No le había visto desnudo nunca, así que estaba sorprendida por lo trabajado que lucía su cuerpo. Estudiar anatomía debía ser muy fácil usándolo de modelo, pero no podía tener ese tipo de pensamientos frente a un hombre enfermo. El tamaño de cierta parte de su cuerpo en estado calmo le dejó más impactada. -Por esto Adelaida no quiere darse por vencido.- pensó, aunque se sintió culpable pore se pensamiento superficial. -No podría moverlo sin ayuda, así que buscó una frazada para cubrirlo y esperaría a que despertara para explicarle lo ocurrido. A simple vista, sólo fue un resbalón y no sufrío contusiones por la caída. Diana le tocó la mejilla para comprobar si la temperatura estaba bajando y se acercó a su rostro para confirmar si seguía respirando. -Llamaré a uno de tus amigos doctores.- le dijo.- Así pueden guiarme que hacer…- Los brazos del enfermo la rodearon por la espalda y le hicieron caer encima de su pecho. -¡Suéltame Mauro! ¿Estás enojado porque te inyecté sin tu per
Diana…- Sé que ya no debería estar aquí, pero te desmayaste en medio de la ducha y no podía irme dejándote en ese estado.- le explicó antes de que se sentara. -Si hubieras llamado a Seth, él se hubiera encargado de todo.-Su preocupación por él le era incómodo, porque jamás hizo nada por ella que mereciera ese tipo de cuidado.- Me asusté, nunca te vi así de descompensado.- Su sinceridad lo dejó sin palabras.- Tengo un poco de hambre.- se atrevió a decir. Te traeré la sopa que preparé, dame unos minutos.- -Si alcanza para los dos, trae para ti también, no me gusta comer solo,- Entiendo.-Diana se veía sorprendida por la sutil invitación.Trajo dos pocillos y lo consumieron en silencio. Ese día comieron juntos, algo que pocas veces hicieron como pareja casada.Mauro sentía que lo que le dijera podría romper la atmósfera pacífica de aquel momento.Diana era su tipo, si no hubiera ocurrido todo ese escándalo entre ellos, si no existiera Adelaida en su vida, esa chica le habría gu
Giulianna Santibañez tenía 75 años, fue una de las pocas mujeres graduadas de la carrera de medicina en su época.Su apellido de soltera era Guerrero, conoció a su esposo en la facultad de medicina.Ambos fundaron la primera sede de la Clínica Montegrande.Esperaba disfrutar de la vida en una casa frente a la playa en su vejez, pero la vida no fue como lo planeo.Su esposo falleció de un infarto en medio de una cirugía a los 50 años, debió asumir la dirección de la clínica, porque su único hijo falleció en un accidente de tránsito.Por eso trajo a su esposa e hijo a vivir con ella y cuidó personalmente a su nieto Mauro.Lo entrenó para transformarse en su sucesor, pudo estar fuera de la dirección un año completo hasta que ocurrió esa desgracia.Volvía a estar detrás de ese escritorio, si hubiese esperado un año más, quizás la vida de su nieto sería diferente ahora.El actual asistente de su nieto le escribió, venía con Mauro para conversar.-¿Esperaste más de una semana para visitar a
Diana recordaba el día que conoció a Giulianna.Le entregaron en turno que era una adulta mayor que sufrió una caída en la ducha, le habían operado durante la noche y la fractura de cadera fue reducida con exito.Le comentaron que no era muy comunicativa y que era muy quisquillosa con el lavado de manos.Si bien vio el apellido Santibañez no lo asoció a los fundadores de la clínica.Menos que era la directora de la red.No le dieron esa información cuando le entregaron a la paciente.Estaba en una sala VIP pero como otras pacientes de esa clínica con poder económico.Cuando fue a revisarla, la mujer leía el diario y no levantó la vista para saludarle.-Señora Santibañez, soy la enfermera del turno de día, necesito revisar su herida.--¿Te llamas Diana verdad?- leyó su nombre en la credencial.-Así es.--¿Puedes revisar el cateter de mi mano? Le dije a tu colega pero me dijo que estaba funcionando bien.- le mostró su mano.-Cateter…- repitió extrañada.- ¿Usted es de el área de la salud
La discusión fue interrumpida por Mauro quien pasó justo en ese minuto a verle.La actitud desagradable de la rubia cambio de inmediato por una fingida amabilidad.-Disculpa por confundirte con el personal de servicio de la clínica, no sabía que eras su enfermera.- le dijo a Diana con expresión humilde.El rápido cambio de actitud, desconcertó un poco a la enfermera, el tono de voz y postura de la mujer era otro ante la presencia de su novio.Entendía en parte la desconfianza de su paciente en la novia de su nieto.No era alguien en quien se pudiera confiar.-Entiendo.- respondió.- Bienvenido señor, los dejaré solos para que conversen con tranquilidad. Volveré a las seis para administrarle su terapia señora Santibañez.- -Se lo agradezco señorita.- -¿Cómo se comporta la paciente?- le preguntó Mauro antes de que abandonara la sala.-Va todo bien, es una paciente cooperadora, la herida operatoria está muy bien y desde mañana el kinesiólogo le ayudará a levantarse.- le comunicó incómoda
Tomó el valor de hablar con Mauro sobre el problema de la empresa familiar, siguió las instrucciones que le dio la abuela Giulianna. Por supuesto, Mauro estaba furioso por lo que intentó hacer Sebastían De La Cruz, podía demandarlo e impugnar la validez de esos papeles pero serían meses de batalla legal y podría perjudicar la imagen de la red de clínicas. - Déjame ayudar a recuperar la clínica de tu abuela.- -¿Cómo podrías hacerlo?- -Si te casas conmigo, padre no podrá tocar las acciones de la clínica, porque están a mi nombre, insistirá en que se las venda pero no me prestaré para su juego sucio. -¿Por qué harías eso?- -Por….amor…- las palabras apenas eran audibles y la cara se volvía roja. - ¿Amor?- observaba sus reacciones. - Me enamoré de usted doctor…- dijo en ese momento, se arrepentía de haber confesado sus sentimientos en la actualidad. - Sabes que amo a otra persona ¿O no?- -Lo sé y comprendo el sacrificio que implicaría aceptar este matrimonio, sólo será p
- Aunque se casó contigo, las acciones siguen a su nombre y mi apellido junto a él, traspasarlas a su esposo no será tan rápido.Julia no entendía nada, los observaba discutir pero no entendía porque estaba tan enojado Sebastián de La Cruz.Diana justo llegó en ese momento e intervino.-Tu apellido no está en esos papeles, padre.- confesó.-¿Cómo?--Te confiaste en que viste la firma de la señora Giuliana Santibañez, pero no revisaste mi firma.- tomó la carpeta con la copia del contrato y le mostró- Escribí Diana Palma, no Diana de la Cruz ¿ sabes lo que significa?-El rostro de su padrastro se deformó por la rabia no esperaba ese movimiento.-Me traicionaste.- gruñó.- Cambie mi apellido hace un mes, no tengo parentesco sanguíneo con este señor, es mi padrastro, me dio su apellido para casarse con mi madre, es cierto, hice que firmara ese contrato, pensando que era una simple encuesta, pero antes de entregarte el original, firmé con mi apellido materno, en definitiva, las acciones n
El coche que pasaría por Diana estaba puntualmente fuera de su edificio. Se fueron por la autopista y se libraron del alto tráfico de ese horario. La recibió el mayordomo de la mansión y le hizo pasar a la sala de espera. Quien salió por ella no fue la abuela Giulianna -Diana ¿qué haces aquí?- le preguntó un descolocado Mauro. -Vine porque tu abuela me citó.- -¿Mi abuela?- -Sí, me pidió vernos para cenar.- -A mí también me invitó.- -Los cité a ambos, quería reunirme con los dos, tenemos muchas cosas que hablar.- -¿Para qué necesita que estemos los dos?- -Necesitamos aclarar malentendidos del pasado.- -Sobre la clínica, eso quedó saldado hace más de un año.- habló Diana. -Los mismos ojos de su esposo, la estudiaban preocupada. - Pequeña...- abrió sus brazos para abrazarla.-... ¿Qué hicieron contigo? ¿Estás comiendo bien?- pellizcaba sus mejillas molesta por la imagen desgastada de la chica. -Disculpe por no contactarme antes con usted... no quería provocarle más molesti