Cuando Rous llegó a la habitación Antonia estaba hecha un mar de nervios y vio que ella llevaba las mejillas enrojecidas.
—¿La descubrieron?
—No conseguí el celular de Vera, pero conseguí el de Jeremith.
—¡¿Qué!?
—Nadie sospechará. Pero me encontró en su habitación y creyó que yo iba en son de reconciliarme con él.
—¿Y la descubrió?
—No. —Sacó el artefacto y sonrió—. Estaba en su chaqueta, espero que se entere cuando esté en la oficina.
De inmediato intentó descifrar la clave del celular. Puso la que Jeremith usaba cuando eran novios, la fecha de cumpleaños de su madre, y acertó.
"Todavía usa la misma clave" Pensó dentro de sí.
Rous esperó que él se fuera a la oficina y man
Elisa se encontraba en el spa cuando sonó su celular, la masajista se lo acercó.—¡¡Bridget!! Estaba esperando tu llamada, dime cómo te fue con mi hermano.—¡¡Genial!! Logré el objetivo. —Dijo con una gran sonrisa.—Te lo dije, mi hermano no podía resistirse a esa loción de feromonas que te conseguí. —Bridget puso la cara sería y le dijo:—Pero insiste en que no dejará a la omega.—Por eso no te preocupes mi querida cuñada, no olvides que él sospecha que ella tiene otro, nosotras nos encargaremos de averiguar de quien se trata.—Estoy segura que es Gabriel.—Yo también, pero debemos hallar las pruebas.—No te importa que Jeremith encierre a Gabriel en la cárcel.—No me importa, no después de lo que me hizo cuando yo era una niña
La ceremonia de la investidura comenzó; los 15 ancianos de la manada ingresaron al gran salón en fila, caminando con un ritmo minuciosamente equilibrado y perfecto con sus trajes emblemáticos de autoridad según su oficio político y religioso. Siete de ellos se ubicaron al lado izquierdo del trono, los otro siete al lado derecho y el de mayor rango de autoridad subió los escalones que conducían al trono y se quedó parado al lado del mismo.Tras dar el acostumbrado discurso y leer las leyes sagradas, procedieron a entregarle a Jeremith Remington el cetro de la manada, el cuál represaba la autoridad política; la tiara de la luna como representación de la autoridad del Alfa en los asuntos litúrgicos y religiosos; la capa negra con entorchados en hilo de oro, en representación de la protección que la diosa Luna y la autoridades podían brindar a cada miembro de la manada.<
El chambelán llegó a la habitación y se alteró cuando supo que Rous había salido. Molesto le gritó al guardia:—¿Por qué la dejó salir?—Yo no la dejé salir señor. —Los dos miraron a Antonia, ella volteó a mirar hacia la ventana.—Es que quiso salir al jardín.—¿Sola y sin guardias que la protegieran? Usted debió avisarme. —Ella agachó la cabeza.—Los siento.Alan y Rous continuaron dándose besos, de pronto él la soltó y jadeando le dijo:—Debemos parar esto.—No quiero, tú eres mi mate. —Él le agarró la cara.—Sabes que no podemos estar juntos.—Si podremos, solo debemos luchar por lo que sentimos.—Jeremith no te dejará libre.—Me divorci
Todos los miembros de la familia Remington que habían viajado a Chicago para asistir a la ceremonia, se hospedaron en la mansión; incluyendo a Alan. Enma quiso hablar con él a solas y fue a la habitación donde él estaba descansando.—Dime por qué Rous te echó esa copa encima.—Porque le dije que no romperé el compromiso con Paola.—¿Cuándo te pidió eso? ¿Acaso hablaste con ella a solas en el palacio?—Solo fue por un par de minutos.—¡Alguien pudo descubrirlos! sabes que no debes estar con ella ni un minuto, Rous es una omega que está muy enamorada de ti y puede perder la razón estando a solas contigo.—Los sé, pero es muy difícil estar lejos de ella. No veo la hora de volver a Italia y apartarme.—Aun debemos permanecer aquí tres días hasta que se lea el testamen
La expectación reinaba y el silencio se adueñó de aquél lugar. Todos los herederos paseaban sus ojos sobre Jeremith y Rous que estaban sentados en el mismo sofá.Él estaba estupefacto y sus ojos se le tornaron de un color gris. Ella no movió ni un músculo de su cuerpo esperando la reacción de su esposo, pues se imaginaba que lo haría de la peor manera.Pasaron varios segundos que parecieron eternos. De pronto Jeremith se puso de pie, se acercó al abogado principal y le dijo algo en voz baja. El hombre asentó con la cabeza. Después Jeremith volteó y caminó hacía donde se encontraba Rous y le dijo:—¿Lo sabias verdad? —Rous volteó la cara para otro lado—. Ahora entiendo por qué querías quedarte en Italia.Alan deseaba levantase y defenderla, Enma observó cómo su hijo apretaba los pu&ntild
Cuando se quedaron solos Gabriel se acercó a Alan y con una sonrisa llena de cinismo lo miró a la cara.—De verdad no salgo del asombro —Se carcajeó—. No sabes cuánto me encantaría verle la cara a Jeremith si se llegara a enterar que su amigo y hermano del alma le quería bajar a su mujer.—Gabriel no puedes decírselo a nadie.—¿Por qué? dame una buena razón.—Sabes bien lo que eso conllevaría.—Por supuesto que lo sé, Rous y tú irían a la cárcel por adulterio, y quién sabe qué sería capaz de hacer el Alfa para vengarse de su burla; porque supongo que sería muy doloroso para él enterarse que la traición proviene de ti.—Por favor no se lo digas, entre Rous y yo no hubo nada.—Pero le pediste matrimonio.—Se suponía que
Rous llegó a la habitación, Antonia se había recostado en el sofá y estaba esperándola.—Qué sucedió con el señor Alan? —Rous sonrió.—Está dispuesto a esperar que yo me divorcie, pero antes debo devolverle a Jeremith su dinero. Él romperá el compromiso con Paola.—Pero si le devuelve el dinero al Alfa no podrá chantajearlo para que le dé el divorcio.—Antes de devolvérselo le propondré que reafirme la solicitud del divorcio, peo Alan dice que Jeremith no cambiará de parecer. Espero que lo acepte.Por la mañana Alan y su familia regresaron a Italia, Rous ignoraba que partirían antes del amanecer, Alan le dejó a ella una nota con Antonia."Hoy mismo hablaré con Paola y romperé el compromiso. Te amo, no lo dudes."Rous sonrió,
Jeremith pensaba que Rous solo quería desobedecerlo, entonces iba molesto y dispuesto a obligarla a bajar; de pronto recordó el ritual en el templo de la montaña, se quedó un momento frente a la puerta pensado en ello. Luego entró, cuando vio Rous con una voz dócil le dijo:—Vamos abajo a desayunar.—No iré.—Eres mi esposa, ese es tu deber.—No tengo hambre. —Jeremith notó que ella estaba cabizbaja. Se acercó y la agarró del mentón.—¿Qué tienes? ¿Por qué estas así?—¿Así cómo?—Tienes tu mirada muy triste.—No estoy triste, solo estoy harta de todo... especialmente de ti.—Hasta cuando seguirás guardándome rencor, soy tu esposo, el padre de tu hija; ¿por qué no pones de tu parte para arreglar las