Ya sin ser capaz de soportar el silencio que ha reinado en el comienzo de la cena, Víctor se propone a romperlo dirigiéndose hacia su visitante que extrañamente ha optado por un look sencillo para estar allí. Aunque la verdad es que al mirar a su madre de quien esperaba que tomara las riendas de esa cena, se pregunta si sería una buena idea perturbar la paz que tienen hasta el momento.—Elizabeth nos sorprende cada vez más con su buena cocina, esa estrada ha estado deliciosa, ¿Verdad? —exclama el empresario sentado a cabecera de la mesa, prefiriendo comenzar esa platica con algo sencillo.—Eso es lo que veo, o mejor dicho lo que pruebo, tienes suerte de contar con ella. No siempre se puede conseguir alguien tan eficaz para ocuparse de todas las tareas domésticas —coincide Helena con una sutil sonrisa mirando a la empleada que llega para servirles el plato principal.—No seas tan modesta, querida, aunque ella es buena no creo que pueda compararse al chef Pierre que cocina en tu casa,
Soltando un largo suspiro con una mezcla de triunfo y culpa, Elizabeth lava los platos sintiendo el agua caliente escurriéndose entre sus dedos. Ana ha logrado mantener a Helena a raya, e incluso implantar en Víctor la duda de que su ex no le hubiese sido muy honesta. Pero al ser parte de esa misión secreta para desenmascararla, la hace sentir que en realidad se ha rebajado a su nivel, por lo que entre ambas no existe mucha diferencia en realidad.Así que quién dice que quizás el día de mañana Ana no considere que tiene que proteger a su hijo de su propia mucama, la mujer que estuvo actuando a espaldas de su Jefe, quizás con una buena intención, pero siendo deshonesta.—Todo estuvo delicioso, Elizabeth, quería agradecerte por todo el esfuerzo que hiciste para que todo estuviese perfecto. Sin duda, tu comida me ayudó a sobrevivir a esa cena —agradece Víctor entrando en la cocina y apoyándose en la mesada, a un lado de su empleada.—No hay nada que agradecer, yo solo estaba haciendo mi
Mientras pasa el plumero por la sala, Elizabeth decide encender la televisión para entretenerse un poco, la verdad es que no le suele interesar lo que los programas de farándula tienen para decir. Pero la verdad es que últimamente necesita cualquier ayuda para ser capaz de silenciar la multitud de pensamientos y voces que rondan en su mente continuamente, para poder tener un poco de paz y tranquilidad.—¡Ha sido una gran sorpresa, algo que se mantuvo en un secreto casi hermético! Pero ya saben que a nosotros no se nos puede ocultar absolutamente nada —declara un sonriente periodista de traje con una expresión de triunfo.—¿Qué primicia tendrán ahora? —murmura la mucama soltando una risa burlona por la manera orgullosa en la que el reportero cree que ha conseguido alguna especie de noticia de interés nacional.—De todas maneras no entiendo la razón por la que han tratado de ocultarlo, al menos que haya problemas en el paraíso Elizabeth Rivera-Víctor Torres. ¡Pues de otra forma ya habrí
—¿Acaso has perdido la cabeza? ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? ¿Qué clase de mujer crees que soy para prestarme a algo como eso? —cuestiona Elizabeth entrando en la cocina meneando la cabeza con enojo.—Créeme, es algo que querría evitar, pero viendo el brutal avance que ha tenido Helena, me temo que no nos queda más opción. He notado que entre tú y mi hijo sucede algo, no son solo jefe-empleada como aparentan —señala Ana entrando detrás de su aliada para convencerla de que no cuentan con otra opción.—¡No aparentamos nada, él es mi jefe y yo soy su empleada! Ese es el único vinculo que nos une, nada más —asegura la mucama con voz firme para que no quede ninguna duda al respecto.—Puede ser… pero ambos desearían poder ser algo más, y yo solo te estoy dando la oportunidad o mejor dicho mi bendición para que avances —declara la madre tomando asiento en uno de los taburetes mientras intenta convencerla.—Eso no viene al caso, no me estás dando tu bendición porque estás de acu
Caminando de una punta a otra del pasillo en el que se encuentra la habitación de Elizabeth, Víctor intenta reunir no solo el coraje para tocar a la puerta, sino también las palabras adecuadas para expresar correctamente lo que quiere decirle. Ha llegado a la conclusión de que a luz de los recientes acontecimientos, le será muy difícil evitar exponerla a un estrés que la lleve a un mayor avance de su condición. Así que lo que necesita es alejarla de Buenos Aires, de la mansión, de Helena, de todo, menos de él.Soltando un largo suspiro se para frente a la puerta y la golpea suavemente, aguzando el oído para escuchar cualquier sonido que le de cuenta que Elizabeth acude a abrir. Esperando poder prepararse tal y como lo hace cada vez que debe presentar una nueva propuesta a la mesa de inversionistas, aunque lo que está en juego en este momento le resulta mucho más importante que lo que puede conseguir en una de esas juntas.—¿Víctor? ¿Sucede algo, necesitas algo? —pregunta la mujer abri
Al sentir que el auto que fue enviado a buscarla se detiene, Helena mira por la ventanilla el Jet privado que Víctor debe de haber alquilado. El cual ha pasado de ser el que los llevaría a ambos a viajar juntos, a solo dejarla abandonada en Sicilia, algo que si bien le da un profundo golpe a su dignidad, no le ha quedado más remedio que aceptar. Debe recuperar la confianza de su ex después de haber revelado lo del embarazo a la prensa, sabía que era una jugada arriesgada, pero necesaria, necesita poner toda la presión posible sobre su presa.—Incluso puede que en este viaje pueda disuadirlo para poder ir con él a donde sea que se dirige, sin la vieja bruja y la sirvienta enamorada presentes no debería ser muy difícil —murmura la mujer esperando a que el chofer le abra la puerta para bajar, ya que su anfitrión parece no tener la intención siquiera de bajar del jet para recibirla.A medida que va subiendo por los escalones que la llevan hacia su medio de transporte aéreo, Helena piensa
Luego de un silencioso viaje en limusina hasta la dichosa casa alquilada, la cual en realidad ha resultado ser una mansión que no tiene nada que envidiarle a la que ha quedado en Buenos Aires. Helena contempla encantada el camino cercado de unos hermosos manzanos que exhiben diferentes variedades de frutos. Incluso hasta le parece percibir el aroma frutal infiltrándose en el vehículo, aunque eso queda fácilmente opacado al divisar la imponente casona blanca que parece brillar ante los rayos de sol como si fuese una perla.—¡Este lugar es hermoso, parece un palacio! —exclama Elizabeth con asombro, pareciendo un niño entrando a un parque de diversiones.—Es una de las casas más antiguas de Sicilia, si mal no recuerdo la utilizaba un Conde o un Marqués para vacacionar, y ya sabes que la realeza no se anda con pequeñeces —relata Víctor satisfecho de haberla impresionado.—Bueno, no solo la realeza por lo que veo. ¿Y creíste que era necesario semejante palacio para estar yo sola? —cuestion
Sentada en un pulcro mirador blanco situado debajo de un frondoso sauce en el jardín, Elizabeth contempla las luciérnagas que revolotean en medio de la oscuridad apenas enfrentada por las tenues luces de farolas de estilo antiguo. Luego de una conversación inspirada solo por el compromiso que tuvo en la sobremesa al terminar de cenar, quiso buscar un lugar en donde pudiera sentir paz. La verdad es que a pesar de que tanta belleza y lujo la hacen sentir como una princesa, también le ha comenzado a parecer algo abrumadora. Dándole cuenta de lo mucho que ha cambiado, si aún fuese la gran heredera Rivera estaría feliz de estar allí, creyendo que es exactamente lo que merece. Pero ahora no cree poder soportar más de un día allí, preferiría volver al mundo real en cuanto tuviese la oportunidad.—¿Y de tantos lugares por qué habrá elegido uno tan… ostentoso? Como si quisiese demostrar algo —murmura la mujer echándose hacia atrás en la pared de madera, preguntándose incluso a quién deseaba i