El sueño de Virginia se vio interrumpido por las pesadillas. En estas, Jessica se adueñaba de su fortuna y la corría a patadas de la mansión humillándola ante un montón de personas. Veía su rostro en los periódicos en donde ella protagonizaba la bochornosa escena y los demás se burlaban. En vista de esto, a la mañana siguiente fue a hablar con Axel.—¿Por qué entras sin tocar? —Protestó este. Se incorporó y se sentó a un lado de la cama en estado somnoliento—. Podría haber estado con Natalia.—En tal caso habrías asegurado la puerta —respondió Virginia en tono adusto. Aún no estaba de acuerdo con la relación que su hijo sostenía con aquella mujer—. No pude dormir en toda la noche, Antonio. Me preocupa demasiado que nuestro futuro esté en manos de una sirvienta y tú no haces nada para ayudar.—Lo estoy haciendo —La voz de Axel surgió débil. Deseaba volver a la cama, pero se había propuesto hacer un poco de ejercicio en las mañanas—. Y no creo que sea necesario conquistarla. Me converti
—¡Oiga! —Exclamó Jessica Ángel después de que el hombre pasara a su lado, enviándole una rociada de agua sucia sobre su uniforme—. ¡¿Qué tal el desgraciado?!Para su sorpresa, el auto negro lujoso derrapó en el pavimento y retrocedió hasta donde ella se encontraba. Sus ojos se abrieron de par en par cuando el vidrio blindado descendió dejando ver a un hombre que ella y todo el país reconocían.¡Se trataba del guapísimo y famoso cantante Axel García!—No la vi, señorita —dijo él en tono despectivo, dirigiéndole una mirada aburrida a través de sus gafas oscuras—. Tome —Axel le extendió unos cuantos billetes en compensación, pero Jessica se negó a aceptarlo.—Con una disculpa habría sido suficiente, señor —dijo ella, sacudiendo la bolsa de la compra para quitar el agua sucia—. Ahora lo mínimo que puede hacer es acercarme a la mansión.Axel le dio una sonrisa de burla:—¿De verdad pretende que la suba a mi auto en esas condiciones, señorita? Y no me refiero a su sucio uniforme de empleada
Cuando todos los invitados se fueron, Axel permaneció en el comedor, atormentándola hasta que finalmente le dijo que estaba despedida. Jessica le pidió disculpas y le rogó por una segunda oportunidad, pero nada de lo que ella dijo logró conmover el gélido corazón del hombre, incluso, parecía regodearse con su sufrimiento.Es una pena que sea tan guapo, pensó Jessica mientras se alejaba de él e iba a encontrarse con su hijo en el ala de los empleados. No tuvo que decirle nada para que el chico de doce años se enterara de lo que había pasado, con su expresión fue suficiente.—Finalmente nos despidieron —suspiró Pol cerrando la laptop donde hacía sus deberes—. Algún día tendría que pasar.—No, hablaré con doña Virginia —Jessica se sentó junto al escritorio de Pol—. Ella sabe que no encontrará a una mujer más eficiente en toda la ciudad. La convenceré para que no me despida. Te juré que no dormiríamos en la calle de nuevo y es una promesa que no pienso romper.—No es necesario —dijo Pol c
La actitud de doña Virginia resultaba muy extraña. Jessica no podía creer que la mujer le hubiera ordenado a su hijo que no la despidiera. Era cierto que era una muy buena cocinera, pero ellos podrían encontrar a una mejor si se lo proponían.A lo mejor fue Axel que se arrepintió, pensó, él no puede ser tan malo. Tiene unos ojos tan hermosos. Mientras cocinaba cantaba por lo bajo una canción del artista, recreando fantasías en su cabeza que sabía nunca cumpliría.—¡Oiga! ¿Le pagan para cantar o cocinar?Érica Valencia asomó la cabeza en la puerta. La rubia de ojos azules era la encargada de la decoración, pero se creía la jefa. A menudo estaba despotricando contra los empleados inferiores a su rango y llevando quejas al ama de llaves quien era su mejor amiga.—Me pagan por cocinar —respondió Jessica con indiferencia—, y cantar lo hago gratis. Deje de sufrir y concéntrese en lo suyo.—Eso es lo que intento hacer, pero usted no me deja concentrar. ¡Cállese!A menudo Jessica estaba pres
—Su novia está esperándolo abajo en la sala, joven —informó Jessica una vez se reunió con Axel—. ¿Le digo que suba?—No me diga “joven”, Jessica.—Pero, es por respeto.—Dígame “señor” —indicó Axel—. Y sí, dígale a Cristina que en cuanto termine mi rutina de ejercicio bajo a verla.—Sí, señor.El aire en el gimnasio personal estaba impregnado con el olor de Axel, y Jessica apartó la mirada del atlético hombre cubierto de sudor. No solo le bastaba con tener un rostro envidiable, también estaba marcado en todas partes, sin una gota de grasa en su torso salpicado con una ligera capa de vello.—Mejor dígale que la espero en mi habitación —dijo Axel, dejando la barra de pesas en su lugar—. ¿Mamá está en casa?—No, ella salió.—Muy bien —Axel tomó una toalla para secarse el sudor del rostro y Jessica observó la atractiva forma como sus músculos ondeaban—. No me pase llamadas ni mensajes en los próximos cuarenta y cinco minutos… nada de interrupciones.—Como ordene… Señor.La afortunada muje
Axel conocía perfectamente a Mónica como para saber que ella nunca lo perdonaría y él no estaba dispuesto a rogarle. En cuanto su madre llegó a casa fue a encontrarse con ella en el despacho.—Tenías razón —dijo, sentándose en frente al escritorio de Virginia—. Mónica terminó conmigo.Omitió darle detalles y por fortuna ella no lo interrogó al respecto, solo sonrió y deslizó un paquete de documentos hacia él.—Menos mal que ya no tendremos que preocuparnos por perder nuestra herencia —dijo Virginia—. Con mi abogado hemos estado estudiando el caso y por fin hayamos una forma de que toda la fortuna de la vie… mi hermana Raquel pase a nuestras manos. Jessica solo debe colocar unas cuantas firmas y huellas. Iré ahora a mismo a disuadirla para que lo hagaAxel exhaló con alivio ante la buena noticia. Por un momento, casi se había hecho con la absurda idea de que saldría con su empleada de servicio, acabando con la poca reputación que le quedaba.—Déjamelo a mí, mamá —dijo tomando los docum
Una vez más, Jessica se dispuso a hacer las maletas, segura de que en esta ocasión no había marcha atrás. Apenas Axel le contara a su madre la forma como Pol lo había tratado, la mujer no dudaría en despedirla. —Mamá, yo no quería que nos despidieran —Pol intentaba disculparse, pero Jessica lo ignoró olímpicamente, enfurecida—. Ibas a firmar algo sin leer y tuve que intervenir. Lo que dije acerca de la tía Raquel es verdad y estoy seguro de que ese tipo quería engañarte, él y su madre… —Basta —Jessica se dirigió a Pol con desdén—. Basta de pensar que porque no fui a la escuela soy tonta. Yo sé lo que hago, Pol, y no necesito de tu ayuda. Axel iba a subirnos el sueldo con el cual habríamos empezado a gozar de una mejor vida y tú lo impediste. —Pero… —Pero nada. Ve y empaca tu maleta, antes de que nos saquen a patadas. —Yo solo… —La voz de Pol se quebró— quería ayudar. El chico no pudo controlar las lágrimas de arrepentimiento y desolación, y en aquel momento Jessica recordó que s
Jessica se apresuró a dejar todo listo para tener el tiempo suficiente de arreglarse para la cita, pero justo cuando iba atravesando el pasillo rumbo a su habitación se dio cuenta de que no tenía ropa decente que ponerse. El mejor de sus atuendos siempre fue el uniforme de sirvienta que vestía y los otros dos que tenía de repuesto. Aquel vestido azul que usaba para ir a las reuniones de Pol en la escuela ya estaba muy desgastado.—Mirna —llamó a la mucama con quien se topó en el pasillo—. Usted podría hacerme un favor.—Claro, Jess, si no es de plata porque estoy ilíquida.—No, no se trata de eso —Jessica dudó por un segundo. Mirna y ella tenían un cuerpo y una forma de vestir muy diferente—. Usted me puede prestar algo de ropa —se decidió—, es que tengo una cita esta noche y no hay nada decente en mi armario.—¿Una cita con un hombre?—Sí.Su amiga se mostró sorprendida y alegre ante la noticia. La cogió de la mano y tiró de ella, dirigiéndola a su habitación. Jessica quería omitir d