Mientras procesa unas frutillas para un postre, Elizabeth piensa en la visita de Luis, fue algo que en verdad la sorprendió mucho. De hecho, estaba segura de que no volvería a verlo allí y mucho menos para hablar con Víctor, ella escuchó la discusión que llevó a la ruptura de la sociedad y amistad que existía entre ellos. Y lo cierto es que parecía algo definitivo, algo irreparable.—Unidos por una causa mayor —murmura la mujer recordando las palabras del inesperado visitante.Desde que él se fue no ha podido dejar de darle vueltas a esas palabras, intenta pensar qué podría ser tan importante como para que dejasen de lado sus diferencias y orgullos. ¿Una gran oportunidad de negocios? ¿El descubrimiento científico del siglo? Y lo cierto es que por alguna razón no puede dejar de relacionarlo con el extraño interrogatorio que Víctor le hizo en el estudio, ¿Acaso tendrá algo que ver con su padre o con… ella? ¡No, claro que no, solo está imaginando cosas, seguramente no es nada más que una
—¿Q-qué? ¿Q-qué estás diciendo? —pregunta Víctor sintiendo un escalofrío recorriéndole la espalda ante la inesperada noticia.—Que vamos a ser padres… ¿No te parece una noticia hermosa? —murmura la mujer manteniendo su sonrisa en los labios.—Pero… siempre nos cuidamos… no… no debería haber sucedido —declara el empresario mirando con nerviosismo a Elizabeth, que incluso a pesar de estar dándole la espalda puede notar lo tensa que se encuentra.—Ya sabes que no son cien por ciento seguros, aunque yo prefiero pensar que fue un regalo del destino para que nos demos una nueva oportunidad para ser felices juntos —señala Helena extendiendo sus manos para tomar las de él.Sintiéndose incapaz de poner sus pensamientos en orden, Víctor acepta el agarre de su ex novia por puro instinto, simplemente creyendo que es lo que debería hacer. Aunque la verdad es que no tiene idea de cómo va a enfrentar esa situación, no solo porque jamás pensó en ser padre, y mucho menos con Helena que jamás mostró te
Elizabeth camina por el supermercado empujando el carrito de las compras a través del pasillo de artículos para bebé, sin saber la razón por la que ha ido hasta esa parte, se detiene un momento frente al tierno rostro de un bebé impreso en un paquete de pañales. Soltando un largo suspiro piensa que pronto en la mansión habrá un niño, el hijo de su jefe, del cual quizás ella deba cuidar. Algo que sería algo extraño, o más bien el recuerdo de todo lo que ella no pudo lograr con Víctor. Incluso casi que llega a arrepentirse de haberle aconsejado que vuelva con Helena por ese embarazo, pero a la vez siente que ha hecho lo correcto, y además si él hubiese deseado tener algo con ella ya habría actuado.—¿No sabía que en la mansión había un bebé o acaso tú…? —pregunta Ana deteniéndose con su carro frente a la mucama de su hijo.—No… no los hay aún, solo… solo estaba curioseando un poco. Como bien sabe en casa nuca hubo un bebé —se justifica Elizabeth esbozando una sonrisa forzada, esperando
Sentado en su estudio con un vaso de whisky en la mano, Víctor suelta un largo suspiro de cansancio, rayando en la desesperación. Toda su vida se ha propuesto ser lo suficientemente fuerte como para soportar cualquier golpe que le viniera, pero los recientes eventos que le ha tocado pasar parecen haber derribado sus fortalezas. Ya no es solo el perder a Elizabeth por una enfermedad incurable, sino perderla para siempre porque tiene que hacerse cargo del hijo que hay en el vientre de Helena.—Una existencia miserable, condenada al fracaso, lo único que podría llegar a brindar algo de luz a mi futuro podría ser ese niño —murmura el empresario tratando de hallar algún rayo de luz en medio de ese negro futuro hacia el que se dirige.A pesar de ser catalogado como un hombre frío y calculador, como cualquier otro ser humano siempre ha deseado una mujer a la que amar y que lo ame, una familia que sea su refugio y contención, un hogar al que desear volver después de cada día de luchar en la j
Preguntándose qué habrá logrado Ana con su visita a Víctor, Elizabeth revuelve la salsa que ha preparado para los Capelettinis. La verdad es que se sintió algo culpable por haber sido incapaz de guardar el secreto de su jefe, pero a la vez la inundó cierta paz ante la posibilidad de que hubiese una manera de librarlo de las garras de Helena. La cual resultó ser mucho peor de lo que ella imaginaba, pensar que hasta ella cayó en su puesta en escena la hace reprocharse su ingenuidad.—Pensar que de entre las dos personas que más he llegado a detestar, llegaría a sentir afecto o gratitud hacia una de ellas —murmura la mucama pensando en Ana, que no solo se quedó a cenar la noche anterior, sino que incluso hoy ha llegado a horas tempranas, casi como si se estuviese preparando para instalarse.Sea lo que sea que le haya dicho a Víctor, debió de ser muy contundente como para lograr pasar de ser una exiliada de la casa a visita permanente. Aunque quizás lo que más debería preocuparle es si es
Con nerviosismo Víctor mira el reloj en su muñeca, no falta mucho para que se haga el horario en el que invitó a Helena a cenar. O mejor dicho que ella se invitó alegando que necesitaba un poco de contención, algo a lo que él no pudo negarse, incluso a pesar de que aún no tiene plena seguridad de que ese niño sea de él. Pero hasta estar seguro le es imposible simplemente darse por desentendido, algo con lo que su madre seguramente no estará muy de acuerdo.Algo que le dejó en claro en cuanto se enteró, y lo cual de da un indicio de lo incómoda que será esa cena entre ellos tres, sin tener incluso la presencia de Elizabeth sirviendo. De hecho, hizo el intento de llevar esa comida a algún restaurante para que las cosas fuesen menos intensas, pero fracasó ante el aviso de Helena de que si la prensa lo veía comenzarían a hablar de una reconciliación, algo que al menos hasta el momento no ha sucedido.Al oír el sonido de su celular, el empresario se sobresalta quedando con el corazón golpe
Ya sin ser capaz de soportar el silencio que ha reinado en el comienzo de la cena, Víctor se propone a romperlo dirigiéndose hacia su visitante que extrañamente ha optado por un look sencillo para estar allí. Aunque la verdad es que al mirar a su madre de quien esperaba que tomara las riendas de esa cena, se pregunta si sería una buena idea perturbar la paz que tienen hasta el momento.—Elizabeth nos sorprende cada vez más con su buena cocina, esa estrada ha estado deliciosa, ¿Verdad? —exclama el empresario sentado a cabecera de la mesa, prefiriendo comenzar esa platica con algo sencillo.—Eso es lo que veo, o mejor dicho lo que pruebo, tienes suerte de contar con ella. No siempre se puede conseguir alguien tan eficaz para ocuparse de todas las tareas domésticas —coincide Helena con una sutil sonrisa mirando a la empleada que llega para servirles el plato principal.—No seas tan modesta, querida, aunque ella es buena no creo que pueda compararse al chef Pierre que cocina en tu casa,
Soltando un largo suspiro con una mezcla de triunfo y culpa, Elizabeth lava los platos sintiendo el agua caliente escurriéndose entre sus dedos. Ana ha logrado mantener a Helena a raya, e incluso implantar en Víctor la duda de que su ex no le hubiese sido muy honesta. Pero al ser parte de esa misión secreta para desenmascararla, la hace sentir que en realidad se ha rebajado a su nivel, por lo que entre ambas no existe mucha diferencia en realidad.Así que quién dice que quizás el día de mañana Ana no considere que tiene que proteger a su hijo de su propia mucama, la mujer que estuvo actuando a espaldas de su Jefe, quizás con una buena intención, pero siendo deshonesta.—Todo estuvo delicioso, Elizabeth, quería agradecerte por todo el esfuerzo que hiciste para que todo estuviese perfecto. Sin duda, tu comida me ayudó a sobrevivir a esa cena —agradece Víctor entrando en la cocina y apoyándose en la mesada, a un lado de su empleada.—No hay nada que agradecer, yo solo estaba haciendo mi