Caminando de una punta a otra del pasillo en el que se encuentra la habitación de Elizabeth, Víctor intenta reunir no solo el coraje para tocar a la puerta, sino también las palabras adecuadas para expresar correctamente lo que quiere decirle. Ha llegado a la conclusión de que a luz de los recientes acontecimientos, le será muy difícil evitar exponerla a un estrés que la lleve a un mayor avance de su condición. Así que lo que necesita es alejarla de Buenos Aires, de la mansión, de Helena, de todo, menos de él.Soltando un largo suspiro se para frente a la puerta y la golpea suavemente, aguzando el oído para escuchar cualquier sonido que le de cuenta que Elizabeth acude a abrir. Esperando poder prepararse tal y como lo hace cada vez que debe presentar una nueva propuesta a la mesa de inversionistas, aunque lo que está en juego en este momento le resulta mucho más importante que lo que puede conseguir en una de esas juntas.—¿Víctor? ¿Sucede algo, necesitas algo? —pregunta la mujer abri
Al sentir que el auto que fue enviado a buscarla se detiene, Helena mira por la ventanilla el Jet privado que Víctor debe de haber alquilado. El cual ha pasado de ser el que los llevaría a ambos a viajar juntos, a solo dejarla abandonada en Sicilia, algo que si bien le da un profundo golpe a su dignidad, no le ha quedado más remedio que aceptar. Debe recuperar la confianza de su ex después de haber revelado lo del embarazo a la prensa, sabía que era una jugada arriesgada, pero necesaria, necesita poner toda la presión posible sobre su presa.—Incluso puede que en este viaje pueda disuadirlo para poder ir con él a donde sea que se dirige, sin la vieja bruja y la sirvienta enamorada presentes no debería ser muy difícil —murmura la mujer esperando a que el chofer le abra la puerta para bajar, ya que su anfitrión parece no tener la intención siquiera de bajar del jet para recibirla.A medida que va subiendo por los escalones que la llevan hacia su medio de transporte aéreo, Helena piensa
Luego de un silencioso viaje en limusina hasta la dichosa casa alquilada, la cual en realidad ha resultado ser una mansión que no tiene nada que envidiarle a la que ha quedado en Buenos Aires. Helena contempla encantada el camino cercado de unos hermosos manzanos que exhiben diferentes variedades de frutos. Incluso hasta le parece percibir el aroma frutal infiltrándose en el vehículo, aunque eso queda fácilmente opacado al divisar la imponente casona blanca que parece brillar ante los rayos de sol como si fuese una perla.—¡Este lugar es hermoso, parece un palacio! —exclama Elizabeth con asombro, pareciendo un niño entrando a un parque de diversiones.—Es una de las casas más antiguas de Sicilia, si mal no recuerdo la utilizaba un Conde o un Marqués para vacacionar, y ya sabes que la realeza no se anda con pequeñeces —relata Víctor satisfecho de haberla impresionado.—Bueno, no solo la realeza por lo que veo. ¿Y creíste que era necesario semejante palacio para estar yo sola? —cuestion
Sentada en un pulcro mirador blanco situado debajo de un frondoso sauce en el jardín, Elizabeth contempla las luciérnagas que revolotean en medio de la oscuridad apenas enfrentada por las tenues luces de farolas de estilo antiguo. Luego de una conversación inspirada solo por el compromiso que tuvo en la sobremesa al terminar de cenar, quiso buscar un lugar en donde pudiera sentir paz. La verdad es que a pesar de que tanta belleza y lujo la hacen sentir como una princesa, también le ha comenzado a parecer algo abrumadora. Dándole cuenta de lo mucho que ha cambiado, si aún fuese la gran heredera Rivera estaría feliz de estar allí, creyendo que es exactamente lo que merece. Pero ahora no cree poder soportar más de un día allí, preferiría volver al mundo real en cuanto tuviese la oportunidad.—¿Y de tantos lugares por qué habrá elegido uno tan… ostentoso? Como si quisiese demostrar algo —murmura la mujer echándose hacia atrás en la pared de madera, preguntándose incluso a quién deseaba i
Con la espalda apoyada en la pared de papel tapiz azul, Víctor vigila la puerta de Elizabeth de la misma manera que un halcón no quitaría la mirada de su presa. Luego de haberse asegurado con el servicio domestico de que nadie había salido de Palazzo del Paradiso, y de ver que ella no estaba en ninguno de los sitios de la planta inferior, decidió montar guardia allí.Está muy consciente de que las cosas entre ellos estuvieron muy lejos de llegar a su mejor resultado la noche anterior, así que sabe perfectamente que debe arreglar las cosas entre ellos, debe aclararla. Porque si bien cada decisión que tomó fue para asegurarse el bienestar de Elizabeth, no puede negar que actuó de manera egoísta al no serle sincero, pues aunque podría objetar que lo hizo para cuidarla, una parte de él le dice que no lo hizo por no soportar la humillación de no tener la solución para quedar como el héroe.—No sabía que necesitaba un guardia vigilando mi puerta, ¿Acaso he pasado de compañera de viaje a pri
De camino a la mansión en donde ha quedado en encontrarse con Luis, Víctor es incapaz de siquiera intentar entablar una conversación con Elizabeth. Si bien está feliz de que hayan hallado lo necesario para curarla, no está satisfecho con el hecho de no haber sido él quien lo encontrase, de no ser el héroe de la historia.Es un pensamiento egoísta, lo sabe muy bien, pero simplemente no puede evitarlo. Siempre ha sido él quien ha cuidado de Elizabeth, quien la ha apoyado, quien la ha salvado, quien ha estado brindándole todo lo que estaba a su alcance, quizás no todo lo que desearía, pero sí lo que cree que ha sido suficiente. Y estaba seguro de que sería él quien una vez más la salvase, pero esta vez ha sido desplazado, lo cual le hace temer que incluso signifique una reconciliación entre ella y Luis, algo que está seguro lo destrozaría.—El hecho de que haya encontrado un principio activo sobre el que trabajar no quiere decir que ya tenga la cura, ¿Verdad? —pregunta Elizabeth tratando
Debajo del agua de la ducha, Víctor piensa en lo que ha pasado últimamente, en cómo Luis parece haberle declarado la guerra por Elizabeth una vez más. ¿Y podría culparlo? Probablemente no, su socio ya se había hecho a un lado para dejarle el camino libre, y él no hizo nada al respecto para conquistarla, o mejor dicho para asegurarle un lugar a su lado. ¿Acaso sin querer dio una señal de desinterés o de que en realidad no está dispuesto a tener algo serio con ella?Apoyando la mano en la pared se recrimina por estar de nuevo por perderla, a esa altura ya debería haberse asegurado no tener que enfrentar la posibilidad de que alguien se la arrebate. Pero así están las cosas, sintiendo un ardor en los ojos y una presión en el pecho golpea la pared con rabia, con impotencia, deseando que las cosas fuesen más sencillas, queriendo que la vida deje de conspirar contra ellos.—Tal vez ya no tenga sentido seguir aferrándome a la idea de que podríamos llegar a tener una vida juntos, todo lo que
Después de un gran esfuerzo para lograr que Víctor la permitiese levantarse de la cama y dejarlo un minuto solo, Elizabeth baja las escaleras con prisa para abrir la puerta al que cree que debe ser el doctor. El cual ya ha tocado el timbre más de tres veces, y no quiere correr el riesgo de que se vaya, incluso cuando ella también comenzaba a disfrutar de la cercanía que estaba teniendo con su jefe.—Disculpe la demora para abrirle, pero Víctor no quería quedarse solo. Pase, por favor, él está arriba, recostado, nunca lo vi de esa manera —informa Elizabeth abriendo la puerta y comenzando a caminar hacia la habitación para que se jefe sea atendido rápidamente.Luego de examinarlo por un rato a pesar de lo esquivo de su paciente, el doctor se rasca su cabeza de cabello negro algo desordenado, y se dirige hacia el baño en donde comienza a revolver el botiquín creyendo tener una idea de lo que ha sucedido.—¿Doctor? ¿Qué es lo que está buscando? —pregunta la mucama arrugando la frente extr