Capítulo29
Su aspecto era rudo y áspero, con una dureza que resultaba ser intimidante. Contrastaba radicalmente con los hombres refinados a los que estaba acostumbrada en Cañada Real, siempre impecables con sus camisas bien planchadas, corbatas de seda, trajes a medida y abrigos elegantes. Este hombre, con su apariencia bastante descuidada y mirada intensa, me dio la impresión inmediata de ser alguien que acababa de salir de prisión.

Instintivamente, apreté mi bolso con fuerza contra mi cuerpo, recordando en ese momento los objetos de seguridad que Paula había insistido en que llevara: el spray pimienta y la pequeña navaja de defensa personal. Su preocupación, que antes me había parecido exagerada, ahora todo cobraba sentido.

Sin embargo, antes de que pudiera siquiera rozar estos objetos, el hombre arrancó el auto sin mediar palabra. Su silencio era tan desconcertante como la mirada penetrante que me había lanzado. ¿Qué significaba entonces esa mirada? ¿Era simple curiosidad o quizás algo más sin
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