La vida de Evans Heinz no fue color rosa ni nada semejante, no.Nació y creció dentro de una familia constituida, pero cuando Evans cumplió 10 años de edad, sus padres se divorciaron. La razón fue producto de un acuerdo mutuo entre sus progenitores, alegando que el amor ya no estaba presente y que sus vidas se basaban en una rutina vacía y carente de afecto. Al principio no lo entendió, no del todo, pero conforme pasaban los años, lo hizo.Durante los días de semana estaba con su madre y los fines de semanas con su padre. Siendo un adolescente —cursando el último año de instituto—, reunió a sus padres para comunicarles que quería ser fotógrafo profesional. Obtuvo el apoyo de ambos. Al finalizar la preparatoria, se inscribió en la universidad para estudiar fotografía.A los 21 años finalizó la carrera y su primer empleo fue en un evento social.A los 22 años fue contratado para ser el fotógrafo exclusivo de una campaña de publicidad para una reconocida marca textil. Fue su primera expe
Abrió la puerta con sigilo, asomó apenas la cabeza y miró hacia ambos lados. Cuando comprobó que no había nada fuera de lo usual salió de la casa, seguido de su perro.—Muy bien, andando —enunció, colocándose las gafas oscuras (de sol).Caminó tranquilo por el pasillo con la firme intención de llegar a la vereda y...—¡Eh, vecino!«No de nuevo», pensó.Haciendo caso omiso, como si no hubiera escuchado nada, apresuró los pasos.—¡Vecino, le estoy hablando!Inhaló y exhaló hondo, deteniéndose.Miró a su perro quien estaba olfateando algo en la vereda. Esperaba que el tipo no fuera verdaderamente un pervertido. Nunca se sabe qué clase de personas son las que...—Gracias por detenerse. Necesito hablar con usted.Giró leve la cabeza en torno al tipo y arqueó una ceja; bueno, al menos estaba completamente vestido.Se tomó unos segundos, agradeciendo llevar las gafas oscuras puestas, y analizó al hombre de pies a cabeza. En mitad de su escrutinio, creyó notar un par de manchas color ocre en
Resultó que su vecino era un descarado, sinvergüenza y un atrevido. Lo que pensó que podría ser el inicio de una relación armoniosa —después de hablar y que su vecino viera con sus propios ojos lo que su perro hacía en su patio—, estaba lejos de ser una realidad.Quiso descartar de inmediato de su mente aquella tarde cuando, por primera vez, tuvo la oportunidad de hablar y enfrentarse con el tipo, bueno, chico, pero la escena se repetía una y otra vez como si fuera una película de categoría B. Era malo para su salud mental.La semana había sido bastante ajetreada ya que tuvo que asistir a dos exposiciones de la galería en la cual exhiben sus cuadros y llegar a su casa, cansado y agotado y tener que recoger cosas olorosas por todo su pequeño patio, no estaba ayudando en lo absoluto; a eso debía sumarle que sus padres estarían de visita mañana por la noche, para una cena en familia (una tradición que venían repitiendo cada fin de mes).Suspirando cansino, terminó de recoger la última co
Manteniendo el semblante sereno, giró de nuevo para enfrentarse a su vecino y por supuesto, este estaba riendo burlón por lo bajo. Abrió y cerró la boca y antes de hacer nada, el tipo rodeó su abdomen con ambos brazos.—D-draky... —musitó, riendo a carcajadas.Se hizo tan evidente que se estaba burlando de él, de su...—Hijo, ¿no me presentarás a tu amigo?Sin ocultar el estupor, divisó a su madre cerca de la valla que separaba ambas casas (terrenos).—¿Qué haces aquí, mamá? —preguntó, en lugar de decir cualquier cosa.Bueno, en su defensa, tenía todo el derecho de hacer la pregunta porque se suponía que sus padres llegarían por la noche y, ¿dónde estaba su padre? Oh, Dios...—Recuerdo haberte enseñado buenos modales, Draky —¿Estaba bien recibir regaños de su madre cuando ya era todo un hombre adulto?—. No me devolviste el saludo ni me presentaste a tu amigo.—Hola, mamá —espetó, con una sonrisa forzada—. Esta persona no es un amigo, es...—Buenos días, señora —Estupefacto, miró al ti
La situación tenía y debía ser la más ridícula y bochornosa que había enfrentado en su vida porque de verdad, Drake no creía estar de nuevo frente a la puerta de su vecino sin contar que minutos antes recogió la bolsa y la llevó hasta el contenedor de basura de la calle. Se repitió una y otra vez que todo era por no decepcionar a su madre y no por otros motivos... ocultos.Siendo sincero, la curiosidad despertó dentro de sí y ahora quería saber a qué se refirió el chico con ese comentario tan particular respecto a familia constituida.No teniendo más opciones, tocó el timbre.Contó mentalmente mientras rogaba por un milagro y que su vecino se hubiera marchado de su casa o que se hubiera ido a dormir o lo que sea, pero después de diez segundos, la puerta se abrió. Esta vez ocultó el estupor que sintió —hace una hora— al ver los ojos color zafiro de su vecino. El repentino deseo de tener un pincel, pinturas y un lienzo en sus manos y plasmar el rostro del chico… bueno, lo dejó un tanto
La situación bien podría definirse como extraña y rayando lo ridículo, aunque en parte era su culpa. En realidad, no fue consciente de la magnitud de sus comentarios burlesco para con su vecino, tampoco midió las consecuencias que arraigaron saludar a la madre de este y seguir el hilo de la simple conversación. Y ahora tenía que cumplir con su palabra, todo porque no pudo mantener la boca cerrada. Bravo.Le dijo a su vecino… No, a Drake que aceptaría ir a desayunar, pero antes tenía que darle de comer a su perro; no fue una mentira. Además, necesitaba cambiarse de ropa, peinarse, lavarse los dientes —de nuevo— y tratar de centrarse en lo que estaba a punto de hacer, que no era otra cosa que el resultado de una tregua.Exhaló un ligero suspiro, miró a su perro comer gustoso del tazón, negó con la cabeza y se encaminó hacia la habitación. Estaba seguro de que podría suceder dos cosas: llevar las cosas por la paz con Drake o matarse mutuamente en el intento; daba por hecho lo segundo.(…
Continuación inmediata del capítulo anterior...—Las mascotas necesitan atención y cuidado, es una lástima que...—Oh, no se preocupe —objetó de inmediato, esta era su jodida oportunidad—. Draky se ofreció amablemente para cuidar de mi perro mientras no estoy en casa. Su hijo es un buen vecino.Se preparó mentalmente para la posible contienda que se desataría.—¡Nunca dije...!—Eso es muy amable de tu parte, Draky —espetó Geraldine, interrumpiendo a su hijo.Evans sintió la culpa crecer en su pecho, no quería mentir tan descaradamente a la buena señora, pero en su defensa, todo esto no estaría ocurriendo si su vecino fuera un buen... vecino.—Estoy tan feliz de que tengas un amable chico como vecino y amigo, hijo.—Mamá, de verdad, nunca dije que...—Sí, Draky es tan buena persona que hasta recoge las suciedades de mi perro, las coloca en una bolsa y la tira en el contenedor de basura —acotó, con voz casi melosa, aunque, claro, también había burla—. Además, Ónix es un buen perro e inc
—Tiene que ser una broma —musitó por lo bajo.Parpadeó varias veces, no creyendo lo que veía porque le resultaba irreal. Dio otro par de pasos y quedó al lado del enorme perro. Se percató de la correa, un tazón y una bolsa de alimento, todo meticulosamente acomodado en medio de su porche. Bufó unos cuantos improperios, miró hacia la casa contigua y no divisó a su vecino. Se permitió maldecirlo porque sí y centró la mirada nuevamente en las cosas del perro, notando de inmediato algo que parecía ser una nota. Se inclinó hacia delante y agarró el pedazo de papel; se sorprendió por tan prolija caligrafía...«Realmente lo siento, vecino, pero necesito que cuides a Ónix. Regresaré muy tarde a casa y él debe y tiene que comer y beber mucha agua. También llévalo a dar un paseo por el parque y de paso el ejercicio no te vendría nada mal, es bueno para la salud.Gracias.Evans :)».Entrecerró los ojos y quedó observando la carita sonriente porque, bueno, tenía que ser un jodido chiste, ¿cierto?