¡Hola, papá!

Miró con escepticismo el enorme peluche de felpa. No podía negar que había cierto parecido, pero no podía comparar una pantera de felpa con...

—¿Necesita ayuda, señor? —Pestañeó varias veces y dejó el gigantesco peluche en el estante—. Si quiere, puedo mostrarle otros peluches. Tenemos leones, tigres, leopardos, guepardos y...

—No. Está bien, solo... —Hizo un mohín con los labios y miró de nuevo el muñeco de felpa—. Es hermoso, ¿cierto? Las panteras son elegantes, majestuosas y algo arrogantes. Si no lo sabré yo —musitó, más para sí.

—Ah, ya veo. Usted debe trabajar en el refugio de grandes felinos, ¿verdad?

—¿Qué? No, no trabajo en ningún refugio de... —calló, mirando a la fémina que lo miraba con una sonrisa amable—. Señorita, ¿cree que este enorme peluche es adecuado para un niño de cinco años?

—Bueno, ciertamente es un muñeco muy grande para un niño de esa edad —comentó la fémina, mirando los estantes—. Pero viendo el lado positivo, el niño podrá jugar con el peluche sin problemas
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