Una semana se pasó demasiado rápido para mi gusto, más teniendo en cuenta que la Sra. Aura se iría y tendría que hacerme cargo de todo yo sola.
Durante estos días me enfoqué en memorizar todo lo que más pudiese para no tener ningún problema con el Sr. Black, incluso mi propio jefe me ha ayudado con algunas de mis obligaciones que no he comprendido completamente. La paciencia que me tiene es sorprendente, por lo que quiero demostrarle que no seré una carga más en cuanto su secretaria de hace más de diez años se vaya de la empresa.
Una industria tan grande y que cuenta con muchos derivados en varios sectores es difícil de entender, sobre todo cuando el Sr. Black debe hacerse cargo de ellas al mismo tiempo. Industrias Black no solo es una empresa de red energética, también cuenta con mercados en el marketing, con sedes de seguridad privada e incluso también está posicionada en una de las industrias más importantes de joyas y refinería. No por algo la familia Black es una de las más ricas en el mundo.
El hombre es jodidamente rico, no tendría problema alguno en morir y volver a nacer las veces que le diera la gana.
Hoy es la despedida de la Sra. Aura y, en vista de que es una mujer muy querida por todos, nos encargamos de prepararle un magnífico almuerzo, así como un ponque de vainilla de cuatro pisos que estoy segura ni alcanzará para todos.
Pensé que el Sr. Black le daría una despedida formal en su oficina, pero me sorprendió verlo en el comedor de la empresa, hablando tranquilamente con algunos de los empleados.
—Ha de ser muy difícil tu trabajo, ¿no?
—¿Disculpa? —miré a la chica que habló, confundida por su comentario.
—Es decir, cargar con tanta responsabilidad en tus hombres es difícil, más cuando eres nueva.
—Ah —sonreí—. No voy a mentir, son muchas responsabilidades, pero todo tiene su grado de dificultad cuando desconoces algunos temas.
—Tienes un punto —señaló, llevando un pasabocas a su boca—. Aún así sigo pensando que ser la secretaria del presidente de la empresa es un cargo que no todos desean.
Me encogí de hombros, soltando una risita.
—Supongo, pero a mí me gustan los retos. Y, aunque estos días se me han dificultado algunas cosas, confío en mí y sé que lograré acoplarme más rápido de lo que crees —la miré con diversión—. Nosotros, los seres humanos, somos de costumbres. Y día a día realizando el mismo trabajo me acostumbraré.
—Ahora entiendo por qué la Sra. Aura decía que el jefe tendría una mejor mano derecha de lo que ella era.
—Oh, tampoco hay que darme tales méritos. El trabajo que hizo la Sra. Aura en estos años fue extraordinario. Por algo estuvo tanto tiempo junto al Sr. Black, ¿no? Yo solo soy una chica competitiva, que le gusta saber de todo un poco.
—Un placer conocerte, chica competitiva —sonrió divertida, estirando su delgada mano hacia mí—. Alana White.
—Amanda Reynolds.
Estrechamos nuestras manos y hablamos de todo un poco. Alana es unos años menor, lo que me sorprendió, puesto que, al igual que yo, se mudó de su país natal hace dos años, con la diferencia de que ella vino buscando oportunidades y ha estado completamente sola y alejada de su familia.
El almuerzo fue muy emotivo, sobre todo cuando varios de los empleados le dieron palabras de aliento a la Sra. Aura. Incluso el Sr. Black dijo unas palabras tan bonitas y que dejaron en claro el gran cariño que sentía por la mujer que había sido su secretaria por tanto tiempo.
No voy a negar lo que es tan evidente y que se rumorea por los pasillos. Mi jefe es un hombre bastante atractivo, hay que ser ciego para ignorar lo que es tan evidente, además de eso, es amable y caballeroso. A mí me ha tratado muy bien, algo que me parece extraño cuando la Sra. Aura me dice que el Sr. Black es difícil de lidiar en algunas ocasiones. Por lo menos aún no he tenido el gusto de ver su mal humor, y espero no tener que verlo en un largo tiempo.
Durante esta semana me ha gustado mi trabajo pese a que es demandante y exigente. Hice muy buenas migas con la Sra. Aura, por lo que me parece triste que se vaya de la empresa, pero entiendo su situación y sus deseos de pasar el tiempo con su familia, más el hecho de lidiar con una enfermedad mortal. El Sr. Black es mucho más flexible, aunque no deja de lado la exigencia, es buena persona y me ha tenido paciencia y se ha encargado de explicarme con calma lo que no entiendo.
El día de hoy ha sido diferente, se siente una vibra distante en el aire, quizá se deba a que es el último día de trabajo de la Sra. Aura. La he notado distraída y nostálgica. He pensado que incluso no quería dejar su trabajo, pero debido a la enfermedad, no tuvo más opción.
—Te entrego la agenda personal del Sr. Black. Por favor, no olvides que tienes que llevarla a todas partes, no hace falta que surja algún compromiso de improvisto y así él estará informado de antemano —me entregó una tableta y me indicó la contraseña.
—De acuerdo.
—Por cierto, cada mes se debe presentar las estadísticas de cada empresa, por lo que tienes que hacer un informe detallado por cada una. En este apartado encontrarás los informes pasados y así te darás una idea de cómo debes realizar. Este informe está previsto para dentro de dos semanas y, aunque adelanté algo, aún hace falta completarlos. Si llegas a tener alguna duda puedes comunicarte conmigo, no me importa ayudarte en lo absoluto.
—Oh, Sra. Aura, no sería justo tener que molestarla cuando ya ha culminado su trabajo.
—No me vas a molestar para nada. Aunque esté en casa, siempre puedo darte la mano si la necesitas.
—Le agradezco mucho por todo.
—No agradezcas, yo también estuve en tu lugar hace muchísimos años, y si no hubiera sido por el Sr. Black, no habría durado ni tres días. Ser su secretaria es sumamente desgastante, es una gran responsabilidad, así que nadie puede entenderte mejor que yo.
—Eres un sol, Sra. Aura. Aunque apenas si nos conocemos, has sido muy amable conmigo y me has guiado en todo momento.
—Estoy para ayudarte, además, parte de mis deberes es enseñarte todo lo referente al trabajo.
Sonreí agradecida, levantándome de la silla para darle un cálido abrazo y agradecerle por todo. Aunque mostrara una sonrisa, sus ojos estaban empañados en lágrimas.
—Aura, ven a mi oficina, por favor.
La voz del Sr. Black a través de la bocina nos hizo separarnos.
La miré entrar a la oficina con una sonrisa, antes de volver a concentrarme en mi trabajo. Aún tengo mucho que aprender, eso sin contar todo el trabajo que tengo ahora con los informes de las estadísticas.
—Tú puedes, Amanda —me dije a mí misma, soltando un suave suspiro—. Nada te ha quedado grande en la vida.
***
Después de tanto pensar y de hablarlo mucho con Will, tomamos la decisión de someternos a un tratamiento de fertilidad. Nos realizaremos estudios para saber si tenemos algún problema que desconocemos, pero si ese llegase a ser el caso, de igual manera aún tenemos la ilusión de ser padres sin importar cómo lleguen nuestros hijos.
No voy a mentir, me siento muy nerviosa, pero ser sostenida por mi esposo me brinda mucha calma.
—Nuestro sueño se hará realidad, mi amor, así que no te preocupes. Sin importar lo que digan los resultados de los exámenes, vamos a ser padres.
Me abracé a su cuerpo y dejé que me acariciara mientras esperábamos el llamado del doctor, quien no tardó en decir nuestros nombres.
Pese a que mi esposo me subía los ánimos con sus palabras de aliento, podía sentir que estaba tan nervioso y ansioso como yo. Así que antes de entrar al consultorio, lo tomé del cuello de la camisa y lo besé con todo el amor del mundo, dejando en claro que estábamos juntos y que nada haría que nos distanciaramos. Su mayor miedo es que si alguno tiene un problema, nuestra relación acabe, pero eso nunca sucederá, porque nuestro amor va más allá de lo explicable.
Entramos al consultorio y la doctora nos recibió con una sonrisa amable.
—Buen día, por favor tomen lugar. Soy Hannah Wale, y seré la ginecóloga que les ayudará a concebir su primer bebé.
Mientras ella nos hacía varias preguntas y nos explicaba posibles causas de por qué no quedaba en embarazo, la ilusión de ser madre crecía en mi pecho. No me importa ser infértil, sinceramente hay muchas manera en las que podemos ser padre. Existe la adopción, como también someternos a una inseminación artificial.
Luego de la consulta, fuimos directamente a hacernos los primeros exámenes que nos ordenó, todo con el fin de que ella pueda saber a ciencia cierta qué está afectando y por qué no podemos concebir, ya que hace más de tres años dejé de usar métodos anticonceptivos y, de esta manera, darnos un tratamiento de fertilidad viable y efectivo.
Hoy nos entregan el resultado de los exámenes, y me he sentido tan ansiosa de salir del trabajo, que no he hecho más que sumergirme de lleno en los informes que debo realizar para no enloquecer.Aunque ya hablamos y decidimos que, sin importar el resultado que fuese, seguiríamos con el plan de tener un hijo, no puedo dejar de estar intranquila. Pese a todo, estamos hablando de nuestra salud.Me encontraba en la hora del almuerzo cuando recibí una llamada de mi mejor amiga; Eliza, lo que se me hizo sumamente extraño, puesto que ella debería estar durmiendo.Respondí sin dudar, pensando que había sucedido algo malo, pero su bostezo y un leve murmullo me hizo esbozar una sonrisa.-¿De nuevo con insomnio? -pregunté, comiendo perezosamente el almuerzo.-Sí, pero no hablemos de eso porque no quiero seguir llorando.-¿Jimmy volvió?Resopló con fuerza y sentí la necesidad de ir a su casa y abrazarla.-Ya sabes, todo seguirá igual por más que venga a decirme dos palabras bonitas cada que se ab
—Espero que no tengas ningún problema con tu esposo por viajar tantos días. Por lo general, mis viajes no tardan más de un día —el Sr. Black rompió el silencio que se había formado en cuanto subimos a su avión privado.—Mi esposo no se molesta, él entiende la situación a la perfección.—Oh, qué bueno, porque sería una pena que se molestara por situaciones que no se pueden controlar.—Will es muy comprensivo —sonreí, observando la bonita vista desde los cielos—. Además de que entiende y respeta mi trabajo. Nunca, en los ocho años que llevamos juntos, hemos tenido algún problema por el ámbito laboral. Entendemos que el otro tiene responsabilidades que cumplir, así que sería una pérdida de tiempo discutir por algo que no vendría al caso, ¿no le parece?—Desde luego —lo oí decir en voz baja.—Sr. Black, ¿puedo hacerle una pregunta un poco personal?—Adelante, estoy para resolver todas tus dudas.Giré el rostro para verlo y sus fijos en mí más su sonrisa me hicieron sentir una pizca de ver
En silencio caminamos hasta la recepción, donde nos dieron nuestras respectivas habitaciones y nos guiaron al restaurante. Aunque en realidad quería ir a mi habitación, hablar con mi esposo por un rato y dormir hasta el siguiente día, no podía ignorar mi estómago. Mis tripas gruñían a medida que caminábamos por el amplio comedor y el olor a la comida llenaba mis fosas nasales.Una vez en nuestra mesa, el Sr. Black sacó la silla para mí y le agradecí en un susurro, sintiendo que su mirada se volvía diferente.Él tomó lugar frente a mí, pero no apartó su mirada de mí incluso cuando una de las camareras trajo la carta. ¿Acaso tenía algo en la cara y por eso me miraba tanto? ¿Estaré despeinada, con el maquillaje corrido o tendré micos en la cara y por eso me observaba de esa manera tan inquietante?Su mirada me ponía tan nerviosa con cada segundo. No me gusta que las personas se me queden viendo tan fijamente, menos un hombre.—¿Qué te gustaría comer? —inquirió con voz suave y profunda—.
Completamente desnuda me encaminé hacia el baño, donde una gran bañera esperaba por mí. Mientras esperaba paciente que se llenara, le mostré con total desinhibición los senos a mi marido, quien mantenía su fiera mirada en mí y cada parte de mi piel expuesta.—Quiero tenerlas en mi boca y entre mis manos —susurró con voz profunda y cargada de deseos—. Y sí, quisiera deslizarme una y otra vez entre ellas. Son tan perfectas.Sus palabras más esa forma ronca de hablar me tenía sumamente húmeda y con ganas de estar entre sus brazos para cumplir todas nuestras fantasías.—¿Podrás soportar tres días, cariño mío? —pregunté juguetona, deslizando la yema de mis dedos por la cima fruncida y endurecida de mis pechos—. No es tanto tiempo. ¿o sí?—Es demasiado —suspiró, mordiendo su boca—. Me vas a matar, mujer. Sabes que eres puro fuego del más corrosivo. No tienes ni un poco de compasión de mí.Sonreí, acariciando perezosamente mis pechos y mi cuello, antes de acomodar el teléfono de tal manera d
◊JULEN◊Reproduje una vez más el video en mi computador personal, pero esta vez poniéndolo en silencio, detestando la idea de volver a escuchar ese cruce de palabras que solo incrementaron mi ira a niveles que no sabía podía existir.Le di un trago más a la botella de whisky y me enfoqué en el hermoso rostro de Amanda, en sus labios rojos y rellenos por la forma tan violenta en que los muerde, en sus mejillas sonrojadas, en sus hechizantes ojos avellanas que transmiten tanto y a la vez nada, en su piel nívea y suave.El calor del whisky se centró en mi creciente erección, por lo que cerré los ojos por un momento, apretándola entre mi mano y tratando de sentirme conectado a ella.Abrí los ojos nuevamente y suspiré hondo, recorriendo ese cuerpo de infarto que me enloqueció desde el primer momento en que lo vi. Sus senos redondos, grandes y perfectos moviéndose al compás de su agitada respiración, su vientre plano, sus caderas anchas y sus piernas de par en par mientras su mano se pierde
AMANDARegresamos a Canberra antes de tiempo, pero no pude ir directo al apartamento para tenerle una sorpresa a mi esposo. El Sr. Black estaba retrasado con varios compromisos, por lo que me pidió que trabajara extra para no incumplir ninguno de ellos.—Necesito que organices mi agenda y de alguna forma asigna las citas que teníamos pendientes para este fin de semana. Normalmente no trabajo, pero con toda la situación que surgió aquí y teniendo en cuenta que la otra semana estoy lleno de compromisos, no tengo más opción que atenderlos entre el sábado y el domingo.—Le avisaré a todos —lo miré, tratando de entender por qué se veía tan serio y molesto—. ¿Necesita algo más, Sr. Black?—Sí, quiero ver el informe de las estadísticas. Supongo que ya tienes algo, ¿no?—No he podido adelantar mucho estando aquí, pero espero tenerlo listo a tiempo.—Déjame ver lo que llevas.—Sí, señor.Le entregué el computador en el documento que mantenía siempre abierto, puesto que no desaprovechaba cualqu
En los últimos días he estado tan llena de trabajo que no he podido organizarme con Will para asistir a nuestra cita con la ginecóloga que va a ayudarnos con nuestros planes de ser padres. Mi trabajo es algo tedioso y, en algunas ocasiones me gustaría renunciar por lo demandante que es, pero me está gustando mucho. Todo lo que he aprendido junto al Sr. Black me ha ayudado a avanzar y comprender muchas cosas que antes ignoraba.Por otro lado, mi esposo ha estado igual de saturado en el trabajo, por lo que, en los últimos días, apenas si nos vemos en las noches. Los fines de semana, o él viaja o lo hago yo con mi jefe. Ambos trabajos nos están consumiendo, pero bien vale la pena por el futuro de nuestros hijos y de nosotros mismos.En vista de que no he descansado desde hace dos semanas, me llené de valentía para pedirle un día libre al Sr. Black, con ello podré saber de una vez por todas los resultados de nuestros exámenes. Incluso Will se tomará un par de horas de su tan apretada agen
Quería descansar, dormir, ver televisión, leer un libro, incluso comer helado. Tenía en mente ir a cenar con mi esposo, pero con lo que ocurrió en la clínica, apenas si he podido analizar bien la situación. La doctora no mencionó que fuese grave o que no pudiéramos tener hijos, pero era de lógica sentir ciertos temores. Además de que me preocupaba más como estaba mi esposo que cualquier otra cosa.Durante el día traté de no pensar demasiado, pero cuando menos lo esperaba mi mente ya se encontraba divagando nuevamente, haciéndose escenarios tanto buenos como malos. Ahora entendía lo que decían, que la mente es el peor enemigo que pueda existir.Lo que debió ser un día para descansar del estrés del trabajo, se volvió en uno donde estuve dando vueltas por todo el apartamento sin encontrar sosiego alguno, tratando de no pensar en lo malo, y sin poder sacar de mi mente esa mirada acongojada de mi esposo.La noche llegó más rápido de lo que pensé y con ello la desesperación al ver correr la