Esa mujer era imposible de conquistar, debía tirar la toalla de una vez. Ni siquiera sabía por qué seguía intentándolo, demostrarme a mí mismo que podía, que ni siquiera esa mujer podría resistirse a mis encantos. No tenía más interés que ese en ella, os lo aseguro. Aunque... había algo, por mucho que me lo negase a mí mismo, su lejanía, las continuas peleas, porfiarnos y alejarnos, ... no era nada de eso lo me hacía ansiar saber más de ella, era esa complicidad que sentía cuando me atrevía a ser yo mismo por un segundo, sin siquiera darme cuenta, atreviéndome a confiar en alguien más que en mis amigos, a los que ni siquiera me había atrevido a contarles en detalle cómo me sentía. Aún era difícil para mí. Pero... cuando estaba con ella... ¿Qué
Aquella tarde llovía, los caballos estaban nerviosos, no era un buen momento para montar, pero allí estaba, empapada, frustrada con algo que me seguía preocupando, dándole la espalda a ese idiota, afianzando las correas de la silla de montar, tenía que ir a buscar a Sinuosa, y estar herida no era una excusa para no hacerlo.No quería pensar en ese beso que ese idiota se había atrevido a robarme tan sólo unos minutos antes, o en cómo seguía allí, sin saber cómo disculparse. Tan sólo necesitaba recuperar a la yegua para así poder volver a casa.Agarró mi mano, en cuanto vio mis intenciones de marcharme, y yo miré hacia ese punto, luego a él, sin pod
Ella se volvió incluso más distante que de costumbre, lo que fue una subida de nivel bestial. Me evitaba constantemente, y el quedarnos a solas. Pero eso me divertía, verla huir de mí, como un corderillo asustado, cada uno de sus desplantes me hacían crecer como el vencedor en aquel pulso.Estaba tentado a molestarla, pero al llegar al cercado me percaté de que ya había alguien junto a ella, mientras cepillaba a su caballo favorito. La forma en la que él la miraba no me pasó desapercibido. ¿en serio? Ese idiota estaba interesado en ella. Se suponía que ella iba a pararle los pies como lo hacía con todos los demás, pero ese momento nunca llegaba. Recibía cada uno de sus halagos con una tonta sonrisa.
Me mantuve alejada de él toda la semana, evitando pensar en ese estúpido beso, había sido una equivocación, no sólo porque era un capullo, el único hombre en el mundo en el que jamás me fijaría, sino, porque, además de todo eso, él era amigo de papá. El mujeriego, solía llamarle con frecuencia.Estaba tentada a dimitir y olvidarme de toda aquella mierda, pero entonces recordé que era mi sueño, poder dedicarme a lo que me gustaba, y no iba a tirar la toalla sólo porque un capullo se hubiese cruzado en mi camino.El evento de aquella noche era para celebrar el éxito de mi primer certamen. Estaba feliz, no había más, a pesar de que estaba algo
----No quería pensar en ella, en mis sentimientos contradictorios hacia esa chica, en ese beso que me moría por repetir, en como ella me evitaba. Era la primera vez en toda mi vida que una chica no quería repetir de mis besos, no quería más de mí, y eso me frustraba, más que nada porque ella había decidido terminarlo antes si quiera de empezarlo, sin dejarme la oportunidad de demostrarme a mí mismo que lo que quería de ella era más que un simple revolcón. Pero tenía más cosas de las que preocuparme, como Alex, que había desaparecido de la ciudad, por lo que me tocaría asistir solo a la boda de la hija de Mike.No quería pensar en los chantajes de
Detuve a mi hermana cerca de la cocina, me miraba como si estuviese decepcionada, incluso yo lo estaba. ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Por qué quería volver a ser besada por ese idiota? ¿Acaso no sabía ya que sólo era una conquista más de su larga lista?- No es lo que crees – me atreví a decirle, pero reflexioné a tiempo, pues yo no era alguien que mintiese, menos a ella – Sólo es un error... - volví a detenerme, pensé en ello un momento, recordando a ese hombre, el verdadero, no esa farsa que mostraba ante los demás – él no es ... - ella empezó a entender algo que yo ni siquiera sabía cómo explicar.
Pensar en que lo que estaba haciendo era una locura no era una opción, no cuando podía disfrutar de sus besos cada vez que me apetecía, incluso fingir que nos peleábamos, poniéndome incluso más a tono. Joder. La situación de los huevos me estaba volviendo loco. ¿Por qué vivía en un puñetero manicomio? ¿Por qué no quería huir? ¿Acaso era masoquista o algo?Besarnos apasionadamente, queriendo mucho más del otro, provocándonos y seduciéndonos, calentándonos hasta un punto loco, para detenernos antes de que las cosas se fuesen de control era del todo insano. Solía dejarme con un dolor de huevos interesante, pero allí estaba al día siguiente, muriéndome por una nueva dosis de aquello que ella me proporcionaba, como un yonki en busca de su heroína. Ella era mi puta hero&ia
Él cambió de la noche a la mañana, se volvió más distante y frío, justo lo que necesitaba para alejarle de mí, pero sorprendentemente descubrí que no era eso lo que quería, en lo absoluto. Quería que me mirase como antes, que volviese a besarme, que sintiese esa conexión conmigo. Pero las cosas no son siempre como una quiere que sean.Para colmo Vanesa Hudson comenzó a decirme atrocidades sobre él, incluso llegó a decirme que era una especie de playboy, que usaba a las mujeres, las seducía con engaños, fingiendo ser alguien que no era para meterse entre sus piernas, y cuando lo había conseguido se marchaba a por otra, importándole bien poco dejarlas con el corazón roto. En mi caso no había sido así, él se marchó antes de meterse entre mis piernas, más bien… yo lo alej&eacut
Comer en silencio, escuchando la tormenta de fondo, sentados en altos taburetes, junto a la encimera de la cocina, echándonos miradas fugaces, mostrándome lo mucho que ella me deseaba, a pesar de todo, me encantó, me tenía allí, como una moto, con ganas de más. Pero jamás dejaría que pasase nada más entre nosotros, había comprendido que, a pesar de todo, ella no podía estar conmigo. Éramos como el agua y el aceite, pertenecíamos a mundos distintos, y su maldito orgullo jamás la dejaría aceptarme.Hablemos claro, yo era un maldito mujeriego, un hombre incapaz de amar, que sólo quería a las mujeres para una cosa. Ella era una mujer que merecía ser amada, alguien por el que te quedas a su lado. No se merecía que la usase y la tirase a un lado, aunque eso era algo que yo ya no quería hacer.Me ayudó