Adrián trató de calmarla, no le servía de nada estar alterada, pero si con él mismo no pudo, con ella no lograría mucho.

La acomodó en la cama, ella se quejó con otra oleada de dolor que le llegó, apretando la mano de Adrián, quien no se alejó en ningún momento.

Por más que le molestara verla en ese estado no podía hacer más que apoyarla.

__ Tengo miedo. - sollozó ahogando un gruñido de dolor. - Tengo miedo, Adrián.

__ Escúchame bien. - acunó su rostro. - Si superó todo de estos meses, podrá hacerlo con esto también. No pasará nada, pero necesito que te calmes.

Ella solo se sumió en la mirada que demostró el mismo miedo que ella tenía, pero no se atrevía a manifestar.

__ Gálata y mi padre acaban de aterrizar, ya vienen. - le explicó sin tener idea de qué hacer más que consolarla, el dolor fue aminorando, pero el sangrado aun no, lo que tenía a Adrián aterrorizado por la posibilidad de perderlo.

Se habían esforzado tanto esos meses que pasar por algo como eso les pareció injusto