Narra Danell
Su rostro cargado de dolor, impacta fuertemente en mí, pero, no lo suficiente para renunciar a Flavia. Por lo que, cuando ella entra, le doy la buena noticia que me deja como recompensa muchos besos.
— Ahora podemos follar. — dice Flavia y yo detengo su mano mientras notas de un piano se escuchan.
— Te lo dije, debo respetar a mi esposa.
— Te dejó su firma para que se divorcien, eso ya cuenta como divorcio para mí.
— No, Flavia. Ella tenía razón, ni siquiera debí permitir que me besaras cuando tengo mi esposa. Es momento de detenernos hasta que se esté divorciado legalmente. Debo hacer las cosas bien.
— ¿Ahora que ella no estará?
— Debí hacerlo con o sin ella presente. Me prometí no herirla de esta forma y lo hice, lo menos que puedo hacer es esto. — digo escuchando su voz levemente.
— Vaya, esta casa sí que es terrible con los sonidos, incluso con la lluvia, se puede escuchar su patética voz. — se burla Flavia.
— Calla, Flavia. — digo porque no me deja escuchar.
— Pero,