11. Reuniones a media noche
Jessica se sentó a un extremo de su cama y a través de la ventana contempló la noche henchida de estrellas. Estaba luchando contra el arrepentimiento que pugnaba por embargarla. A lo mejor, no debió decirle todo aquello a Axel, no era necesario. Pero necesitaba compartir su peso con alguien y él estaba allí con sus ojos y voz que le dieron confianza.

Llamaron a la puerta de su habitación y fue a abrir para encontrarse con Pol. El chico estaba preocupado porque la veía triste, pero Jessica le hizo saber que no era nada. Fingió estar solo un poco cansada.

—¿Y a qué venía aquella señora? —Preguntó Pol después.

—Quería saber la disponibilidad que tenías para viajar a otro país —contestó Jessica—. Si aceptas, es muy seguro que vayas.

—¿Y tú irías conmigo?

—A lo mejor pueda hacerlo.

Pol le dio una pequeña sonrisa y en aquel momento, Jessica tuvo la intención de contarle toda la verdad. Después de todo, tarde o temprano se enteraría, pero no tuvo la suficiente fuerza de voluntad para ha
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