El relajante sonido de la ducha me hacía desconectar, dejaba atrás los pensamientos sobre la última misión, todos los capullos a los que tuve que cargarme por ser una amenaza para nuestro país, la reunión que tuve con Lincoln al volver sobre un nuevo cargamento de armas militares, incluso la mamada más que placentera que una de las chicas del club me hizo en la sala de trofeos cuando sólo iba a representar a mi padre a uno de esos eventos que odiaba. Pero fue otro estridente sonido el que interrumpió aquel necesario momento, obligándome a salir de la ducha, colocarme una toalla alrededor de mi cintura y mirar hacia mi teléfono. Contesté secamente, no me apetecía hablar con nadie aún, ni siquiera había pensado en algún plan para aquel calmado sábado.
– Jack – me llamó, intentando captar mi atención. Me miré en el espejo, observando mi cabello aún mojado, lo sacudí un poco con mi mano libre y sonreí hacia mi reflejo. Estaba muy bueno, era perfectamente normal que ninguna mujer se resistiese a este cuerpazo - ¿me oyes, tío? - lo cierto es que no, había desconectado por un momento, para admirar la belleza de mí mismo.
– Es demasiado temprano para tus sermones, James – me quejé, porque sabía que iba a regañarme. Seguramente las cámaras habían captado mi polvo con la rubia el día anterior.
– Me olvidaré del incidente de la sala de trofeos, me desharé de la grabación, pero a cambio quiero un favor – resoplé, molesto, estaba cansado de ese tipo. Sólo lo soportaba porque me caía bien, y coincidíamos en más de un club a la vez. Si no… ya lo hubiese destruido – vístete, pasaré a recogerte en una hora, me acompañarás a un evento en representación del club.
– Paso – contesté, aun sabiendo que eso me condenaría, pero odiaba ese tipo de fiestas.
– No será en el club – me calmó – tendrá lugar al aire libre, en un rancho – sus palabras me llevaron de vuelta al pasado, por un momento me acordé de ella, de su majestuosidad montando a caballo, su sonrisa, y del orgullo de todos los que nos rodeaban, pues ella era la mejor en ese tipo de competiciones, incluso tenía un altar para ella sola en una de las vitrinas del club.
Jamás pensé que acompañar a James a ese rollo fuese a ser tan divertido. No me interesaba el mundo de la hípica en aquel entonces, pues me recordaba demasiado al pasado, y eso removía sentimientos que necesitaba tener fuera de mi mente en ese momento. Porque cuando ella se marchó, todo mi mundo se detuvo, y ya no me interesaba nada que hubiese hecho con ella con anterioridad.
Y allí estaba, vistiéndome como un verdadero cowboy de las películas, sólo por una estúpida apuesta con una chica. Sonreí, divertido, pensando por un momento en su rostro. Tenía la sensación de que la había visto en alguna parte, pero soy demasiado malo para recordar caras, así que lo dejé estar.
¿Quién me mandaba a mí a meterme en tremendo lío? Porfiarla, molestarla, era algo que me gustaba, creaba en mí una satisfacción antes inexistente, quizás era porque era la primera mujer que no había caído a mis encantos, no estaba comiendo de mi mano, y no lucía interesada en mi persona, en lo absoluto.
Ella no era en lo absoluto el tipo de chicas que solía frecuentar, era simple, sin gracia y poco agraciada. Morena, de baja estatura y muy plana para mí.
Molestarla y hacerla sentir inferior, ese era mi único propósito, ganar frente a esa mujer que se había atrevido a porfiarme, a mí, al gran Jackson O’Brien.
Fue complicado subirse al caballo, él no estaba acostumbrado a mí, y viceversa, no parecía ser muy dócil, y me costó bastante dominarlo. Ensayé un poco allí dentro, y cuando salí a la plaza, estaba más que listo para enfrentarme a aquel reto.
Lo primero que hice fue buscarla con la mirada, pero aquella mujer no parecía estar por ninguna parte, no la encontré, y la competición debía comenzar.
Una competición de obstáculos cuando ni siquiera sabes montar a caballo es una m****a, me costó bastante cogerle el truco, y cuando ya pensé que lo dominaba, me caí del caballo, quedando descalificado.
¡Maldición!
James me ayudó a salir de allí, sacudí mis prendas, estaba cubierto de barro, así que nada de aquello ayudaría, olía fatal.
– Le dije que no lo conseguiría – dijo una voz detrás de mí. Era esa odiosa mujer, me volteé a mirarla, no me apetecía nada y más con las malas pintas que tenía en ese momento, pero me quedé sin aliento al verla aparecer. Llevaba puesto un vestido negro que marcaba bien su figura, esa antes inexistente, al estar oculta en su atuendo anterior. Había estado equivocado, tenía pecho, aunque no era ni por asomo a lo que estaba acostumbrado, y su cabello suelto, ondeándose con el viento, me dejaban ver que era una chica más bonita de lo que había supuesto en un principio – a veces es mejor la maña que la fuerza, señor O’Brien – tragué saliva, sin decir nada, no podía decir nada, me había quedado sin palabras, literalmente – quizás debería cambiarse de ropa antes de que coja un resfriado – miró hacia James – hay duchas y ropa seca en los establos.
– Gracias, Lisa – ella asintió, marchándose a las gradas, junto al resto de los dueños, dejándome completamente solo con mi amigo, que tiró de mí hacia las cuadras en ese justo momento.
– ¿Se puede saber dónde coño estaba oculta esa diosa? – me quejé, haciendo que él me mirase con cara de pocos amigos.
– ¡Ni lo sueños, Jack!
Acababa de decidirlo, que haría hasta lo imposible por conseguir a esa chica de rodillas haciéndome una mamada. Sería tan placentero sentirme vencedor, mirar hacia sus ojos, ganando un premio mucho mayor que el placer sexual, eso no era algo que pudiese tener todos los días. Sólo pensar en ello y ya se me ponía dura.
Estaba agotada aquellos días, apenas dormía, los preparativos en Bluehill para las clases de hípica tenían toda mi atención. Se había apuntado más gente de la cuenta, y ya tenía ocupada toda la agenda de la semana, para casi todas las horas. No iba a tener tiempo para nada más.No quería pensar en qué haría para ocultar todo aquellos de papá y mamá al comenzar, ni siquiera en el cambio de Sophia, que estaba empezando a confiar, incluso me sonreía a veces. Quizás podía recuperarla, contarle mis preocupaciones, porque todo aquello era demasiado estrés para una sola persona. Sabía que ella me ayudaría sin dudarlo, pero aún no estaba curada del todo, no podía pedirle ayuda a nadie más.Nunca he sobresalido por tener muchos amigos, tan sólo a Casia, que casualmente, tambié
Mi mejor amigo opinaba que tenía un aspecto horrible, y joder lo tenía, no entendía qué mierdas había pasado conmigo, por qué cojones le confesé mis demonios a esa chica para que pudiese usarlos contra mí.– A pesar de eso, tienes buen aspecto – aseguró, sacándome una sonrisa ladeada. Él era un buen tío, dio su vida por salvar la mía en más de una ocasión, en el campo de batalla. Siempre fuimos los tres mosqueteros, salvándonos el culo, a pesar de que no teníamos la misma edad. Él tenía diez años más y Mike treinta. Se podría decir que yo era el benjamín del grupo.– Ni siquiera imaginas lo mal parado que salió el otro – bromeé. Sonrió, dándome un leve golpe en el hombro, gi
La grada entera irrumpió en aplausos, Sinuosa había conseguido otro tanto, ese evento en el que participaban los miembros del comité, gracias a la publicidad que James dio entre los suyos, estaba siendo todo un éxito. Estaba feliz, podría haberlo sido completamente si cierto estúpido no estuviese a mi lado, importunándome.– Mírala – me dijo, como si estuviese ciega y no tuviese ojos en la cara, colocando su brazo alrededor de mi cuello, acercándose más de lo necesario – hasta esa yegua tiene más curvas que tú – le sonreí con desgana, apartando su brazo de mí. Sonrió, como si molestarme fuese su único propósito.– Recuérdame otra vez qué es lo que haces aquí.– S
La primera clase fue muy bien, debo admitir que ella era una gran instructora, incluso me olvidé del trabajo y los problemas por unas horas, la pesadez y los recuerdos del pasado también se marcharon, y no sé cómo, terminamos en la sala de estar, con un par de cervezas, comiendo ganchitos. Ella era distinta a cómo había imaginado, no era una de esas chicas que se dejaba impresionar, no bebía vino y jamás se callaba lo que pensaba, eso me gustaba, era todo lo contrario a mí.Era como beber con un colega, sin la pesadez de tener que estar ocultando mi parte sensible a cada rato. Ella me hacía sentir cómodo, la miraba y era como ver a otra persona, no a esa chica que adoraba vestir ropa de chico, bien tapada, y para nada sensual. Quizás su forma de ser y su aspecto tenían algo que ver con su progenitor. Tenía entendido que los padres militares siempre
Estaba entusiasmada con la boda de mi hermana, elegir los vestidos, preparar el ramo, los invitados, el catering, organizar era mi vida, lo que más adoraba. Salí al pasillo, con una gran sonrisa, junto a Amara, debíamos buscar al modista para indicarle que ese era el vestido que había resultado ganador. Mi hermana bromeaba al respecto, justo cuando la puerta del despacho se abrió, no nos detuvimos, seguimos avanzando, no me interesaba con quién estuviese reunido papá, pero entonces me detuve, incapaz de dar un paso más, de espaldas a ellos, a escasos metros de la puerta, mientras mi hermana me observaba sin comprender.– Será un placer para mí, Mike – Esa voz. Juraría que me era familiar. ¿Dónde la había escuchado con anterioridad?– Gracias por pasarte a saludar &ndash
Asistí a un combate de boxeo de mi amigo y ex compañero Alex, volver a verle fue alentador, me dio ganas de volver al pasado, de volver a tener una razón de existir, justo como en aquellos días. Pero él jamás volvería conmigo al frente, ni él ni Mike, debía resignarme de una vez.Por supuesto resultó vencedor, era un gran profesional en la materia.Levanté bien alto el ramo para que lo viese, y le di un más que reconfortarle abrazo que me supo a gloria. ¡Dios! ¡Cómo lo echaba de menos!Mientras miraba a aquellos dos, Mike y Alex, reencontrados de nuevo, los tres mosqueteros juntos, como en los viejos tiempos
Fue una suerte que un repentino viaje por su parte nos hiciese perdernos las próximas clases, y así, sin más, sin darnos cuenta, llegamos al día del evento en el club. Yo estaba histérica, estaba organizando la boda de mi hermana, las actividades en el rancho de mis abuelos y, además, iba a ser nombrada como parte del comité esa noche. No tenía ni idea de cómo lo había logrado, sin que todo se fuese de control.Una fiesta de gala, de etiqueta, reunidos en un amplio salón para la recepción del evento, antes de pasar a las gradas a disfrutar del espectáculo ecuestre que había organizado con la ayuda del comité, más que dispuesta a mostrar mi valía, pues James me había asegurado que estaban realmen
Esa mujer era imposible de conquistar, debía tirar la toalla de una vez. Ni siquiera sabía por qué seguía intentándolo, demostrarme a mí mismo que podía, que ni siquiera esa mujer podría resistirse a mis encantos. No tenía más interés que ese en ella, os lo aseguro. Aunque... había algo, por mucho que me lo negase a mí mismo, su lejanía, las continuas peleas, porfiarnos y alejarnos, ... no era nada de eso lo me hacía ansiar saber más de ella, era esa complicidad que sentía cuando me atrevía a ser yo mismo por un segundo, sin siquiera darme cuenta, atreviéndome a confiar en alguien más que en mis amigos, a los que ni siquiera me había atrevido a contarles en detalle cómo me sentía. Aún era difícil para mí. Pero... cuando estaba con ella... ¿Qué