Capítulo 327
Sergio frotó su frente contra la mía —Te extraño mucho, muchísimo.

Tomó mi mano y la guió hacia su entrepierna.

Retiré mi mano, ocultándola tras mi espalda. Al ver mi nerviosismo, se rio suavemente

—¿Acaso no me deseas?

—No, para nada. Y ya de por si tengo sueño —lo empujé mientras buscaba las llaves.

Los nervios me traicionaron y no podía encontrarlas. Al final, Sergio las sacó por mí.

—Gatita asustada —susurró en mi oído.

Todo mi cuerpo ardía, como si su calor fuera contagioso.

Sergio abrió la puerta y cuando iba a entrar me detuvo —¿dejasen serio no me vas a dejar pasar?

—No, no —ni podía mirarlo.

Pero igual se coló dentro. Lo miré molesta —Sergio.

—No me quedaré —recorrió cada rincón de la habitación, revisó minucioso las ventanas y volvió—. Todo está seguro, las puertas, ventanas y el interior están bien.

Mi corazón se estremeció y algo comenzó a crecer de repente dentro de mí.

—Has tenido un día bastante pesado entre vuelos y hospital. Date una buena ducha y descansa —acarició mi
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