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Habían pasado dos semanas de las cuales apenas una le habían dado de alta a Barbara y a Alejandra.

Ambas estaban que caminaban por las paredes cada vez que tenían que volver a casa después de ir a ver a sus bebés.

Aún estaban en cuidados y estaban estables pero no podían dejar de monitorearlos, ya que seguían unidos al tubo y las vías.

Pero hoy tenían algo más en mente.

Verónica.

Estaba detenida y hoy se había dignado a confesar toda la verdad, no le quedaba de otra, iba a estar en prisión unos cuantos años y si hablaba posiblemente le reducirían la condena y aunado a eso si tenía buena conducta tal vez y solo tal vez estaría menos tiempo, así que, si con hablar reducirían la condena pues cantaría como un canario.

Además, no iba a hundirse ella sola. Arrastraría con ella a su cómplice.

—¿Estás segura que quieres estar presente?— le pregunto Eros a Barbara mientras le abría la puerta del carro, hoy no solo habían ido a ver a su pequeña sino que tambien era el momento de que le re
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