito. Lo único que quería era irme muy lejos de ese loco o morir.Pensar en mis padres me daba fuerzas, pero cuando mi mente se llenaba de recuerdos de mi esposo y el dolor se incrustaba en mi ser
Con el paso de los días me convencía cada vez más de que Julen Black tenía todo que ver con lo que le había pasado a mi esposo, que era el culpable de que mi vida se hubiese acabado e incluso empezaba a dudar de que mis padres y mis suegros estuviesen con bien, porque si ese fuera el caso, ya me hubiese permitido hablar al menos con mi madre.Luego de ese día no lo volví a ver y no iba a mentir, no verle la cara era un alivio, porque así me podría serenar y pensar con calma un plan para escapar de este lugar, solo que no había mucho que hacer sabiendo que yo lo detestaba y lo aborrecía en todos los sentidos.Pese a que no me volvieron a encadenar, seguía estando presa en esas cuatro paredes. Lo único que podía hacer era caminar por la habitación y mirar por la única ventana que había, con la esperanza de ser libre, pero temerosa de que la paciencia de ese hombre acabara y terminara haciéndome daño.La mujer que siempre me traía la comida entró con una bandeja en mano y la miré desde d