Lamento que tengan que esperar tanto tiempo para las actualizaciones, pero es que mi vida laboral no me permite actualizar tan seguido. Espero puedan comprenderme. Gracias por mantenerse leyendo :)
La noche se desliza hacia su final, y yo deseo regresar a casa, pero hace quince minutos que Danna, de manera repentina, desapareció del grupo, y no tengo idea de dónde podría haber ido. Si ya me preocupaba Marthuski, que no estaba tan borracha, ahora mi inquietud es aún mayor por Danna, quien está completamente ebria. No es seguro que una mujer en su estado ande sola por la discoteca.He buscado en el bar, en la pista de baile y detrás de los sofás del VIP, por si acaso se hubiera desmayado de la borrachera, pero no la encuentro por ningún lado.—¿Podría estar en el baño? —me sugiere Marthuski, quien, desde que regresó del bar, ha vuelto a tratarme con amabilidad.—No lo creo... ¿Qué mujer va sola al baño? —respondo, encogiéndome de hombros.Marthuski asiente en acuerdo, como si fuera la cosa más obvia del mundo.A pesar de ello, decido ir a buscar a Danna en el baño, acompañado por Tenté, otra chica con la que he mejorado mi relación. Al entrar al baño, lo primero que hago es llamar
Esta espera se me hace eterna. La preocupación por Danna no me abandona ni un solo segundo, y mi mente no deja de dar vueltas a las posibles razones de su visita al ginecólogo. Cuando finalmente llega la hora de la visita, me apresuro a su habitación. Al entrar, la encuentro recostada en una camilla, pareciendo más frágil de lo que jamás la había visto. Mi corazón se comprime al notar una cortada en el rabillo de sus labios, junto a un horrible moretón, y los rasguños en sus brazos que no pasan desapercibidos. —¡Danna! —exclamo al verla y corro hacia su lado, pero me detengo por un momento, intentando controlar mis ganas de darle un fuerte abrazo. Es que no quiero lastimarla—. Lo siento, Danna, ¿estás bien? ¿Qué te pasó? Me disculpo con ella, aunque sé que no debería recibir perdón alguno, porque permití que le pasara esto a mi amiga. Me siento falta. Danna me mira con ojos cansados y sonríe, aunque su sonrisa parece más una máscara que un reflejo genuino de alegría. —Estoy bien, M
—¡Conózcanla todos, ella es Miramie!Cuando el DJ del club anuncia mi nombre artístico, siento una mezcla de nervios y emoción. Es la primera vez que voy a presentarme en el escenario de «La rana que baila», y aunque estoy acostumbrada a actuar, esta vez es diferente. La música empieza a sonar con I want to know what love is, propio del gran Foreigner, sus melodías abarcan todo el club dándole una mágica apertura al acto de sensualidad que los espectadores están a punto de presenciar. Mis manos están ligeramente sudorosas, y la música de fondo parece resonar en mi pecho, es la misma que bailé varias veces en las prácticas de pole dance; me la coreografía completa, así que no debería sentirme nerviosa. Es el momento de salir al escenario.Con pasos elegantes, me acerco a la plataforma, cada paso lleva consigo una mezcla de determinación y emoción. El brillo de las luces tenues se refleja en mi piel y en el brillo de las lentejuelas de mi lencería y de mi antifaz, dándome un aspecto mág
El otoño se ha instalado por completo a finales de octubre, y el frío empieza a hacerse notar en el campus universitario. En estos días, he experimentado una serie de altibajos emocionales, pero una cosa es segura: Danna sigue evitándome. No importa cuánto intente acercarme, ella parece encontrar maneras de esquivarme a toda costa. Curiosamente, este distanciamiento ha tenido un efecto inesperado: Giovanni y yo nos hemos vuelto más cercanos.Giovanni, aquel chico simpático, popular y extrovertido que comparte varias clases conmigo, comienza a acercarse con más frecuencia. En la cafetería, suele sentarse en mi mesa con el pretexto de que me veo rara comiendo sola, como si temiera que mi empanada tuviese una crisis existencial al ser comida sin un sorbo de refresco. Hoy, durante una de esas incursiones en la cafetería, Giovanni se acerca a mí con una taza de chocolate caliente en la mano. Sus ojos verdes brillan con complicidad, y una sonrisa traviesa se asoma en su rostro. Se sienta fr
La sorpresa y el desconcierto se reflejan en mis ojos cuando abro la puerta de mi habitación. En este momento, no tengo ni idea de cómo darle la bienvenida, vuelvo a sentirme como en aquel primer día: inexperta e insegura, nerviosa y patéticamente muda. Cuando lo vi por primera vez, aquella noche mientras me desenvolvía en el tubo, me cautivó al instante, sentía ganas de gritarle mil cosas. Pero ahora, frente a él, todos mis pensamientos parecen colisionarse entre sí. —Hola, Mimarie. Como dije, me tiene muda. El hombre frente a mí, imponente y varonil, me mira con unos ojos penetrantes, como si intentara leerme el alma a través de mi antifaz. Esta noche viste un traje negro de tres piezas; m*****a sea, luce sumamente elegante: camisa blanca; corbata roja y unos zapatos de charol en donde se reflejan mis bubis; y trae con él el mismo aroma a forestas y Whisky. De repente, su mirada pasa de posarse en mis ojos, a lo que hay en el fondo de la habitación. —Con su permiso, señorita. Y
No sé por qué me siento tan atrapada estando en un lugar que creo reconocer, este es el club, y estoy en el escenario principal, frente al dorado tubo de pole dance, rodeada de luces destellantes y una música ensordecedora que se funde en un zumbido incomprensible. La atmósfera es irreal, como si las imágenes y los sonidos estuvieran distorsionados, fusionándose en una experiencia surreal. ¿Qué me pasa? ¿Por qué todo se siente tan extraño? Si estoy sobre el escenario, eso significa que tengo un público que espera inicie el acto; sí, ya los puedo ver son muchos los espectadores. Ágilmente, me deslizo con gracia alrededor del tubo de pole dance, mientras esta audiencia anónima me observa en silencio. La luz tenue ilumina mi cuerpo, y cada movimiento es una sinfonía de sensualidad. Pero este acto toma un giro inesperado cuando Gabriel aparece en el fondo del público, como pasó en algún tiempo atrás. Él no se queda parado esta vez. Con una determinación palpable, da un paso enfrente y se
El aroma tentador de la pizza recién horneada llena el elegante comedor de la mansión Paussini. Me siento en la silla que él ha elegido para mí, frente a una mesa impecablemente preparada. La luz tenue de las lámparas destaca la belleza de la sala, pero mis ojos no pueden apartarse de la obra maestra que yace ante nosotros.Giovanni, con su característica elegancia, sirve una porción generosa de la «italianísima» pizza que ha mandado preparar con la cocinera. Me maravillo ante la vista de los ingredientes frescos, la masa fina y crujiente, y la mezcla perfecta de quesos derretidos. La pizza parece un lienzo culinario, una obra de arte que refleja la pasión por la auténtica cocina italiana.—Miriam, te presento la verdadera essenza de la pizza italiana. —Su voz, suave y persuasiva, me saca de mi trance.Tomando un bocado, mis papilas gustativas bailan de felicidad. No puedo evitar cerrar los ojos por un momento, saboreando cada detalle. La mezcla de sabores es increíblemente intensa y
Narrado desde la perspectiva de Giovanni Paussini.Desde el primer año en la universidad, Miriam se convirtió en un enigma fascinante. Su presenza era un desafío constante para mí, un desafío que acepté con gusto. Aquel interés inicial surgía no solo por su belleza evidente, sino por algo más profondo, algo que no podía comprender. ¿Cómo alguien como ella podría superarme académicamente?En aquellos días de primer año, la percibí como una mujer presuntuosa, alguien que disfrutaba presumir de algo que no poseía, especialmente dinero. Odiaba ver cómo se vestía con réplicas de marcas, como si necesitara aparentar algo que no era. Sin embargo, detrás de esa facciata, intuía que había mucho más, una complejidad que me atraía y me desafiaba a comprenderla.Recuerdo la primera vez que la vi. Aquella cabellera risada di colore negro azabache caía sobre sus hombros, un contraste único con sus amplios ojos grises, bordeados por un tono más oscuro que resaltaba su mirada intrigante. Su cuerpo, d