Mientras pasa el plumero por la sala, Elizabeth decide encender la televisión para entretenerse un poco, la verdad es que no le suele interesar lo que los programas de farándula tienen para decir. Pero la verdad es que últimamente necesita cualquier ayuda para ser capaz de silenciar la multitud de pensamientos y voces que rondan en su mente continuamente, para poder tener un poco de paz y tranquilidad.—¡Ha sido una gran sorpresa, algo que se mantuvo en un secreto casi hermético! Pero ya saben que a nosotros no se nos puede ocultar absolutamente nada —declara un sonriente periodista de traje con una expresión de triunfo.—¿Qué primicia tendrán ahora? —murmura la mucama soltando una risa burlona por la manera orgullosa en la que el reportero cree que ha conseguido alguna especie de noticia de interés nacional.—De todas maneras no entiendo la razón por la que han tratado de ocultarlo, al menos que haya problemas en el paraíso Elizabeth Rivera-Víctor Torres. ¡Pues de otra forma ya habrí
—¿Acaso has perdido la cabeza? ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? ¿Qué clase de mujer crees que soy para prestarme a algo como eso? —cuestiona Elizabeth entrando en la cocina meneando la cabeza con enojo.—Créeme, es algo que querría evitar, pero viendo el brutal avance que ha tenido Helena, me temo que no nos queda más opción. He notado que entre tú y mi hijo sucede algo, no son solo jefe-empleada como aparentan —señala Ana entrando detrás de su aliada para convencerla de que no cuentan con otra opción.—¡No aparentamos nada, él es mi jefe y yo soy su empleada! Ese es el único vinculo que nos une, nada más —asegura la mucama con voz firme para que no quede ninguna duda al respecto.—Puede ser… pero ambos desearían poder ser algo más, y yo solo te estoy dando la oportunidad o mejor dicho mi bendición para que avances —declara la madre tomando asiento en uno de los taburetes mientras intenta convencerla.—Eso no viene al caso, no me estás dando tu bendición porque estás de acu
Caminando de una punta a otra del pasillo en el que se encuentra la habitación de Elizabeth, Víctor intenta reunir no solo el coraje para tocar a la puerta, sino también las palabras adecuadas para expresar correctamente lo que quiere decirle. Ha llegado a la conclusión de que a luz de los recientes acontecimientos, le será muy difícil evitar exponerla a un estrés que la lleve a un mayor avance de su condición. Así que lo que necesita es alejarla de Buenos Aires, de la mansión, de Helena, de todo, menos de él.Soltando un largo suspiro se para frente a la puerta y la golpea suavemente, aguzando el oído para escuchar cualquier sonido que le de cuenta que Elizabeth acude a abrir. Esperando poder prepararse tal y como lo hace cada vez que debe presentar una nueva propuesta a la mesa de inversionistas, aunque lo que está en juego en este momento le resulta mucho más importante que lo que puede conseguir en una de esas juntas.—¿Víctor? ¿Sucede algo, necesitas algo? —pregunta la mujer abri
Al sentir que el auto que fue enviado a buscarla se detiene, Helena mira por la ventanilla el Jet privado que Víctor debe de haber alquilado. El cual ha pasado de ser el que los llevaría a ambos a viajar juntos, a solo dejarla abandonada en Sicilia, algo que si bien le da un profundo golpe a su dignidad, no le ha quedado más remedio que aceptar. Debe recuperar la confianza de su ex después de haber revelado lo del embarazo a la prensa, sabía que era una jugada arriesgada, pero necesaria, necesita poner toda la presión posible sobre su presa.—Incluso puede que en este viaje pueda disuadirlo para poder ir con él a donde sea que se dirige, sin la vieja bruja y la sirvienta enamorada presentes no debería ser muy difícil —murmura la mujer esperando a que el chofer le abra la puerta para bajar, ya que su anfitrión parece no tener la intención siquiera de bajar del jet para recibirla.A medida que va subiendo por los escalones que la llevan hacia su medio de transporte aéreo, Helena piensa
Luego de un silencioso viaje en limusina hasta la dichosa casa alquilada, la cual en realidad ha resultado ser una mansión que no tiene nada que envidiarle a la que ha quedado en Buenos Aires. Helena contempla encantada el camino cercado de unos hermosos manzanos que exhiben diferentes variedades de frutos. Incluso hasta le parece percibir el aroma frutal infiltrándose en el vehículo, aunque eso queda fácilmente opacado al divisar la imponente casona blanca que parece brillar ante los rayos de sol como si fuese una perla.—¡Este lugar es hermoso, parece un palacio! —exclama Elizabeth con asombro, pareciendo un niño entrando a un parque de diversiones.—Es una de las casas más antiguas de Sicilia, si mal no recuerdo la utilizaba un Conde o un Marqués para vacacionar, y ya sabes que la realeza no se anda con pequeñeces —relata Víctor satisfecho de haberla impresionado.—Bueno, no solo la realeza por lo que veo. ¿Y creíste que era necesario semejante palacio para estar yo sola? —cuestion
Sentada en un pulcro mirador blanco situado debajo de un frondoso sauce en el jardín, Elizabeth contempla las luciérnagas que revolotean en medio de la oscuridad apenas enfrentada por las tenues luces de farolas de estilo antiguo. Luego de una conversación inspirada solo por el compromiso que tuvo en la sobremesa al terminar de cenar, quiso buscar un lugar en donde pudiera sentir paz. La verdad es que a pesar de que tanta belleza y lujo la hacen sentir como una princesa, también le ha comenzado a parecer algo abrumadora. Dándole cuenta de lo mucho que ha cambiado, si aún fuese la gran heredera Rivera estaría feliz de estar allí, creyendo que es exactamente lo que merece. Pero ahora no cree poder soportar más de un día allí, preferiría volver al mundo real en cuanto tuviese la oportunidad.—¿Y de tantos lugares por qué habrá elegido uno tan… ostentoso? Como si quisiese demostrar algo —murmura la mujer echándose hacia atrás en la pared de madera, preguntándose incluso a quién deseaba i
Con la espalda apoyada en la pared de papel tapiz azul, Víctor vigila la puerta de Elizabeth de la misma manera que un halcón no quitaría la mirada de su presa. Luego de haberse asegurado con el servicio domestico de que nadie había salido de Palazzo del Paradiso, y de ver que ella no estaba en ninguno de los sitios de la planta inferior, decidió montar guardia allí.Está muy consciente de que las cosas entre ellos estuvieron muy lejos de llegar a su mejor resultado la noche anterior, así que sabe perfectamente que debe arreglar las cosas entre ellos, debe aclararla. Porque si bien cada decisión que tomó fue para asegurarse el bienestar de Elizabeth, no puede negar que actuó de manera egoísta al no serle sincero, pues aunque podría objetar que lo hizo para cuidarla, una parte de él le dice que no lo hizo por no soportar la humillación de no tener la solución para quedar como el héroe.—No sabía que necesitaba un guardia vigilando mi puerta, ¿Acaso he pasado de compañera de viaje a pri
De camino a la mansión en donde ha quedado en encontrarse con Luis, Víctor es incapaz de siquiera intentar entablar una conversación con Elizabeth. Si bien está feliz de que hayan hallado lo necesario para curarla, no está satisfecho con el hecho de no haber sido él quien lo encontrase, de no ser el héroe de la historia.Es un pensamiento egoísta, lo sabe muy bien, pero simplemente no puede evitarlo. Siempre ha sido él quien ha cuidado de Elizabeth, quien la ha apoyado, quien la ha salvado, quien ha estado brindándole todo lo que estaba a su alcance, quizás no todo lo que desearía, pero sí lo que cree que ha sido suficiente. Y estaba seguro de que sería él quien una vez más la salvase, pero esta vez ha sido desplazado, lo cual le hace temer que incluso signifique una reconciliación entre ella y Luis, algo que está seguro lo destrozaría.—El hecho de que haya encontrado un principio activo sobre el que trabajar no quiere decir que ya tenga la cura, ¿Verdad? —pregunta Elizabeth tratando