*—Layonel:La noche había llegado a su fin, o al menos la velada con amigos, porque Layonel sabía que, aunque el reloj marcara después de la medianoche y el calendario indicara un nuevo día, su cumpleaños aún no había terminado.Después de recoger un poco y asegurarse de que Pumpkin estaría bien cuidado por su hermano mayor, Benito, llegó el momento que había estado esperando: ir a la recámara. A pesar de que un par de horas antes había estado un poco bebido tras reír y comer en exceso con sus amigos, la ligera borrachera se había desvanecido. Ahora, lleno de energía, sentía una excitación latente.Con Damien a su lado, caminaron hacia la habitación. Una vez dentro, Layonel se dirigió directamente a la cama, que aún mantenía un ligero aroma a rosas debido a los arreglos florales que seguían decorando el cuarto. Se sentó al borde del colchón, con una sonrisa que mezclaba curiosidad y expectativa, mientras observaba a Damien, quien permanecía de pie a unos pasos de él.—¿Y bien? —pregun
*—Layonel:El deseo que ardía en su interior era como un fuego imposible de apagar. Quería sentirlo, piel contra piel, sin ninguna barrera entre ellos. Con una impaciencia apenas contenida, Layonel comenzó a deshacerse de su propia ropa. Cada prenda que caía al suelo parecía aumentar la expectación en el ambiente. Cuando terminó, se encontró completamente desnudo, y su miembro, ya duro y listo, se erguía orgulloso ante la intensa mirada de Damien.Sin apartar los ojos de él, Layonel envolvió su mano alrededor de sí mismo, deslizándola con lentitud. Un escalofrío placentero recorrió su espalda al acariciar sus puntos más sensibles, esos que lo hacían temblar. Su otra mano permanecía tirando de la cadena de Damien, evitando que moviera sus muñecas esposadas.—Mírame —susurró, deleitándose con cada segundo que la mirada de Damien se mantenía fija en él.Damien jadeó bajo su peso, sus labios entreabiertos mientras respiraba agitadamente. Las esposas tintinearon cuando movió sus manos haci
*—Layonel:Ambos se quedaron allí, temblando y jadeando. Layonel estaba tan avergonzado que sentía ganas de desaparecer bajo la tierra. Nunca se había venido de esa forma con Damien, pero su amado había estado presionando su estómago con tanta fuerza, y él no había ido al baño ni una sola vez esa noche, que no se percató de que eso podría ocurrir.Vio cómo la mano que Damien tenía en su estómago se deslizaba hacia su polla flácida, acariciando la cabeza con suavidad.—Vaya… —susurró Damien con su voz ronca, y Layonel cerró los ojos, aún avergonzado—. Es la primera vez que pasa esto entre nosotros, ¿no crees? —preguntó Damien, y Layonel solo quería esconderse bajo las sábanas de la vergüenza—. Fue como una fuente… —se burló Damien, con una ligera sonrisa en su rostro.—Damien, no… —comentó Layonel, avergonzado—. No sigas.Damien se rió y lo soltó. Layonel sintió cómo este se retiraba de él, y su agujero se contrajo, llorando por la ausencia, abriéndose y cerrándose mientras sentí
*—Lay:Estaba tan feliz y dispuesto a darlo todo en su nuevo trabajo.Layonel Robbins, llamado cariñosamente Lay por sus amigos cercanos, había conseguido un empleo a tiempo completo y muy formal. Lay iba a ser el asistente de un gran empresario que tenía una larga cadena de clubes nocturnos, aunque el horario era loco por así decirlo y tenía que trabajar los fines de semana, Lay estaba dispuesto a todo con tal de conseguir un buen salario de forma honorable. La paga era muy buena y tenía la facilidad incluso de tener un trabajo a medio tiempo si deseaba, puesto que comenzaba a trabajar desde las seis de la tarde hasta las dos de la mañana, si, un loco horario, pero situaciones desesperadas necesitaban medidas igual de desesperadas.Sus padres habían muerto cuando era un adolescente y entre las deudas que estos dejaron, las deudas que había adquirido durante su juventud para pagar sus estudios y algunas deudas extras, lo habían agobiado tanto que había tenido en su momento como cuatro
*—Lay:Era un hombre que seguía siempre las reglas, puesto que odiaba que la gente lo señalara con el dedo y fallar no estaba en su vocabulario. Era por esto que siempre hacia lo que su jefe, Damien Bates, decía, incluyendo cumplir su pedido de siempre, aquel que solo sucedía los domingos cuando…—Te estoy esperando, Layonel —dijo Damien Bates fuertemente al ver que Layonel seguía en el mismo lugar luego de reportar su visita al Oscuro, el cual era el club nocturno para homosexuales que supervisaba cada domingo.Layonel hizo una mueca y le dio una mirada a su jefe, quien se veía impaciente y esperaba por este.No quería ceder, últimamente se estaba haciendo el difícil, pero era más porque su corazón no podía seguir soportando esto. Su jefe seguía dándole alas, pero a su vez, seguía desapareciendo cada noche con sus amantes.Ya no sabía que pensar.—Las reglas deben seguirse y recuerda que día es hoy, Layonel —insistió su jefe Damien con su profunda voz que hacía que cualquier que la e
*—Damien:¿Cuánto más podría aguantar?Su mano rodeó su grueso pene y comenzó a moverla por toda su hinchada longitud, masturbándose y sintiéndose maravillosamente bien. Había estado endurecido toda la noche, más bien, los domingos siempre pasaba lo mismo, pues era el día que tenía que hacer esa descabellada supervisión.¿Por qué se hacía esto? Aquel caliente chico estaba a su merced, pero era un maldito cobarde que no quería dar el paso y tomar lo que estaba en bandeja de plata.Layonel siempre le había interesado y su deseo por corromperlo cada día, mes y año que pasaba crecía considerablemente. Las ganas de empujarlo contra su escritorio y meter su polla contra su rosácea raja lo tenían desesperado. Tenía el culito más lindo que había visto en su vida y era por eso que siempre esperaba con ansias los domingos. Ver sus blanquecinas nalgas y su rosáceo agujero lo ponían a mil y las ganas de metérsela solo crecían cada vez que tenía que revisar si había sido o no mancillado en el Club
*—Lay:Sus días siempre eran muy tranquilos, Layonel podía decir que a pesar de las deudas y de que vivía en un sitio de perros, tenía una buena vida. El trabajo no exigía mucho de él y no tenía una gran vida social, por lo cual, vivía muy en paz.Tampoco se metía con nadie o al menos eso era lo que creía.Era un día normal de trabajo, era domingo por lo cual estaba otra vez supervisando en el Club Oscuro. Había hecho el inventario de las bebidas y de los alimentos, además de ello, había hecho un recorrido antes de que el club llegara a su apogeo, por lo cual ahora estaba en el bar tomando un trago ligero con Cameron, el manager de este.Miró hacia Cameron, quien era un hombre bastante alto de tez oscura gracias a su etnia mezclada entre afroamericano y latino. Cameron era más viejo que él, tenía 40 años y era homosexual. Este tenía otras tendencias de las cuales Lay no quería saber tantos detalles, pero a pesar de esto, eran buenos amigos. Más bien, Cameron se había convertido en su
*—Lay:Ya no se sentía a gusto trabajando para Damien.Después de aquel día en donde Damien le dijo que no era su tipo y que Layonel se percató de que nunca iba a pasar nada entre ellos, se sentía desganado y tener que ver a Damien lo hacía peor. No lo odiaba, pero tampoco quería verlo. Sin embargo, tenía que hacer su trabajo bien hasta el final de sus días.El único día en que trabajaba y que se quedaba más tiempo de más en los clubes era el domingo, pero era más por Cameron que por otra cosa. Siempre aprovechaba sus visitas para hablar con él. A veces se veían para comer los días que tenían que trabajar y los días que no, cenaban juntos. Cualquiera pensaría que tenían algo, pero, aunque Layonel podía pasar como su tipo de chico, Cameron nunca había cruzado la línea con él y lo agradecía.Había hecho su recorrido en el club, no viendo algo diferente desde la última vez y esta vez decidió no revisar las cámaras, dejando que sea Cameron que se encargará de ello. No quería volver a mete