Mi relación con Nora volvió a ser lo que era antes de que en la mañana del lunes cogieran su vuelo de vuelta a California.
—Cuidaros estos días —me susurró Trent en medio de nuestro abrazo —. Y quédate con él —los dos miramos a Jax medio despidiéndose de Nora. Últimamente Jax estaba de lo más estresado, y a penas pasábamos tiempo juntos porque se pasaba el día en no sabía dónde, pero el tiempo del domingo que estuvimos juntos fue de lo mejor sin siquiera salir de la cama —, está como loco buscando a los que quisieron hacerte daño. Agradéceselo bien...
Sonreí poniendo los ojos en blanco. Se lo había agradecido suficiente el día anterior, literalmente le había dejado que me hiciera
Samay me escribió cuando ya estaban entrando en Nueva York, y me mandó una foto de Trent y Nora morreandose un asiento delante de ella en el avión. Los mensajes con mi hermana eran escasos, y quería que me contara sus cosas de California, aunque ansiaba escuchar que lo había dejado con Adán, lo sabía desde hacía días, Bryce me lo había contado en una videollamada, y me alegré de su "espionaje".Tres días ya llevaba sin saber de Jax, y no me había resistido a mandarle otros dos mensajes, uno por día tras la última llamada que le hice. Solo tuve una respuesta que me mantuvo calmada unas horas antes de volver al sentimiento de extrañeza que le tenía.Andra: Te quiero.Mi tatuado: Te quiero más. Espérame.Solo nos intercambiamos aquellos mensajes. Ni siquiera necesitaba que me dijera que le esperara; espe
Sterling dejó a Nora al pie de un edificio cerca de la NYU, de echo, la Universidad se veía desde allí. Mi mejor amiga se rehusó a que subieramos, quería darle su toque hogareño antes de que lo viera alguien, pero sabía que solo estaba esperando a que Trent volviera para crear un hogar de pareja.— ¿Queréis que vayamos a comer por ahí? —preguntó Sterling, una vez íbamos los tres solos en el coche de camino al Bronx.Miró a mi hermana por el retrovisor, y después a mí sonriendo casi de forma invisible. La verdad era que yo no tenía ganas de nada, desde que Jax se había ido me había pasado las noches pensando y comiéndome la cabeza, aunque también cotilleaba las conversaciones de Ryan, Chad y Sterling.—Prefiero volver al Bronx —dije, y giré la cabeza viendo cómo Samay es
—El que Jax llegue, según tus cálculos, en diez minutos, no quiere decir que no puedas salir de la habitación para recibirle —me decía Samay.Desde que Jax me había llamado había estado guardando la poca ropa que Ryan me había llevado en mi maleta, esperaba poder volver al ático una vez llegara. También rezaba por que Sterling no la liara...—Lo sé, pero quiero estar bien para cuando él llegue.Mi hermana me miró desde la cama, y rio. Me había estado poniendo un pijama de seda rosa que Jax me regaló y que a él le encantaba; con un escote perfecto para mis tetas y la talla perfecta de pantalón que se ajustaba a mi culo haciéndolo resaltar.—Me da cosa eso de saber que mi hermana pequeña hace... eso, con Jackson Jones. Bueno, a secas me da cosa saber que lo haces.Le miré
Los finos trazos del lápiz sobre el papel era lo único en lo que podía centrarme; me parecía que las diez de la mañana, sentada en la terraza con una buena taza de café y usado como luz los rayos del sol, eran una buena forma de acabar mi último diseño para el Institute.Samay estaba de compras con Nora —raro —, y Trent y Jax estaban viendo un partido de fútbol en el salón. Quedaban cuatro horas para que el avión en el que volaban mis padres aterrizara en el Kennedy, mi hermana y mi mejor amiga habían intentado sacarme de casa para ir a comprar un bonito vestido para la cena de esa noche con mis padres. Jax iba a ir con lo mismo que usó en nuestra cita del Asíate, Samay debía estar buscando su vestido y yo debía buscar entre la ropa de mi armario.— ¿Te queda mucho, rubia?Subí la vista del papel a Jax,
— ¿A qué te dedicas, chico?Puse los ojos en blanco ganándome una mirada fulminante de mi padre. Odiaba que se comportara como si fuera superior a todos, y mucho más que levantara la cabeza con orgullo pensando que podía dejar a las personas en ridículo. Oh, no, conocía a mi prometido, Jax nunca quedaba en ridículo.—Estoy estudiando administración de empresas, solo tengo veintiuno —contestó.— ¿Eso quiere decir que mi hija lo paga todo en la relación?—No —Jax agitó la cabeza negando, y soltó mi mano entrelazando las suyas bajo su barbilla —, soy socio de un restaurante muy famoso aquí, en Nueva York, el Asíate, ¿lo conoce? creo haberle visto por allí... bastantes veces a decir verdad —y ¡bum! no sabía si era verdad o no, pero había callado a mi padre, tal vez se
Cuando me desperté, apenas reconocía el cuerpo de Jax bajo la oscuridad de la noche. El contraste frío de los piercings de sus pezones me daban escalofríos sobre la piel caliente de mi cuerpo aprisionado por el suyo. El reloj digital en la mesilla marcaba las cuatro de la madrugada del once de agosto. Mi cumpleaños. Jax se removió, y quitó su cabeza de mis tetas para aferrarme con sus brazos sobre su cuerpo; ya no me sorprendía, era así todas las noches, cambiábamos de posición una y otra vez mientras dormíamos, cada día despertábamos de formas diferentes uno sobre el otro.- - -Me desperté poco a poco, viendo como los rayos de sol eran camuflados levemente por la cortina de la ventana. Estaba sola en la cama, y la camiseta de Jax que llevaba puesta se me había subido hasta dejar casi a la vista mis tetas sin sujetador.No escuchaba nada, e imag
Estaba loco, jodida y maravillosamente loco. ¡¿Casarnos?! Ni siquiera lo podíamos hacer en Nueva York, allí yo era menor de edad todavía, debíamos viajar a otro estado, como Las Vegas, o de vuelta a California.—Tu quieres esperar a ser más mayores, Jax —afirmé; me removí sobre él queriendo bajar, pero él me siguió agarrando con toda la firmeza del mundo —. Eres tan jodidamente contradictorio...Negó, y su pelo —ya algo más largo y rizado —se movió de lado a lado. Me bajó, y en cuanto mis pies tocaron el suelo me separé de él para cerrar la puerta corredera de la terraza; estábamos hablando de algo serio e intímo, y solo quería que nos preocupara a Jax y a mí. Corrí la cortina blanca para taparnos, y vi antes a Nora y a Trent hablando con mi hermana en medio como si vier
ANDRAYa me estabaacostumbrando y era rutina, pero no una rutina de las aburridas, era una rutina preciosa y de la que no podía cansarme.Llegué al ático, dejé mi mochila con los apuntes al lado de la puerta, y el bloc que usaba para mis diseños sobre una pequeña mesa dónde teníamos guardadas las llaves y algunas facturas. La casa estaba helada —literalmente —, el invierno había llegado con fuerza y persistía en no querer subir la temperatura a por lo menos unos cinco grados. No me deshice de mi bufanda ni de mis guantes hasta que encendí la calefacción y empecé a sentir el calor hogareño que me brindaba mi casa. Siempre lo dejaba todo desparramado, y cuando Jax llegaba de la empresa me