Pregunta: ¿Quieren que siga trayendo capitulos de Carol y Gustavo más seguido? Los leo...
Lorena acababa de llegar al hospital para llevar a cabo su segunda cita obstétrica. La primera había sido hace un mes, dónde el doctor le había indicado que todo estaba en orden. Rápidamente, entró al consultorio, encontrándolo limpio y ordenado, con un ligero aroma a desinfectante que le provocó un poco de náuseas. Últimamente, hasta los olores más habituales le ocasionaban esa reacción. —Señora Lorena, ¿cómo se siente? ¿Ha tenido algún síntoma nuevo? —preguntó el doctor al reparar en su mueca de asco.—Hay algunos olores que no tolero, pero nada fuera de lo normal. Solo un poco de cansancio —contó.—Comprendo —contestó el especialista, guiándola hacia la camilla—. Vamos a hacer una ecografía para verificar el desarrollo del bebé. ¿Está emocionada por saber el sexo?La realidad era que no le emocionaba nada respecto al niño, pero aun así se obligó a decir: —Sí, mucho.El gel frío en su abdomen la hizo estremecerse, mientras miraba la pantalla con ansiedad. El corazón de su bebé ap
No tuvo más remedio que asistir en contra de su voluntad a uno de esos eventos benéficos organizados por la empresa de su suegro. Su padre, aparentemente harto de sus vacaciones injustificadas, le exigió que se presentará, porque, de lo contrario, su puesto estaría en peligro de perderlo. “Basta de jugar. Preséntate o despídete de la vicepresidencia comercial”, fue su mensaje de texto.Anthony se encontraba de pie en el lugar elegido para tal evento, mientras miraba a su esposa, la mujer a la que no había visto en varias semanas. —Muy bonito —le riñó ella, simulando una sonrisa, para que los espectadores no notarán el extraño intercambio de palabras entre los esposos. —No arruines esto, Lorena. Recuerda que estamos en público —le siguió el juego simulando una sonrisa en su cara. —Tengo algo importante que decirte, Anthony. Así que espero que me acompañes hoy a casa. —O puedes decirlo aquí y nos ahorramos ese mal rato —sugirió, renuente, a renunciar a sus planes de dormir esa noch
—Querías irte con ella, ¿cierto? —presionó Lorena cuando iban en el auto camino al departamento. —¿Quieres la verdad o prefieres que la disfrace? —Anthony… —advirtió la mujer con los ojos inyectados en sangre. —Mejor no preguntes si no quieres conocer la respuesta—se concentró en el recorrido que estaban llevando. —No entiendo qué le encuentras a esa —no se detuvo en seguir soltando su veneno—. ¿Acaso no la viste hoy? Sin duda ese vestido no era para ese cuerpo tan ancho y extravagante. No pareciera que el gimnasio le hubiese ayudado en algo, sigue igual de gorda y fea. —Detente—los dedos del hombre apretaron fuertemente el volante. —¿Qué?—se encogió de hombros, indiferente—. Solamente estoy diciendo la verdad. —Pues tu verdad no es la verdad absoluta. Dónde tú la encuentras fea y gorda, yo la encuentro hermosa y deseable—la miró fijamente para que entendiera su punto—. Es en ella en quien pienso todos los días, no en ti ni en tu cuerpo “perfecto”. Odio este matrimonio, Lorena,
Adeline se sentó en el sofá de la consulta del psicólogo, nerviosa por tratarse de su primera vez. Después de todo, hablar de sí misma y de sus inseguridades con un extraño no era algo sencillo de hacer. Pero era necesario.Trató entonces de concentrarse en la habitación, en los libros, en las estanterías, en la oscuridad y tranquilidad de la sala. Pero aun así, su corazón latía con fuerza y miedo. Había llegado al punto en el que no podía seguir ignorando sus demonios internos y necesitaba enfrentarlos.—Adeline, ¿cómo te sientes hoy? —comenzó el doctor. Era un hombre de cabellos grises y ojos penetrantes.—Me siento… rota. Como si no encajara en ningún lugar —jugueteó con el borde de su falda, mientras decía esas palabras tan ciertas y dolorosas.Adeline sabía que encajaba en un lugar, en su hogar, junto a sus hijos, en su papel de madre. Pero después de eso no había nada más. Adeline la persona individual, no encontraba otra motivación que esa, no se encontraba a gusto dentro de su
Lorena no había vuelto a verse con Roberto ahora que Anthony estaba más presente en la casa. Ambos seguían sin ser un matrimonio normal, pero su esposo se había comprometido en apoyarla durante el embarazo. “No te dejaré sola en esto”, fueron sus palabras. Se sentía ansiosa y cansada. De alguna forma enfermiza se había malacostumbrado a la presencia de Roberto, a su trato duro e insensible. Anthony, en cambio, era todo lo contrario, se comportaba como un enfermero. Preguntándole a cada momento que si estaba bien, que si necesitaba algo; y sí, la verdad era que necesitaba algo, pero no se trataba de una almohada para estar más cómoda o un poco de medicamento, se trataba de sexo. Desde que se casaron no habían consumado el matrimonio y tampoco esperaba que lo hicieran. Era evidente que Anthony prefería mantener sus distancias en ese sentido. Así que, comportándose como una adicta que necesita su dosis de droga, se escabullo en medio de la noche, mientras su esposo dormía. Ant
El timbre del departamento sonó y Lorena dio un brinco esperando lo peor, desde la amenaza de Anthony se mantenía en un estado de constante zozobra. Sin embargo, al abrir la puerta no se encontró con su esposo, sino con un hombre de aspecto serio con gafas. —Buenos días —saludó el desconocido en un tono cortés. —¿Y usted quién es? —exigió saber de inmediato, mientras empuñaba los puños discretamente. Sea lo que sea, no le gustaba para nada la presencia de ese tipo. —Oh, claro, me presento, mi nombre es James Contreras. Abogado de su esposo—luego hizo un gesto hacia el interior—. ¿Puedo pasar?Lorena dudó, intuyendo que se trataba del tema del divorcio. —Puede venir en otro momento. Ahora no estoy en condiciones para atenderlo —intentó darle largas a aquello. —Me temo que deberé insistir, señora. Mi cliente tiene mucha prisa de tratar este asunto —aunque su tono seguía siendo cortés, percibía cierto toque de amenaza. —Y yo insisto en que no me siento bien—señaló a su barriga de e
Una ambulancia trasladó a Lorena hasta el hospital, mientras jadeaba y pedía por el bienestar de su hijo. Al llegar al recinto médico no hubo nada que se pudiera hacer para salvar la vida del pequeño, quien acababa de morir en su vientre a tan solo cuatro meses de gestación. Lorena lloró por su hijo perdido y lloró también porque nadie de su familia se acercó a la clínica para saber sobre su estado de salud. Nadie, ni su madre, ni su padre y mucho menos su marido. Cuando le fue dado de alta, contactó al abogado de Anthony y decidió firmar la anulación del matrimonio. Su vida acababa de perder todo sentido y ya no le importaba absolutamente nada. Ni siquiera los rumores que comenzaban a circular en las redes sociales sobre su infidelidad. Roberto fue otro en darle la espalda. Ni siquiera fue capaz de escribirle un mensaje de texto cuando su vida comenzó a desmoronarse. Estaba sola y no le importaba a nadie. Esa sensación de desasosiego comenzaba a mermar su espíritu, al punto en el
—¿Qué le estás haciendo? —preguntó Anthony, mirando con rabia a Roberto. El hombre no se inmutó ante su exigente pregunta, simplemente hizo un gesto con la mano indicándole que guardara silencio. —Tu madre acaba de quedarse dormida —informó en voz baja, indiferente—. Se despertó muy alterada y el médico sugirió que lo mejor era dejarla descansar un poco más. No es fácil para ella acostumbrarse a esta nueva realidad y al tiempo que lleva en coma. —¿Y tú estabas aquí cuando despertó? —no pudo evitar indagar.—No, fui el primero al que le avisaron. Así que vine enseguida. —Vaya, pero qué sorpresa —se mofó—. Es increíble que hayas tenido tiempo de venir considerando tu apretada agenda. ¿O es que hoy no estabas teniendo sexo con Lorena?La molestia en el rostro de Roberto no se hizo esperar y no era precisamente debido a la acusación bien fundamentada, sino que lo que le preocupaba era que Alicia los pudiera escuchar. —Hablemos afuera —ordenó. —No tengo nada que hablar contigo —mostr