Axel conocía perfectamente a Mónica como para saber que ella nunca lo perdonaría y él no estaba dispuesto a rogarle. En cuanto su madre llegó a casa fue a encontrarse con ella en el despacho.
—Tenías razón —dijo, sentándose en frente al escritorio de Virginia—. Mónica terminó conmigo.
Omitió darle detalles y por fortuna ella no lo interrogó al respecto, solo sonrió y deslizó un paquete de documentos hacia él.
—Menos mal que ya no tendremos que preocuparnos por perder nuestra herencia —dijo Virginia—. Con mi abogado hemos estado estudiando el caso y por fin hayamos una forma de que toda la fortuna de la vie… mi hermana Raquel pase a nuestras manos. Jessica solo debe colocar unas cuantas firmas y huellas. Iré ahora a mismo a disuadirla para que lo haga
Axel exhaló con alivio ante la buena noticia. Por un momento, casi se había hecho con la absurda idea de que saldría con su empleada de servicio, acabando con la poca reputación que le quedaba.
—Déjamelo a mí, mamá —dijo tomando los documentos en sus manos—. Ella siempre hace todo lo que le ordeno.
Ya casi era la hora de la cena y Jessica se encontraba terminando las labores en la cocina. En diez minutos sus patrones pasarían a la mesa, sin embargo, Axel decidió adelantarse, ¿o acaso su reloj se había atrasado?
En cuanto Jessica lo vio asomar en la puerta, los latidos de su corazón se aceleraron.
—La comida está lista, señor —se apresuró a decir antes de que este la riñera—. Por favor, pase a la mesa.
Jessica se refería al comedor, pero Axel se sentó en la pequeña mesa de la cocina, en donde solo ella y su hijo acostumbraban a cenar.
—Deje lo que está haciendo y siéntese —ordenó su jefe con su habitual voz de mando—. No olvide lavarse las manos.
Ella se apresuró a obedecerlo, intrigada ante su extraña actitud.
—Voy a aumentarle el sueldo y necesito que firme el nuevo contrato —Axel fue al grano, extendiéndole un bolígrafo y los documentos—. También debe poner algunas huellas.
Desde luego, Jessica receló y Axel se dio cuenta antes de que ella lograra ocultarlo.
—¿No me cree? —Inquirió, traspasándola con sus ojos azules—. Es evidente que no lo hace. Mire, Jessica, yo no soy el hombre que usted piensa. Sé que he sido un poco grosero en los últimos días, pero es debido al estrés del trabajo. Por eso me gustaría compensarla, ya que además he notado su eficiencia. Usted merece ese aumento. Tome, firme.
Parecía sincero, pero para ella aún resultaba difícil creerle.
—Me gustaría leer el contrato primero —dijo.
—Tengo que salir ahora y no puedo esperar tanto tiempo —Axel se incorporó—. Mi madre no está de acuerdo con lo que pienso hacer y discutí con ella. Sin embargo, quería hacer este buen acto con usted, Jessica, pero su desconfianza me está haciendo dudar. ¿A caso piensa que la voy a robar o algo por el estilo?
—No, claro que no —Jessica se rio—. ¿Qué podría robarme usted a mí? Pero, temo comprometerme con cosas que quizá no pueda cumplir.
—Usted no está comprometiéndose a nada. Este es el mismo contrato que firmó la primera vez, solo que con unos cuantos ceros de más en la casilla donde se acuerda su remuneración mensual. Pero si no quiere, déjelo así. Esta conversación nunca existió.
Axel se giró sobre sus talones con intención de marcharse, pero arrepentida ante su falta de cortesía, Jessica aceptó firmar. De todas formas, a pesar de que Axel se mostraba un poco arrogante, ella siempre supo que él era un buen hombre y ahora lo comprobaba.
—¿En dónde tengo que firmar? —Preguntó Jessica con el bolígrafo en la mano.
—Aquí —instruyó Axel, acercándose a ella y permitiéndole deleitarse con su agradable olor—, justo en la línea al final del documento.
A Jessica le tembló un poco la mano en cuanto se dispuso a escribir, sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Pol irrumpió en la cocina y la detuvo. Ella le explicó de qué se trataba, pero el chico se rehusó a permitirle firmar documentos desconocidos.
Axel nunca había prestado la suficiente atención al chico, pero ahora que lo hacía descubrió que era una molestia. Tuvo que arrebatarle los documentos en cuanto este se dispuso a leerlos.
—Ya le dije que tengo que salir, Jessica —dijo Axel en tono enojado—. ¿Va a firmar o no?
—Ella no firmará nada sin haberlo leído antes —respondió Pol en un tono que casi era desafiante—. No entiendo cuál es el problema, Axel.
—Pol —Jessica reprendió a su hijo—. Sé más respetuoso, por favor. No le digas Axel al señor.
—¿Señor?
Para Pol los señores eran aquellos que tenían el cabello blanco y algunas arrugas en su rostro. Axel era un hombre grande y con una barba bien recortada, pero su cabello oscuro estaba desprovisto de canas, así que Pol lo consideraba su igual.
—No me parece que él sea…
—¡Pol! —lo interrumpió Jessica antes de que el chico soltara algún comentario indebido.
Axel intervino para decirle a Pol que los dejara a solas, pero este se rehusó a hacerlo.
—Es una orden —gruñó Axel—. Este es un asunto de adultos, no te entrometas.
—No le dejaré que engañe a mi madre.
—Pol, por favor, ¡compórtate! —Lo riñó Jessica—. Sé lo que hago.
—Solo analízalo, mami. Si no hay nada de malo, ¿por qué no te permite que lo leas? Además, ¿no es el ama de llaves quien se ocupa de los contratos? —Los verdes ojos del chico saltaron de Axel hacia su madre—. Si él se tomó el trabajo de venir hasta aquí debe ser algo importante. He visto como él y doña Virginia te tratan, ¿por qué de repente quieren subirte el sueldo y son tan amables?
Jessica le dio una mirada de sospecha.
—Pienso que quizá la tía Raquel te dejo una parte importante de la herencia y ellos pretenden quitártela —repuso Pol—. Ella me dijo que lo haría.
Axel se incorporó, mostrándose indignado.
—¡Suficiente! —Golpeó la mesa con un puño, haciendo saltar el corazón de Jessica—. ¡Qué muchacho tan insolente! ¿Esa es la educación que usted le ha dado, Jessica? Además, ¿Quién le ha dicho que puede llamar tía a mi tía? No toleraré esa falta de respeto. Olvídese del aumento del sueldo y si quiere seguir trabajando aquí más le vale que controle a ese… demonio.
La mujer intentó disculparse, pero Axel se alejó sin querer escucharla. Sentía frío sudor discurrir sobre su espalda ante la preocupación que le provocaba el nuevo conflicto. Se encontró con su madre en el pasillo del segundo piso y le refirió todo lo que había sucedido.
—La tía Raquel le dijo al chico que les dejaría parte de su herencia —explicó Axel—, y Jessica empieza a sospechar. La mujer va a empezar a investigar y se enterará de lo que está sucediendo.
—¡Maldito mocoso! —Espetó Virginia con una mezcla de cólera y preocupación—. Solo tú puedes salvarnos, Antonio. Tienes que ganarte la confianza de esa mujer. Sé amable con ella, invítala a salir, ¡enamórala si es necesario!
—Pero…
—¿Acaso te crees incapaz de hacerlo?
—¡Sería un sacrificio!
—Un sacrificio que valdría la pena —Virginia habló con dureza, traspasándolo con sus azules ojos—. Solo entonces firmará.
Axel murmuró una maldición al reconocer que su madre tenía razón. Además, él mismo prefería salir con la empleada antes que rogarle a Mónica que volvieran. Cualquier elección heriría su orgullo, pero al menos la segunda podría mantenerla oculta.
—Saldré con ella solo hasta que firme —aceptó Axel—. Espero que no pase mucho tiempo hasta entonces. Luego, quiero que la envíes lejos de aquí y no volver a verla jamás.
Su madre asintió en gesto de agradecimiento:
—Así será, hijo. Te prometo que así será.
Una vez más, Jessica se dispuso a hacer las maletas, segura de que en esta ocasión no había marcha atrás. Apenas Axel le contara a su madre la forma como Pol lo había tratado, la mujer no dudaría en despedirla. —Mamá, yo no quería que nos despidieran —Pol intentaba disculparse, pero Jessica lo ignoró olímpicamente, enfurecida—. Ibas a firmar algo sin leer y tuve que intervenir. Lo que dije acerca de la tía Raquel es verdad y estoy seguro de que ese tipo quería engañarte, él y su madre… —Basta —Jessica se dirigió a Pol con desdén—. Basta de pensar que porque no fui a la escuela soy tonta. Yo sé lo que hago, Pol, y no necesito de tu ayuda. Axel iba a subirnos el sueldo con el cual habríamos empezado a gozar de una mejor vida y tú lo impediste. —Pero… —Pero nada. Ve y empaca tu maleta, antes de que nos saquen a patadas. —Yo solo… —La voz de Pol se quebró— quería ayudar. El chico no pudo controlar las lágrimas de arrepentimiento y desolación, y en aquel momento Jessica recordó que s
Jessica se apresuró a dejar todo listo para tener el tiempo suficiente de arreglarse para la cita, pero justo cuando iba atravesando el pasillo rumbo a su habitación se dio cuenta de que no tenía ropa decente que ponerse. El mejor de sus atuendos siempre fue el uniforme de sirvienta que vestía y los otros dos que tenía de repuesto. Aquel vestido azul que usaba para ir a las reuniones de Pol en la escuela ya estaba muy desgastado.—Mirna —llamó a la mucama con quien se topó en el pasillo—. Usted podría hacerme un favor.—Claro, Jess, si no es de plata porque estoy ilíquida.—No, no se trata de eso —Jessica dudó por un segundo. Mirna y ella tenían un cuerpo y una forma de vestir muy diferente—. Usted me puede prestar algo de ropa —se decidió—, es que tengo una cita esta noche y no hay nada decente en mi armario.—¿Una cita con un hombre?—Sí.Su amiga se mostró sorprendida y alegre ante la noticia. La cogió de la mano y tiró de ella, dirigiéndola a su habitación. Jessica quería omitir d
—No entiendo, ¿qué pasa por tu cabeza? —Riñó Virginia a su hijo—. ¿Cómo te fuiste a enredar con el ama de llaves?—Ya te dije que no es nada serio —Axel apuró su copa de vino blanco—. Solo me pareció una mujer interesante y quise darme la oportunidad. Además, Natalia no es una simple ama de llaves. Sus padres son ricos, con clase. Ella solo está pasando por una difícil situación.La charla continuó mientras disfrutaban de su almuerzo en el Tablón de San Bernardo, uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad.—¿Cuándo piensas hacer que esa mujer firme los papeles? —Dijo Virginia después, refiriéndose a Jessica—. No puedes distraerte, Antonio. En donde la sirvienta se llegue a enterar de lo que está pasando, vamos a quedar en sus manos.Axel no respondió y Virginia lo miró con sospecha.—Me gustaría enfocarme en mi carrera —dijo después—. Podría hacer la misma fortuna que nos dejó la tía Raquel.—¿Y dejarle todo a la sirvienta? Ni lo sueñes.Después de los pocos días que había convi
No podía ser cierto… Esa mujer estaba mintiendo. Jessica deseó que se tratara solo de una pesadilla. Esto era lo último que se imaginó que alguna vez llegaría a pasarle. Con un gran esfuerzo, se obligó a contener la calma y escuchó lo que la mujer tenía para decirle: Eva había dado a luz a su hijo en Francia, pero sus padres jamás lo aceptaron. Aunque en aquel tiempo ella tenía veinte años, aún no era libre de tomar sus propias decisiones. Estaban en juego fortunas y el buen nombre de dos familias por cuya historia Jessica no se interesó mucho. —Escapé de casa con ayuda de mi hegmana mayog —conitinuó Eva con su relato—, pego los hombres de mi padre no tagdaron en encontragnos. Sabía que tenían ogdenes de acabag con la vida de mi hijo, así que me enfrenté a ellos mientras mi hegmana y Hadrien escapaban. Hadrien era el nombre que Eva había puesto a Pol. Ella aclaró a Jessica unos cuantos datos más y prosiguió: —Cuando Sophie se encontraba en el avión, los hombres la alcanzagon. Ella
Jessica lo miró sin entender. —Me refiero a la historia que me contaste —repuso Axel con los ojos fijos en los de ella—. Me dijiste que habías tenido a Pol cuando eras muy joven, pero no es verdad. Tú lo adoptaste y causa de él pasaste dificultades. Jessica se volvió para contemplar el agua azul de la fuente y guardó silencio por un momento. Nunca le dijo a nadie la verdad y se prometió que sería un secreto que se llevaría a la tumba, pero debido a las circunstancias era una promesa que ya no podría cumplir. —Yo… lo encontré —dijo Jessica al cabo de un tiempo—. Aquella tarde caminaba de vuelta a casa del colegio. Había unas chicas quienes me molestaban y tomé un atajo a través de un callejón… escuché el llanto de un bebé y lo hallé entre las bolsas de la basura. La lluvia caía a cántaros y los truenos retumbaban en el cielo. Jessica tenía mucho miedo de regresar a casa porque sabía que aquellas chicas la estarían esperando para golpearla. Jessica estaba cansada de los continuos a
Jessica se sentó a un extremo de su cama y a través de la ventana contempló la noche henchida de estrellas. Estaba luchando contra el arrepentimiento que pugnaba por embargarla. A lo mejor, no debió decirle todo aquello a Axel, no era necesario. Pero necesitaba compartir su peso con alguien y él estaba allí con sus ojos y voz que le dieron confianza. Llamaron a la puerta de su habitación y fue a abrir para encontrarse con Pol. El chico estaba preocupado porque la veía triste, pero Jessica le hizo saber que no era nada. Fingió estar solo un poco cansada. —¿Y a qué venía aquella señora? —Preguntó Pol después. —Quería saber la disponibilidad que tenías para viajar a otro país —contestó Jessica—. Si aceptas, es muy seguro que vayas. —¿Y tú irías conmigo? —A lo mejor pueda hacerlo. Pol le dio una pequeña sonrisa y en aquel momento, Jessica tuvo la intención de contarle toda la verdad. Después de todo, tarde o temprano se enteraría, pero no tuvo la suficiente fuerza de voluntad para ha
El sueño de Virginia se vio interrumpido por las pesadillas. En estas, Jessica se adueñaba de su fortuna y la corría a patadas de la mansión humillándola ante un montón de personas. Veía su rostro en los periódicos en donde ella protagonizaba la bochornosa escena y los demás se burlaban. En vista de esto, a la mañana siguiente fue a hablar con Axel.—¿Por qué entras sin tocar? —Protestó este. Se incorporó y se sentó a un lado de la cama en estado somnoliento—. Podría haber estado con Natalia.—En tal caso habrías asegurado la puerta —respondió Virginia en tono adusto. Aún no estaba de acuerdo con la relación que su hijo sostenía con aquella mujer—. No pude dormir en toda la noche, Antonio. Me preocupa demasiado que nuestro futuro esté en manos de una sirvienta y tú no haces nada para ayudar.—Lo estoy haciendo —La voz de Axel surgió débil. Deseaba volver a la cama, pero se había propuesto hacer un poco de ejercicio en las mañanas—. Y no creo que sea necesario conquistarla. Me converti
—¡Oiga! —Exclamó Jessica Ángel después de que el hombre pasara a su lado, enviándole una rociada de agua sucia sobre su uniforme—. ¡¿Qué tal el desgraciado?!Para su sorpresa, el auto negro lujoso derrapó en el pavimento y retrocedió hasta donde ella se encontraba. Sus ojos se abrieron de par en par cuando el vidrio blindado descendió dejando ver a un hombre que ella y todo el país reconocían.¡Se trataba del guapísimo y famoso cantante Axel García!—No la vi, señorita —dijo él en tono despectivo, dirigiéndole una mirada aburrida a través de sus gafas oscuras—. Tome —Axel le extendió unos cuantos billetes en compensación, pero Jessica se negó a aceptarlo.—Con una disculpa habría sido suficiente, señor —dijo ella, sacudiendo la bolsa de la compra para quitar el agua sucia—. Ahora lo mínimo que puede hacer es acercarme a la mansión.Axel le dio una sonrisa de burla:—¿De verdad pretende que la suba a mi auto en esas condiciones, señorita? Y no me refiero a su sucio uniforme de empleada