-¿No es más sencillo que me dejes dormir en tu sillón? ¿Despertarás a mi secretario para que venga por mí?--Es su trabajo, está acostumbrado.--Pero no quiero sacarlo de su casa a esta hora.--¿No quieres volver a la mansión?--No.--Es tu casa.--Pero no me gusta, no me siento cómodo ahí.--Así me sentía yo, pero no tenía otro lugar donde ir.- vivir en esa mansión era deprimente, evitaba dormir allí, llegar a esa casa, ser recibida por los sirvientes que le ignoraban no era fácil.Por eso se acostumbró a realizar muchos turnos nocturnos, aunque fuese agotador, era triste llegar a esa mansión.Se sentía como una gran prisión.Le devolvió el celular y sacó frazadas del guardarropa.Se las lanzó junto a una almohada.-Puedes quedarte sólo por esta noche, no te cederé mi cama, así que tendrás que conformarte con ese sillón, le escribiré a tu secretario apenas me despierte.-Gracias.-Mauro no era de preocuparse por los horarios de descanso de los demás.Llamaba a su asistente a veces de
Mauro vio la imagen de su esposa hacerse pequeña al alejarse del automóvil.Sus recuerdos no podían estar tan dañados.Tenía buen ojo juzgando a las personas.Los únicos recuerdos que tenía de Diana eran positivas.¿Por qué ella insistía en que siempre la odio?Necesitaba conversar con su abuela, el secretario estaba al tanto de su vida.Pero le provocaba sentimientos incómodos cuando le vio conversar con su esposa.Su cercanía y amabilidad rozaban la coquetería, le provocaba enojo y malestar.¿Era así de emocional siempre?-¿Puede llevarme donde la abuela?- le pidió al asistente.-Pediré una hora con su secretaria.-No. quiero que me lleves con ella a la clínica.--Como desee señor, aprovecharé de contactarme con su médico.-¿Por lo que dijo Diana?- lo miró por el espejo retrovisor.--No es prudente que regrese a sus funciones clínicas en medio de una licencia, aproveché de indagar sobre la señora ¿No considera una buena idea?--Me sentí bien, hasta ese mareo de ayer.-Puede ser agot
Mauro se quedó dormido por el movimiento del auto y soñó con ese día que enfermó y Diana llegó a su departamento. -¿Qué haces aquí?- le preguntó a la diminuta mujer que lo esperaba tras la puerta.- ¿Quién te dio mi dirección?- -El señor Miller… él me dijo que estabas enfermo y …- le costaba hablar con confianza al verlo tan molesto.- …Por eso vine a cuidar de ti.- -No necesito una cuidadora, ¿olvidas que soy doctor?- Vestía una bata de seda azul y un pantalón de pijama del mismo tono. La chica le ignoraba a propósito, comprendía que estaba enfermo y su temperamento irasible aumentaba. -Me iré en cuanto comas esto.- Sacó de su bolo un recipiente de vidrio con comida y un termo.- Le dejó entrar, porque sabía que seguiría insistiendo o le informará a la abuela Giulianna de su estado y no quería preocuparla. -¿Intentas ganarte mi simpatía de esta manera?- le dio mientras se recostaba en el sofa de tres cuerpos. -No lo hago por eso, sabes que tu abuela se preocupa por ti, si tu e
No le había visto desnudo nunca, así que estaba sorprendida por lo trabajado que lucía su cuerpo. Estudiar anatomía debía ser muy fácil usándolo de modelo, pero no podía tener ese tipo de pensamientos frente a un hombre enfermo. El tamaño de cierta parte de su cuerpo en estado calmo le dejó más impactada. -Por esto Adelaida no quiere darse por vencido.- pensó, aunque se sintió culpable pore se pensamiento superficial. -No podría moverlo sin ayuda, así que buscó una frazada para cubrirlo y esperaría a que despertara para explicarle lo ocurrido. A simple vista, sólo fue un resbalón y no sufrío contusiones por la caída. Diana le tocó la mejilla para comprobar si la temperatura estaba bajando y se acercó a su rostro para confirmar si seguía respirando. -Llamaré a uno de tus amigos doctores.- le dijo.- Así pueden guiarme que hacer…- Los brazos del enfermo la rodearon por la espalda y le hicieron caer encima de su pecho. -¡Suéltame Mauro! ¿Estás enojado porque te inyecté sin tu per
Diana…- Sé que ya no debería estar aquí, pero te desmayaste en medio de la ducha y no podía irme dejándote en ese estado.- le explicó antes de que se sentara. -Si hubieras llamado a Seth, él se hubiera encargado de todo.-Su preocupación por él le era incómodo, porque jamás hizo nada por ella que mereciera ese tipo de cuidado.- Me asusté, nunca te vi así de descompensado.- Su sinceridad lo dejó sin palabras.- Tengo un poco de hambre.- se atrevió a decir. Te traeré la sopa que preparé, dame unos minutos.- -Si alcanza para los dos, trae para ti también, no me gusta comer solo,- Entiendo.-Diana se veía sorprendida por la sutil invitación.Trajo dos pocillos y lo consumieron en silencio. Ese día comieron juntos, algo que pocas veces hicieron como pareja casada.Mauro sentía que lo que le dijera podría romper la atmósfera pacífica de aquel momento.Diana era su tipo, si no hubiera ocurrido todo ese escándalo entre ellos, si no existiera Adelaida en su vida, esa chica le habría gu
Giulianna Santibañez tenía 75 años, fue una de las pocas mujeres graduadas de la carrera de medicina en su época.Su apellido de soltera era Guerrero, conoció a su esposo en la facultad de medicina.Ambos fundaron la primera sede de la Clínica Montegrande.Esperaba disfrutar de la vida en una casa frente a la playa en su vejez, pero la vida no fue como lo planeo.Su esposo falleció de un infarto en medio de una cirugía a los 50 años, debió asumir la dirección de la clínica, porque su único hijo falleció en un accidente de tránsito.Por eso trajo a su esposa e hijo a vivir con ella y cuidó personalmente a su nieto Mauro.Lo entrenó para transformarse en su sucesor, pudo estar fuera de la dirección un año completo hasta que ocurrió esa desgracia.Volvía a estar detrás de ese escritorio, si hubiese esperado un año más, quizás la vida de su nieto sería diferente ahora.El actual asistente de su nieto le escribió, venía con Mauro para conversar.-¿Esperaste más de una semana para visitar a
Diana recordaba el día que conoció a Giulianna.Le entregaron en turno que era una adulta mayor que sufrió una caída en la ducha, le habían operado durante la noche y la fractura de cadera fue reducida con exito.Le comentaron que no era muy comunicativa y que era muy quisquillosa con el lavado de manos.Si bien vio el apellido Santibañez no lo asoció a los fundadores de la clínica.Menos que era la directora de la red.No le dieron esa información cuando le entregaron a la paciente.Estaba en una sala VIP pero como otras pacientes de esa clínica con poder económico.Cuando fue a revisarla, la mujer leía el diario y no levantó la vista para saludarle.-Señora Santibañez, soy la enfermera del turno de día, necesito revisar su herida.--¿Te llamas Diana verdad?- leyó su nombre en la credencial.-Así es.--¿Puedes revisar el cateter de mi mano? Le dije a tu colega pero me dijo que estaba funcionando bien.- le mostró su mano.-Cateter…- repitió extrañada.- ¿Usted es de el área de la salud
La discusión fue interrumpida por Mauro quien pasó justo en ese minuto a verle.La actitud desagradable de la rubia cambio de inmediato por una fingida amabilidad.-Disculpa por confundirte con el personal de servicio de la clínica, no sabía que eras su enfermera.- le dijo a Diana con expresión humilde.El rápido cambio de actitud, desconcertó un poco a la enfermera, el tono de voz y postura de la mujer era otro ante la presencia de su novio.Entendía en parte la desconfianza de su paciente en la novia de su nieto.No era alguien en quien se pudiera confiar.-Entiendo.- respondió.- Bienvenido señor, los dejaré solos para que conversen con tranquilidad. Volveré a las seis para administrarle su terapia señora Santibañez.- -Se lo agradezco señorita.- -¿Cómo se comporta la paciente?- le preguntó Mauro antes de que abandonara la sala.-Va todo bien, es una paciente cooperadora, la herida operatoria está muy bien y desde mañana el kinesiólogo le ayudará a levantarse.- le comunicó incómoda