Detuve a mi hermana cerca de la cocina, me miraba como si estuviese decepcionada, incluso yo lo estaba. ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Por qué quería volver a ser besada por ese idiota? ¿Acaso no sabía ya que sólo era una conquista más de su larga lista?
- No es lo que crees – me atreví a decirle, pero reflexioné a tiempo, pues yo no era alguien que mintiese, menos a ella – Sólo es un error... - volví a detenerme, pensé en ello un momento, recordando a ese hombre, el verdadero, no esa farsa que mostraba ante los demás – él no es ... - ella empezó a entender algo que yo ni siquiera sabía cómo explicar.
Pensar en que lo que estaba haciendo era una locura no era una opción, no cuando podía disfrutar de sus besos cada vez que me apetecía, incluso fingir que nos peleábamos, poniéndome incluso más a tono. Joder. La situación de los huevos me estaba volviendo loco. ¿Por qué vivía en un puñetero manicomio? ¿Por qué no quería huir? ¿Acaso era masoquista o algo?Besarnos apasionadamente, queriendo mucho más del otro, provocándonos y seduciéndonos, calentándonos hasta un punto loco, para detenernos antes de que las cosas se fuesen de control era del todo insano. Solía dejarme con un dolor de huevos interesante, pero allí estaba al día siguiente, muriéndome por una nueva dosis de aquello que ella me proporcionaba, como un yonki en busca de su heroína. Ella era mi puta hero&ia
Él cambió de la noche a la mañana, se volvió más distante y frío, justo lo que necesitaba para alejarle de mí, pero sorprendentemente descubrí que no era eso lo que quería, en lo absoluto. Quería que me mirase como antes, que volviese a besarme, que sintiese esa conexión conmigo. Pero las cosas no son siempre como una quiere que sean.Para colmo Vanesa Hudson comenzó a decirme atrocidades sobre él, incluso llegó a decirme que era una especie de playboy, que usaba a las mujeres, las seducía con engaños, fingiendo ser alguien que no era para meterse entre sus piernas, y cuando lo había conseguido se marchaba a por otra, importándole bien poco dejarlas con el corazón roto. En mi caso no había sido así, él se marchó antes de meterse entre mis piernas, más bien… yo lo alej&eacut
Comer en silencio, escuchando la tormenta de fondo, sentados en altos taburetes, junto a la encimera de la cocina, echándonos miradas fugaces, mostrándome lo mucho que ella me deseaba, a pesar de todo, me encantó, me tenía allí, como una moto, con ganas de más. Pero jamás dejaría que pasase nada más entre nosotros, había comprendido que, a pesar de todo, ella no podía estar conmigo. Éramos como el agua y el aceite, pertenecíamos a mundos distintos, y su maldito orgullo jamás la dejaría aceptarme.Hablemos claro, yo era un maldito mujeriego, un hombre incapaz de amar, que sólo quería a las mujeres para una cosa. Ella era una mujer que merecía ser amada, alguien por el que te quedas a su lado. No se merecía que la usase y la tirase a un lado, aunque eso era algo que yo ya no quería hacer.Me ayudó
El sonido de la ducha me relajaba, las gotas de lluvia cayendo sobre ambos, mientras nos besábamos apasionadamente, sin querer pensar en aquella enajenación mental que existía entre ambos. Él tenía razón, joder, las malditas ganas no se marcharon ni un poco, aún después de llevarnos toda la noche dándonos placer el uno al otro, con él decidido a no aprovecharse de la situación, sin querer follarme como yo tanto necesitaba. Sabía que era por eso, por lo que seguía queriendo más de él.Debía haberme vuelto loca para querer estar allí, para no darme ni una pizca de vergüenza pedirle cosas obscenas, para desear con todo mi ser a ese hombre, como jamás en mi vida deseé a ningún otro.Sabía que tenía que marcharme a casa, mis padres pondrían el grito en el cielo si se enteraban de
La presentación fue horrible, no pensaba quedarme a escuchar el veredicto del jurado, tan sólo quería huir de allí, quizás escapar con sinuosa era una buena elección, pero ella si era el centro de atención aquella tarde.¡Dios! ¿Qué demonios estaba ocurriendo conmigo? Era más que obvio que había perdido mi camino, ¿cómo se me había ocurrido ceder al deseo con él?No podía quitarme esa sensación de dentro, esas ganas por volver a ser besada por él, sentir su lengua por mi cuerpo, dejarme llevar, gemir entrecortadamente, con el cuerpo en llamas, mientras mi piel se erizaba con cada mordida…Me detuve en mitad del pasillo, en cuanto escuché la voz molesta de Jack, intentando alejarse de su madrastra, mientras ella le devoraba con la mirada.Espera un momento.¿Qué
Un mes pasa demasiado rápido, más si estás ocupada en el trabajo, si te obsesionas con él para huir sobre lo que sientes y te mientes a ti misma una y otra vez sobre lo mucho que ese capullo te vuelve loca.Era fácil en aquellos días, no verle por el club de hípica, o que él mismo hubiese puesto distancia al terminar nuestras clases con un simple mensaje de texto: “Me marcharé de viaje, te avisaré cuando vuelva para nuestras clases” Volvió, tenía constancia de ello, James era como un libro abierto a veces, demasiado chismoso para mi gusto, pero Jack no dio señales de vida. Y eso calmó el miedo que aún vivía en mi interior, pero me hizo daño darme cuenta que mi paso por su vida no significó nada. Era incluso menos que esas chicas vacías con las que solía pasar la noche, porque ellas al me
Me estaba matando no poder aceptar su proposición. ¡Dios! Quería aferrarme a ella, tener una relación clandestina y aferrarme a mis sentimientos. Pero no podía hacerlo, no cuando había sucumbido a los chantajes de Vanesa. Acostarme con ella para proteger a Lisa, esa había sido mi maldita decisión, y no podía retractarme.Podía ver la desilusión reflejada en sus ojos, ella esperaba más de mí, y yo… simplemente no podía dársela. Tenía que seguir fingiendo ser un capullo para protegerla. Por eso entendía perfectamente lo que mi madre hizo en el pasado, alejarse de su familia para que no la viésemos llorar desconsolada al saber que no iba a poder quedarse en aquella vida junto a nosotros, no me vería crecer y moriría en algún hospital, entre quimioterapia y quimioterapia.La ostia que me prop
Hacía frío aquella noche, y quizás fue eso lo que me despertó, encontrándome a mí misma en su cama, con él allí a mi lado, profundamente dormido, enroscado a mí, como si tuviese miedo de que escapase en algún momento. Yo no quería irme a ningún lugar, ni siquiera quería pensar en la promesa que él hizo hacia esa mujer, en sí tendría que compartirle, en sus sentimientos hacia ella. Todo aquello me hacía daño, y en aquel momento estaba a salvo en su habitación.Me levanté de la cama, agarré una sudadera del armario, la que me puse la última vez y me la coloqué, pisé algo duro de vuelta a la cama, y al mirar hacia ese lugar me percaté de que era su teléfono. Lo cogí y lo sostuve entre mis manos, sin intención de mirarlo, lo cierto es que nunca he sido de e