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Deseo Enfermizo
Deseo Enfermizo
Por: Paola Arias
I. Sueños cumplidos

Advertencia:

En la siguiente historia encontrarás violencia, vocabulario soez, torturas, maltrato físico y psicológico, asesinatos, temas relacionados con el bajo mundo y lenguaje explícito.

NO es una historia ROMÁNTICA, por lo que te pido que tengas en cuenta esta advertencia.

Si eres sensible al tipo de contenido fuerte, te recomiendo abandonar la lectura antes de empezar, todo con el fin de evitar pasar un mal rato.

Habiendo aclarado esto, les deseo una lectura apoteósica.

No tengo día fijo de actualización, así que te pido mucha paciencia (yo sé, más de la que me han tenido), pero ustedes saben que así sea tarde, les traeré capítulos.

De nuevo mil gracias por todo el apoyo y cariño que le brindan a mi trabajo. No olvides comentar, votar y guardar este libro en tu biblioteca si es de tu agrado.

¡Nos leemos muy pronto con este nuevo y retorcido mundo!

***

***

Ella era tan perfecta, tan pura, tan inocente; que, pese a no ser mía, la deseaba poseer sin importar a quién tuviera que apartar de mi camino...

***

No esperaba el momento para ir a casa, deseando saber cómo le había ido a mi esposo en su entrevista de trabajo. Luego de tanto tiempo preparándose y adquiriendo conocimientos, al fin pudo tener la oportunidad de solicitar empleo en la corporación más importante y grande de Australia.

Mudarnos de país jamás estuvo en mis planes, pero no puedo darle la espalda a mi esposo ahora que tanto me necesita. Su sueño ha consumido años y ha hecho tantos sacrificios para poder cumplirlos, que simplemente no estar para él y darle mi apoyo es una muestra de que mi amor por él no es tan grande como digo que es.

Will no solo es el hombre con el que me casé, es el amor de mi vida, lo más bonito que me ha pasado. Mi amor por él no ha hecho más que crecer con el paso de los años. Apoyarlo en cada uno de sus pasos es una felicidad inmensa, porque me basta con ver el brillo de ilusión en su mirada para que mi corazón se sienta satisfecho.

—Amanda llamando a tierra —mi compañera soltó una risita divertida mientras sacudía su mano frente a mi rostro—. ¿En qué planeta estás, mujer? No me digas que ya sé, no es de extrañarse que estés pensando en tu perfecto marido.

Reí, negando con la cabeza y prestándole toda mi atención a Sheyla.

—Te tengo tanta envidia —suspiró—. Will es el hombre que toda mujer sueña; caballeroso, amable, amoroso, atento, vigoroso, apasionado y bastante guapo.

—Tengo un esposo lleno de excelentes cualidades, ¿eh?

—Te digo, eres la envidia de todas nosotras. Todas quisiéramos uno así, pero a mí solo me llueven sapos —hizo una mueca y reí—. Y lo peor es de ese tipo de sapo que escupe veneno y es infiel.

—No te mortifiques por esos sapos venenosos. Pronto llegará tu principe azul.

—Pero ojalá llegara pronto porque se está como demorando —bufó y reí más fuerte, ella siempre me hacía reír con sus ocurrencias—. Por cierto, cambiando un poco de tema. ¿Qué planes tienes para esta noche? Hace días no tenemos una salida de chicas, y creo que Elize tiene nueva conquista y no nos ha contado absolutamente nada.

—Me encantaría salir con ustedes, pero Will me invitó a cenar esta noche.

—¡Ah, por el amor a Dios! Ocho años después y siguen siendo tan amorosos como el principio.

Sonreí de oreja a oreja.

Ocho años de relación y seis de casados y los detalles no han cesado de parte y parte. Cuando Will no me sorprende, lo hago yo. Muchos dicen que por eso la llama del amor no se ha extinguido, porque nos preocupamos en nunca dejarla apagar.

—Hoy es un día importante —fue todo lo que dije, antes de que nuestra jefa saliera de la oficina y nos destinara más trabajo.

Ciertamente no tengo ni la menor idea de lo que haré si se diera el caso de irnos a Australia, pero con mi experiencia supongo que no será difícil encontrar un nuevo trabajo. Sé que Will no me presionará en ese aspecto, no obstante, he estado demasiado acostumbrada a trabajar, ser activa e independiente. No me gustaría quedarme en casa sin hacer nada, me moriría de aburrimiento.

No sé si era la ansiedad que tenía de ir con Will que el día en la oficina se me hizo eterno. Las horas pasaron tan lentas y el trabajo se me hizo tan extenso que sentí que los presupuestos no fueron los suficientes.

Tan pronto el reloj marcó la hora de salida, organicé mi pequeño cubículo y salí a toda prisa. Mi único objetivo era llegar a casa y preguntarle a Will si lo había logrado, que no presté atención a nada a mi alrededor sino hasta que sentí que un par de brazos me alzaban por los aires y me daban vueltas.

Mi grito resonó fuerte debido al susto, pero pronto me vi riendo al sentir una boca habilidosa y con sabor a menta posándose sobre la mía.

—Nunca dejas de sorprenderme, esposo.

—Nunca dejaré de hacerlo —susurró sobre mis labios, atrayéndome a su pecho en un abrazo cálido y poderoso—. Pero ¿sabes qué no dejaré de hacer?

—No tengo ni la menor idea...

—Jamás dejaré de amarte.

Me besó con fiereza, como si fuese la primera vez en que nuestras bocas se saborearan, como si su vida se fuese a ir allí mismo y solo pudiese sobrevivir en mis labios. Incluso olvidó que nos encontrábamos frente a mi lugar de trabajo; y me besó con toda su característica y desbordante pasión.

Mi corazón latía tan fuerte y mis labios percibían un cosquilleo intenso que se agudizaba por toda mi piel, sometiéndome a todos esos nuevos, viejos y desconocidos sentires que solo él ha sabido despertar.

Ningún otro hombre podrá apoderarse de mi alma y de mi cuerpo a la vez. Ninguno podrá despertar mis más intensas y prohibidas fantasías y a la vez una ternura y un amor que va más allá de la razón.

Este amor que late en cada célula de mi ser es simplemente inquebrantable e inigualable. En un solo beso podría morir de felicidad.

—Lo logré, mi amor, lo logré —jadeó en voz suave y profunda—. Soy el nuevo gerente de la Corporación Weiss.

Me separé de sus labios al instante y lo miré directamente a los ojos. La felicidad que denotaba su mirada quemó mi pecho de absoluta dicha. Me sentía tan emocionada y feliz como sentía él.

—¡Sabía que lo lograrías! ¡Te lo dije, mi amor! —salté emocionada a sus brazos, envolviendo los míos alrededor de su cuello y siendo sostenida por sus fuertes manos—. Es todo un placer ser la esposa del gran Gerente Lester.

—Eres una esposa aduladora —sonrió, apretando mis nalgas—. Y poco recatada.

—No conozco esa palabra —lo sustuve del cuello de la camisa, acercándome peligrosamente a sus labios—. Eres mi esposo y nadie puede decirme nada por querer felicitarte y demostrarte todo mi amor, ¿o sí?

—En lo absoluto, Sra. Lester.

Me apoderé de sus labios una vez más, queriendo ser una con su cuerpo y sin importarme lo que pudieran decir las personas que pasaban a nuestro alrededor. La felicidad de mi esposo también es mía. Fui testigo de todo su arduo trabajo para alcanzar sus sueños, así que nadie puede arruinar este momento tan importante y maravilloso. Nadie puede juzgarnos por ser felices.

—¡Vayan a casa, por Dios! —la voz de Sheyla nos hizo separar—. ¿Por qué tienen que comer delante de los muertos de hambre?

Le saqué el dedo medio a mi amiga y reí, bajando de los cómodos brazos de mi esposo para arreglar mi falda y mi blusa.

Miré su boca llena de mi lápiz labial y lo limpié, sonriendo de oreja a oreja y conteniendo las ganas de volverlo a besar. Bajo los rayos naranjas del atardecer su cabello dorado y sus ojos mieles parecían ser del mismo color; tan claros, atrayentes y hermosos.

—Me siento tan feliz y orgullosa de ti —le dije y su sonrisa no se hizo esperar, era tan linda y llena de ternura—. Sé de primera mano lo mucho que te sacrificaste para alcanzar tus sueños y créeme que lo mereces. Mereces alcanzar el jodido cielo de ser posible. Eres un hombre y esposo maravilloso.

William rodeó mi cuerpo con sus brazos y dejó un casto beso sobre mis labios, sonriendo con sus ojos brillantes.

—No sabes lo mucho que agradezco tener a una mujer como tú; comprensiva, que me ama y respeta mis sueños, que está para mí sin importar qué. Este no es solo mi sueño, mi amor, sino también el comienzo de una nueva etapa en nuestro matrimonio.  Llegó el momento de que trabajemos duro por ese bebé que tanto hemos deseado y no ha llegado.

—¿Estás hablando en serio?

—Por supuesto, nada me haría más feliz en este mundo que ser padre.

Mi corazón estalló en mi pecho de felicidad. Una nueva etapa, un camino que seguimos recorriendo de la mano y un anhelo que no ha muerto ni morirá pronto. Mi sueño es ser madre, pero en seis años nunca se nos ha dado la oportunidad. Sin embargo, no debo preocuparme por eso ya que el tiempo de Dios es perfecto, y así como hizo que sus sueños se hicieran realidad, también cumplirá nuestro deseo de ser padres en un futuro no muy lejano.

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