Capítulo30
—Nena—La voz al otro lado del teléfono era muy profunda, familiar y a la vez extraña.

Una imagen familiar cruzó de repente por mi mente y respondí casi sin pensar:

—Alejandro.

Había creído que cambiar de número me mantendría fuera del alcance definitivo de los Jiménez, pero nunca imaginé que el hermano de Carlos conocería este número, y mucho menos que me contactaría.

—Veo que guardaste con esmero mi número. No me has olvidado del todo—dijo Alejandro con un tono ligeramente burlón.

Solo dos años mayor que Carlos, Alejandro siempre me había cuidado con gran dedicación antes de irse al extranjero. Solía llamarme “nena” con cariño.

Me quedé sin palabras por un momento, percibiendo un deje de reproche en su voz.

Durante los primeros dos años después de su partida, mantuvimos contacto ocasional. Le preguntaba cómo le iba en el extranjero, pero con el tiempo, la comunicación se fue desvaneciendo por completo.

Alejandro nunca fue muy comunicativo, ni siquiera con su familia. Que me llamara a
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