Capitulo 6

-No, comprobé que está bien, respirando por si solo y acompañado de su secretaria principal, ustedes podrán cuidarlo no tengo la menor duda. Cuídese señora Santibáñez.- 

Lo que vio fue suficiente, no quería ser influenciada por el cambio de humor de su ex esposo.

En cualquier momento recuperaría la cordura y volvería a tratarla como una basura.

Sería más doloroso para ella.

Dejó dinero para pagar su café en la mesa y se fue.

Temía una reacción violenta de su ex suegra.

Tomó un taxi sin dificultad en las puertas de la clínica. Ese era el fin de su relación con aquella familia.

El abogado entregaría los papeles de divorcio y su vida sería tranquila como los últimos meses que vivió en ese convento.

Seth y su familia le explicarían todo con más calma y el ritmo de los acontecimientos seguiría su curso natural.

Ella hizo lo correcto.

-Gracias por tomar mis clases del primer bloque.- le agradeció a una de hermanas del convento en el momento de retomar su jornada.

-No me agradezca, ¿ Su familiar está bien?-

-Sí, fue sólo un susto, su madre lo cuidará.- le dejó todo claro, tenían dinero para contratar personal para cuidarlo.

-¡Gracias a Dios! ¡Los accidentes de tránsito son tan peligrosos¡ -

-Él no fue el infractor, otro conductor no respetó la luz roja, problemas legales no tendrá.-

-¡ Por eso no me animo a manejar! ¡La gente es muy imprudente! La Madre Superiora insiste en que tome el curso de conducción pero me da pavor.- se quejaba la religiosa.

Mauro en verdad era un hombre bendecido.

Su auto último modelo, tenía todas las medidas de seguridad del mercado. 

Reaccionó justo a tiempo, eso evitó que lo golpearan directamente.

Pero dio varias vueltas en el aire.

El traumatismo en su cabeza fue por eso.

No le reconoció. Le habló como si fuese otra mujer.

Cómo esa vez que lo conoció en la habitación de su abuela enferma. Le gustó lo respetuoso y cariñoso que se mostraba con Giulianna.

Esas palabras tristemente no describieron su vida matrimonial. 

Diana esperaba que sus recuerdos volvieran.

Una semana pasó volando y revisaba la casilla de correo a diario esperando la notificación del tribunal del divorcio.

Desconocía si firmar el divorcio definitivo era la última etapa de la separación.

No estaría tranquila hasta no recibir la notificación de que su relación había terminado.

El asistente personal no trató de contactarla, Miller era un hábil abogado, debía tener todo ya finiquitado.

Hasta esa mañana.

Estaba en pleno taller de cuidados básicos cuando sus estudiantes dejaron de prestarle atención.

Las chicas se pegaron a las ventanas curiosas por los desconocidos visitantes.

-Señoritas… ¡Regresen a sus actividades! ¿Por qué el alboroto?- 

Les reclamó con tono amistoso.

-Maestra, la madre superiora está con un hombre muy guapo ¡Venga a mirar!- le tomó de la mano una de las estudiantes.

-Ha de ser un nuevo profesor…- 

Diana no pudo continuar su explicación, era inesperada la presencia de ese hombre en el colegio.

La Madre Superiora conocía parte de su historia, pero nunca le dio detalles de quien se trataba.

¿Qué hacía Mauro Santibañez en ese colegio?

¿Tenía algún convenio con el colegio para llevar estudiantes a práctica? 

¿ Por qué realizaba esa visita él, si había personal encargado de las prácticas en la clínica?

Ella nunca mencionó que trabaja ahí ¿ Sería coincidencia?

Intentó mantener la calma frente al curso. 

No podían enterarse de que era alguien familiar. Hizo lo posible por continuar con la clase.

Aunque habían momentos que su concentración no cooperaba, porque sus estudiantes sólo querían conocer al apuesto visitante.

Temía que en cualquier momento, tocaran la puerta del taller y pidieran su presencia en la oficina de la directora.

Sus manos estaban heladas por el sudor, los guantes de látex que usaba para la demostración cambiaron de color por dentro.

Necesitó cambiarlos un par de veces.

Decidió terminar la clase unos minutos antes, así tendría tiempo de inventar una excusa para retirarse y evitar el encuentro con Mauro.

Corrió a la sala de profesores y sacó su cartera del casillero.

Le explicaría todo a la Directora cuando estuviera más calmada.

Estaba dejando la sala cuando chocó con alguien vestida de religiosa.

-¡Perdón ! ¡Tengo algo urgente….- se disculpaba Diana sin mirar la cara de la religiosa.

-¿Qué es tan urgente Diana?- le preguntó con su voz tranquila la religiosa.

-Directora…. Sor Carla- ¿Justo tenía que ser la madre superiora?

Diana mantenía su campo visual ocupado con el rostro de la religiosa, tratando de hilar una buena excusa para ausentarse.

La religiosa no estaba sola.

-¿Puede esperar unos minutos eso tan urgente?- le solicitó con su voz más dulce.

-Sor Carla… es que…- levantó la vista y reconoció los hombros de su ex esposo.- …Doctor…- 

-El Doctor Santibañez vino a buscarla hasta aquí…- se hizo un lado para abrirle paso al invitado.

-¿ Buscarme?.... - estaba estudiando sus palabras.

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