MAYAPara cuando el espectáculo termina, Alex deja de acariciarme la espalda. Está raro, muy raro. No sé si tiene que ver con el hecho de que mañana cogemos un vuelo a Oregón para celebrar Navidad con nuestras familias juntas.Levanto las cejas esperando que se mueva. ¿Nos vamos a pasar la noche aquí de pie junto al árbol de navidad?Parpadea. Levanta la mano y me acaricia la mejilla. No tiene ni idea de lo tranquila que estoy a su lado.Me da un beso. Escueto para lo que nos gusta.—Te quiero —dice.Con el corazón revuelto como una adolescente me alzo de puntillas a sus labios.—Te quiero.Es cuando planta algo entre los dos. La boca se me cae al suelo. Las gafas me resbalan por la nariz con dramatismo desenfocándome la vista, o podrían ser las lágrimas. Debe de pensar que arrodillarse es demasiado cursi hasta para él.—Quiero que te cases conmigo. —Enseguida se corrige—. ¿Quieres casarte conmigo? Perdón, es que estoy nervioso de cojones.Intento ordenar mis propios pensamientos. Las
MAYAAnna me ayudó a comprar el vestido. Teniendo en cuenta a la familia de Alex, he elegido uno que parece más caro y formal de lo que usaría. Las navidades pasadas cuando mi familia y Denver subieron a vernos a Seattle, cené en vaqueros y un jersey rojo.Me muevo el anillo en el dedo, nerviosa, y no dejo de pasarme las manos por la falda plisada del vestido rojo. Alex estira su mano a las mías para reconfortarme. No me suelta hasta que el taxi nos deja delante del restaurante. Creo que somos los últimos en llegar a la reserva.—Tranquila —me dice cuando nos encontramos fuera del taxi—. Es sólo una cena.Pero es una cena familiar. Sus padres no me conocen.Alex entrelaza nuestros dedos. Se acerca mi mano a los labios. Me animo a entrar, por fin. Alex me lleva de la mano entre las mesas elegantes y refinadas. Hasta no hace mucho yo todavía no pisaba este tipo de restaurantes por iniciativa propia. Ahora, de vez en cuando, Alex y yo nos vestimos bien y tenemos citas cenando en buenos si
MAYAPara cuando Mary (por fin) se decide a volar del nido, me llama diciendo que nuestra madre parecía más aliviada que otra cosa. Denver lleva un par de años esperando a que se decida a mudarse con él, Mary lo ha atrasado porque le daba pena dejar sola a mamá.—Es que tienes veintidós años, Mary. Ya molestabas en casa. Sabes que mamá tiene sus líos, ¿verdad?—No digas que tiene sus líos —lloriquea, escucho a Denver reírse por detrás—. Es que me da cosa... Sigue sola en casa, ¿y si le pasa algo?—¿Pero qué le va a pasar? Eres una paranoica.—¿Crees que tiene novio?—¿Por qué no vas y se lo preguntas? Vives a veinte minutos de ella.—Porque igual te lo ha contado a ti.¿A mi? Llevo semanas retraída con miles de cosas más.—Que va. Te voy a colgar, Mary, tengo mucho que hacer.Tengo demasiado que hacer. Pensaba que las wedding planner se encargaban de quitarme a mi el trabajo y resulta que en todo este año de preparativos he asistido a unas once pruebas de vestido, veintemil pruebas de
ALEXHa merecido la pena cuando veo a Maya sonriendo como lo hace. Está tan feliz que se ha olvidado de que esta mañana ha estado a punto de llorar por los nervios. Aunque luego ha vuelto a llorar delante del cura y cuando la he besado sus labios estaban salados.Está siendo un gran día.—No te lo vas a creer —me viene diciendo.Sus tacones blancos, limpios a más no poder, se hunden un poco en el césped del lugar de ceremonias. Viene acelerada, arremangándose un poco la falda blanca del vestido para no tropezarse. El vestido le flipa, lleva hablando de lo bonito que es casi medio año, dudó cuando se quedó embarazada y esperaba tener que hacerle arreglos. Todo está cómo a ella le gusta, bonito y decorado con simpleza. Pero cuando sonríe ella es lo más bonito que existe hoy.—Sorpréndeme.A la mínima que puedo le echo las manos encima. La tela satinada de su vestido me resbala entre los dedos.—La novia de tu padre se está enrollando con Jeff debajo de la escalera.—No jodas.Asiente co
MAYASi me hubieran advertido del dolor y el postparto, me habría pensado mejor esto de tener hijos. Sin embargo, es algo que merece la pena cuando veo a nuestro pequeño Eden apilando cubos de madera en su alfombra de juegos. O cuando se ríe tan agudo que llena toda la casa para lo grande que es. Incluso cuando corretea y siento que se me va a salir el corazón por la boca del miedo, entonces también merece la pena.—¡Papá! —chilla—. ¡Papa!Alex dice que con esa voz de pito no le extraña que haga llorar a Lucy, la hija de dos años Finch y Anna.—Creo que ahí viene —no he terminado de decirlo cuando mi hijo ya se agazapa tras la encimera.Se lleva las manos a la boca como todo niño revoltoso intentando guardar silencio. Siendo hijo mío y de Alex, no sé muy bien qué mezcla esperaba. Eden es tranquilo, risueño, un celoso de su padre cuando me besa. Alex dice que es un niño de mamá y voy a disfrutarlo todo lo que pueda.Alex aparece por el marco de la cocina descamisado y con los pantalones
Me encuentro sentada en mi escritorio individual leyendo y releyendo una y otra vez las letras llamativas de diferentes fuentes y colores. Una invitación.REUNIÓN DE ALUMNOS PROMOCIÓN 2018-2019. Viernes 24 de Noviembre 7PM ¡Ya sabéis como llegar!En realidad era la tercera noche que me quedaba como una tonta leyendo las pocas letras de la invitación echa un poco malamente con el Microsoft Paint. Cuando recibí un correo de mi antiguo instituto no pensé mucho aunque el asunto del mensaje debió advertirme, decía: INVITACIÓN MAYA MAYNWOOD. ¿Invitación a qué iba a ser sino?—¿Sigues pensando en si ir? —la voz de Anna resuena estridente en mi cabeza, distrayéndome de la lista de pros y contras que llevo días haciendo sobre si asistir o no—. No puede ser tan malo, de todas formas tienes que ir a ver a tu madre...—Creo que a mi madre tampoco le haría gracia que fuera. Sabe lo mal que lo pasé y creo que sigue teniendo deudas con el psicólogo que tuvo que pagarme.—¡Venga ya! No te pareces en
¿Si no soy tan valiente para que he venido? Me lo pregunto mientras hurgo en mi pequeño bolso buscando las llaves del coche. Encima me estoy congelando, ¿por qué he dejado el abrigo en el coche? Refunfuño.—Oye, espera.Finjo no escucharle. Encuentro las llaves por fin, tintinean entre mis dedos y como mi chatarra no tiene mando a distancia tengo que acercarme (aunque quiero correr) y meter la llave en la puerta y abrirla.—Eh, espera —me repite—. Maya.Levanto la cabeza y el viento me quita el pelo de la cara. Alex tiene las manos hundidas en los bolsillos de su chaqueta de cuero aunque saca una para apartarse los rizos castaños de la frente. ¿Y este qué quiere ahora?—¿Qué quieres? Tengo que irme.—¿Tienes o estás huyendo?—Llevo conduciendo todo el día, quiero irme.Hago el amago de refugiarme en mi coche pero su mano se cierne en mi codo, me da escalofríos pero antes de poder reprocharle, da un paso atrás. Ni yo entiendo por qué acaba de hacer eso ni seguramente él tampoco. Por pr
ALEX—¡Voy a llamar a la policia! Saca tu culo de mi casa.Estoy a nada de entrometerme cuando un vaso vuela tan deprisa por los aires que se estrella contra la pared haciéndose añicos. Miro a mi madre y después a la mujer más joven, podría ser mi novia antes que la de mi padre. Al final me hundo en el sofá subiéndole el volumen al partido de fútbol. Por lo menos Denver no está aquí, para cuando él llega la casa parece de lo más normal. Nuestra madre se ha duchado y no huele a alcohol y nuestro padre se ha quitado los rastros de haber traído (de nuevo) a su amante a casa.Se deja caer en el sofá a mi lado, trae la misma cara de alelao que siempre lleva cuando está con su noviecita.—La hermana mayor de Mary es una pasada. —No me parece que sea capaz de decir eso de la chica que yo veía por los pasillos del instituto—. Y te odia un huevo.No me sorprende.—¿Has ido a hablar de mi o qué?—Que va, tu nombre debe de estar prohibido en esa casa —aunque bromea yo estoy seguro de tiene parte