Sentado en su estudio con un vaso de whisky en la mano, Víctor suelta un largo suspiro de cansancio, rayando en la desesperación. Toda su vida se ha propuesto ser lo suficientemente fuerte como para soportar cualquier golpe que le viniera, pero los recientes eventos que le ha tocado pasar parecen haber derribado sus fortalezas. Ya no es solo el perder a Elizabeth por una enfermedad incurable, sino perderla para siempre porque tiene que hacerse cargo del hijo que hay en el vientre de Helena.—Una existencia miserable, condenada al fracaso, lo único que podría llegar a brindar algo de luz a mi futuro podría ser ese niño —murmura el empresario tratando de hallar algún rayo de luz en medio de ese negro futuro hacia el que se dirige.A pesar de ser catalogado como un hombre frío y calculador, como cualquier otro ser humano siempre ha deseado una mujer a la que amar y que lo ame, una familia que sea su refugio y contención, un hogar al que desear volver después de cada día de luchar en la j
Preguntándose qué habrá logrado Ana con su visita a Víctor, Elizabeth revuelve la salsa que ha preparado para los Capelettinis. La verdad es que se sintió algo culpable por haber sido incapaz de guardar el secreto de su jefe, pero a la vez la inundó cierta paz ante la posibilidad de que hubiese una manera de librarlo de las garras de Helena. La cual resultó ser mucho peor de lo que ella imaginaba, pensar que hasta ella cayó en su puesta en escena la hace reprocharse su ingenuidad.—Pensar que de entre las dos personas que más he llegado a detestar, llegaría a sentir afecto o gratitud hacia una de ellas —murmura la mucama pensando en Ana, que no solo se quedó a cenar la noche anterior, sino que incluso hoy ha llegado a horas tempranas, casi como si se estuviese preparando para instalarse.Sea lo que sea que le haya dicho a Víctor, debió de ser muy contundente como para lograr pasar de ser una exiliada de la casa a visita permanente. Aunque quizás lo que más debería preocuparle es si es
Con nerviosismo Víctor mira el reloj en su muñeca, no falta mucho para que se haga el horario en el que invitó a Helena a cenar. O mejor dicho que ella se invitó alegando que necesitaba un poco de contención, algo a lo que él no pudo negarse, incluso a pesar de que aún no tiene plena seguridad de que ese niño sea de él. Pero hasta estar seguro le es imposible simplemente darse por desentendido, algo con lo que su madre seguramente no estará muy de acuerdo.Algo que le dejó en claro en cuanto se enteró, y lo cual de da un indicio de lo incómoda que será esa cena entre ellos tres, sin tener incluso la presencia de Elizabeth sirviendo. De hecho, hizo el intento de llevar esa comida a algún restaurante para que las cosas fuesen menos intensas, pero fracasó ante el aviso de Helena de que si la prensa lo veía comenzarían a hablar de una reconciliación, algo que al menos hasta el momento no ha sucedido.Al oír el sonido de su celular, el empresario se sobresalta quedando con el corazón golpe
Ya sin ser capaz de soportar el silencio que ha reinado en el comienzo de la cena, Víctor se propone a romperlo dirigiéndose hacia su visitante que extrañamente ha optado por un look sencillo para estar allí. Aunque la verdad es que al mirar a su madre de quien esperaba que tomara las riendas de esa cena, se pregunta si sería una buena idea perturbar la paz que tienen hasta el momento.—Elizabeth nos sorprende cada vez más con su buena cocina, esa estrada ha estado deliciosa, ¿Verdad? —exclama el empresario sentado a cabecera de la mesa, prefiriendo comenzar esa platica con algo sencillo.—Eso es lo que veo, o mejor dicho lo que pruebo, tienes suerte de contar con ella. No siempre se puede conseguir alguien tan eficaz para ocuparse de todas las tareas domésticas —coincide Helena con una sutil sonrisa mirando a la empleada que llega para servirles el plato principal.—No seas tan modesta, querida, aunque ella es buena no creo que pueda compararse al chef Pierre que cocina en tu casa,
Soltando un largo suspiro con una mezcla de triunfo y culpa, Elizabeth lava los platos sintiendo el agua caliente escurriéndose entre sus dedos. Ana ha logrado mantener a Helena a raya, e incluso implantar en Víctor la duda de que su ex no le hubiese sido muy honesta. Pero al ser parte de esa misión secreta para desenmascararla, la hace sentir que en realidad se ha rebajado a su nivel, por lo que entre ambas no existe mucha diferencia en realidad.Así que quién dice que quizás el día de mañana Ana no considere que tiene que proteger a su hijo de su propia mucama, la mujer que estuvo actuando a espaldas de su Jefe, quizás con una buena intención, pero siendo deshonesta.—Todo estuvo delicioso, Elizabeth, quería agradecerte por todo el esfuerzo que hiciste para que todo estuviese perfecto. Sin duda, tu comida me ayudó a sobrevivir a esa cena —agradece Víctor entrando en la cocina y apoyándose en la mesada, a un lado de su empleada.—No hay nada que agradecer, yo solo estaba haciendo mi
Mientras pasa el plumero por la sala, Elizabeth decide encender la televisión para entretenerse un poco, la verdad es que no le suele interesar lo que los programas de farándula tienen para decir. Pero la verdad es que últimamente necesita cualquier ayuda para ser capaz de silenciar la multitud de pensamientos y voces que rondan en su mente continuamente, para poder tener un poco de paz y tranquilidad.—¡Ha sido una gran sorpresa, algo que se mantuvo en un secreto casi hermético! Pero ya saben que a nosotros no se nos puede ocultar absolutamente nada —declara un sonriente periodista de traje con una expresión de triunfo.—¿Qué primicia tendrán ahora? —murmura la mucama soltando una risa burlona por la manera orgullosa en la que el reportero cree que ha conseguido alguna especie de noticia de interés nacional.—De todas maneras no entiendo la razón por la que han tratado de ocultarlo, al menos que haya problemas en el paraíso Elizabeth Rivera-Víctor Torres. ¡Pues de otra forma ya habrí
—¿Acaso has perdido la cabeza? ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? ¿Qué clase de mujer crees que soy para prestarme a algo como eso? —cuestiona Elizabeth entrando en la cocina meneando la cabeza con enojo.—Créeme, es algo que querría evitar, pero viendo el brutal avance que ha tenido Helena, me temo que no nos queda más opción. He notado que entre tú y mi hijo sucede algo, no son solo jefe-empleada como aparentan —señala Ana entrando detrás de su aliada para convencerla de que no cuentan con otra opción.—¡No aparentamos nada, él es mi jefe y yo soy su empleada! Ese es el único vinculo que nos une, nada más —asegura la mucama con voz firme para que no quede ninguna duda al respecto.—Puede ser… pero ambos desearían poder ser algo más, y yo solo te estoy dando la oportunidad o mejor dicho mi bendición para que avances —declara la madre tomando asiento en uno de los taburetes mientras intenta convencerla.—Eso no viene al caso, no me estás dando tu bendición porque estás de acu
Caminando de una punta a otra del pasillo en el que se encuentra la habitación de Elizabeth, Víctor intenta reunir no solo el coraje para tocar a la puerta, sino también las palabras adecuadas para expresar correctamente lo que quiere decirle. Ha llegado a la conclusión de que a luz de los recientes acontecimientos, le será muy difícil evitar exponerla a un estrés que la lleve a un mayor avance de su condición. Así que lo que necesita es alejarla de Buenos Aires, de la mansión, de Helena, de todo, menos de él.Soltando un largo suspiro se para frente a la puerta y la golpea suavemente, aguzando el oído para escuchar cualquier sonido que le de cuenta que Elizabeth acude a abrir. Esperando poder prepararse tal y como lo hace cada vez que debe presentar una nueva propuesta a la mesa de inversionistas, aunque lo que está en juego en este momento le resulta mucho más importante que lo que puede conseguir en una de esas juntas.—¿Víctor? ¿Sucede algo, necesitas algo? —pregunta la mujer abri