Capítulo34
No me esperaba que la abuela quisiera hacer de casamentera. Se me vino a la mente en ese momento la cara seria y distante de Sergio. Recordé cómo me negó el cambio de habitación sin pensarlo dos veces, y me entró una pizca de cierta picardía. Respondí casi por impulso:

— Bueno, está bien entonces.

Acepté sin darle mucha importancia. Después de desayunar, le pedí prestada una bicicleta a la abuela y me fui a dar una agradable vuelta por el pueblo. Volví cuando ya estaba cayendo la tarde, con un caballete que había comprado en el camino.

Siempre me ha gustado pintar. Antes de que mis papás fallecieran, me metieron a clases de baile, pintura, caligrafía y hasta a tocar la guitarra. Todo eso se acabó cuando ellos se fueron, menos la pintura. Es lo más fácil, solo necesitas un lápiz y papel. Hoy, además de explorar, pinté un cuadro del nuevo Valle Sereno. El sueño más grande de mis papás era volver a verlo, y como ya no pueden, voy a quemar el cuadro para que les llegue.

— Sara, ¿por qué ta
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