Jeremith pensaba que Rous solo quería desobedecerlo, entonces iba molesto y dispuesto a obligarla a bajar; de pronto recordó el ritual en el templo de la montaña, se quedó un momento frente a la puerta pensado en ello. Luego entró, cuando vio Rous con una voz dócil le dijo:
—Vamos abajo a desayunar.
—No iré.
—Eres mi esposa, ese es tu deber.
—No tengo hambre. —Jeremith notó que ella estaba cabizbaja. Se acercó y la agarró del mentón.
—¿Qué tienes? ¿Por qué estas así?
—¿Así cómo?
—Tienes tu mirada muy triste.
—No estoy triste, solo estoy harta de todo... especialmente de ti.
—Hasta cuando seguirás guardándome rencor, soy tu esposo, el padre de tu hija; ¿por qué no pones de tu parte para arreglar las
Jeremith ordenó que se investigase el paradero de su madre y su hermano. Elisa hurgó todas las bibliotecas en la oficina del Alfa buscando el diario donde el viejo había registrado el lugar donde los había exiliado a su madre y a su hermano, pero no halló nada.Días después Alan se enteró por una llamada telefónica con Jeremith que Rous no había devuelto el dinero. Gabriel había arreglado todo como si ella hubiera hecho algún tipo de inversión, pero Jeremith no había investigado en qué. Alan no pudo quedarse con la incertidumbre, quería saber la razón de lo que ella estaba haciendo con esa fortuna, y se lo dijo a Enma.—No logro entender lo que sucede, no creo que Rous quiera quedarse con ese dinero.—Tal vez algo sucedió, ¿qué te parece si yo hablo con ella?—Está bien mamá. —Fue
Las ninfas desaparecieron y Rous quedó en medio de la cúpula. Se puso de pie y dio algunos pasos, luego cambió de forma, su lobo interior emergió. Despacio subió los escalones que conducían al altar, allí levantó su hocico y observó la luna llena, de pronto se oyó un largo maullido que salió de su garganta, era el sonido que emiten las omegas cuando llaman a su mate; luego se echó.Momentos después vio a un lobo negro, era Jeremith que se acercaba. Llegó donde ella estaba y se paró a su lado, segundos después Rous se levantó y se alejó de él, dejando en claro su rechazo. Jeremith una vez más se acercó a ella."¿Por qué te alejas debe mí? soy tu mate.”“No eres mi mate, aléjate.”“¿Qué estás diciendo? no puedes rechazarme delante de la luna
Jeremith no me dejes aquí.—Para qué deseas regresar a mi casa si todo este tiempo te has rehusado a ser mi esposa.—Tengo derecho de estar con mi hija.—Julieth se quedará conmigo, y tu estarás aquí encerrada hasta que me divorcie de ti.—Jeremith.—Siempre te daré el divorcio que tanto ansiabas, pero mi hija se quedará en mi casa. Así que mejor ve olvidándote de ella.—Mi hija no…—Mañana mismo ordenaré que investiguen quien es ese imbécil que se atrevió a meterse contigo y lo voy a joder.Él se marchó, Rous se quedó mortificada en el templo, sintiéndose perdida. Después rezó a la diosa; imploró por su hija y por Alan, porque ahora su esposo lo iba a buscar para hacerle daño.Jeremith salió muy afligido del templo, nece
En la mansión Alan habló con Antonia y ella le contó de la ausencia de Rous.—Ella jamás habría dejado a la niña, algo grave debió suceder con el Alfa.—Sí, esta noche lo voy a averiguar.Rous pidió hablar con el sacerdote principal del templo.—Eso que ustedes hicieron conmigo no es justo, mi esposo me quiere dejar aquí encerrada y me apartará de mi hija que tiene semanas de nacida, yo no le he sido infiel.—Su alma está ligada a otro mate, usted no puede negarlo delante de la luna que ilumina lo que esconde el ser.—Mi esposo me echó, andaba con su amante y me exilió, hasta sufrí su muerte, ahora él desea que lo ame cuando ya no deseo hacerlo.—Nosotros ignorábamos que usted tenía otro mate, creímos que solo necesitaba sanar sus heridas, el ritual fue dise&ntil
Esa misma tarde Jeremith llevó a Rous de regreso a la mansión. Ella corrió a ver a su hija y la cargó en sus brazos.—Mi bebé preciosa te extrañé mucho —Miró a Antonia—. ¿Cómo se portó?—Muy bien señora, durmió casi toda la noche, solo se despertó una vez y se tomó su biberón.Jeremith llegó.—Ya me voy a la reunión mi amor. —Rous le sonrió como una esposa cariñosa.—Está bien. —Jeremith le dio un beso a la niña y se marchó. Antonia miró a Rous con extrañeza. En cuanto él salió de la habitación, el semblante risueño de Rous cambió.—¿Qué sucedió señora? creí que el Alfa la había dejado encerrada en el templo.—Intentó hac
Después de cenar se fueron a la galería y destaparon más vino, Arturo también estaba feliz porque su esposa iba a cumplir su gran sueño de reunirse de nuevo con su madre y su hermano. Pero Vera se acercó a Jeremith que estaba sentado en un sofá con Rous y le dijo:—No deberías traerlos a la manada, tu hermano fue exiliado para evitar que hubiera una guerra entre ustedes, tal vez él querrá lo que es tuyo.—Mi hermano jamás querrá quitarme nada abuela. Él pertenece a este lugar, también es un heredero.—Tu abuelo le entregó a Rey su fortuna desde niño, no tiene necesitad de nada.—Abuela, deberías celebrar con mi hermana y conmigo en vez de decir esas cosas, estoy seguro que no tendré nada por qué preocuparme.—Espero que no te arrepientas más adelante —La vieja mir
Reina aguardaba en la sala cuando Jeremith llegó. La mujer se quedó observándolo sin mover un músculo, de pronto se acercó a él y le tocó la mejilla a la vez que tenía una expresión de asombro. Así permaneció por algunos segundos, después fijó su mirada sobre los ojos de su hijo y le dijo:—¡Tú eres Jeremith Reymond! —Él la miró con cariño.—Sí madre, soy Reymond.—¡Pero tu abuelo me dijo que habías muerto en un accidente de avioneta!—En realidad estaba perdido. Duré seis meses fuera de casa y tuve problemas de la memoria, pero la recuperé y regresé. —Ella lloró.—¡Entonces no te perdí! —Lo abrazó—. Lamenté tanto porque creí que no te volvería a ver, ¡pero ahora me das esta aleg
Elisa estaba muy feliz con su madre y le presentó a su esposo y a sus hijos. Vera la recibió con cordialidad, aunque era inevitable el distanciamiento entre ambas mujeres, Reina tal vez podía comprender que el Alfa fue obligado a separar a los gemelos; pero ella y sus hijos habían sufrido mucho por la separación, y perdieron muchos años en los cuales Elisa y Jeremith crecieron como huérfanos de padre y madre.Bebieron un té y Vera se retiró a descansar por la tarde. Reina le dijo a Elisa:—Quiero conocer a la esposa de Jeremith.—¿Te refieres a la omega?—¿Es una omega?—Sí, mi hermano se ha vuelto loco por esa mujer y dejó a su prometida.—No es malo que se haya enamorado de una omega.—Yo diría que más bien está embrujado, si la vieras madre, es una corriente.—Creo que Jere