3

*—Lay:

Sus días siempre eran muy tranquilos, Layonel podía decir que a pesar de las deudas y de que vivía en un sitio de perros, tenía una buena vida. El trabajo no exigía mucho de él y no tenía una gran vida social, por lo cual, vivía muy en paz.

Tampoco se metía con nadie o al menos eso era lo que creía.

Era un día normal de trabajo, era domingo por lo cual estaba otra vez supervisando en el Club Oscuro. Había hecho el inventario de las bebidas y de los alimentos, además de ello, había hecho un recorrido antes de que el club llegara a su apogeo, por lo cual ahora estaba en el bar tomando un trago ligero con Cameron, el manager de este.

Miró hacia Cameron, quien era un hombre bastante alto de tez oscura gracias a su etnia mezclada entre afroamericano y latino. Cameron era más viejo que él, tenía 40 años y era homosexual. Este tenía otras tendencias de las cuales Lay no quería saber tantos detalles, pero a pesar de esto, eran buenos amigos. Más bien, Cameron se había convertido en su confidente. Lay no tenía muchos amigos, pues siempre estuvo estudiando y trabajando, pero de las pocas personas que eran allegadas a él, Cameron era una de estas al igual que Uriel.

Cameron enfocó sus ojos cafés en él. Habían estado hablando sobre Damien, su amigo estaba muy al tanto de lo que Layonel sentía y de lo que no pasaba. Incluso sabía que era virgen y que nunca había tenido sexo con nadie. Le había hablado sobre el último recado de Damien que había sido llevarle un regalo a su última conquista, un chico llamado Gray Miller que conoció en este club y del cual Lay sentía muchos celos.

—No quiero que lo tomes a mal —empezó a decir Cameron y sabía que venía un sermón como cada vez que Lay se quejaba de las conquistas de Damien—, pero Damien no es material para ser pareja de nadie y lo sabes, por lo cual, sabes que no va a cruzar la línea contigo —expresó Cameron y Lay hizo una mueca.

Lo sabía y también sabía que su jefe no estaba interesado en él ni por más que le revisara el trasero. No obstante, aún no podía sacárselo de su sistema y una parte de él creía que iba a suceder algún día, pero vamos, han pasado seis años desde que se conocían y Damien nunca ha cruzado la línea con él.

—Lo sé —le dijo a su amigo—. Sé que debería olvidarlo y de que debería buscar pareja, pero no me siento atraído hacia otros hombres que no sea Damien.

Cameron hizo una mueca y desvió la mirada hacia un lado.

La vista de Layonel siguió la de Cameron. Al final de la barra del bar había un chico joven de unos veinte tantos años. Estaba bebiendo muy tranquilamente, ignorando todo lo que sucedía a su alrededor. Se veía carne fresca, así como se vio Lay cuando llegó a aquel club por primera vez.

Como si Cameron supiera que pensaba, este sonrió con una perfecta hilera de dientes blancos y se movió hacia él. Chicos como estos eran los tipos de Damien y de Cameron, así que estaba seguro de que esa noche Cameron tendría un poco de acción. Sin embargo, vio que Cameron señalaba hacia Layonel mientras hablaba con el tipo y el chico sonrió. Lo vio ponerse de pie y sentarse en el taburete al lado de Lay.

—Hola —saludó el chico.

—Hola —le devolvió el saludo y le dio una mirada a Cameron. Este sabía que tipos como este chico no eran lo suyo, o sea, quería ser domado por Damien, quien era un tipo grande y fuerte, pero aquel chico se veía más pequeño que él y como si fuera un pasivo también. ¿Qué estaba planeando?

—Soy Brent —se presentó el chico de cabello rubio y ojos azules. Como había dicho antes, Brent se veía muy joven y no llegaba a la mitad de la veintena, parecía un adolescente. Antes Layonel se había visto así, tan dócil y suave.

—Soy Lay —murmuró esté extendiendo su mano hacia Brent—. Un placer.

—El placer es mío —exclamó el chico sonriente.

—¿Es tu primera vez aquí? —preguntó Lay curioso. El club Oscuro era por membresía y una persona normal no podía entrar al menos que la tuviera o viniera con alguien que fuera miembro. A este chico no lo había visto por estos lados.

—Vine con unos amigos, pero… —la vista del chico fue hacia donde quedaban los espacios semi privados, en donde se hacían ciertos tipos de actividades al aire libre. Era probable que los amigos que tenían, hubieran tomado unos de estos espacios y estuvieran haciendo de las suyas. Brent se veía como una fruta verde, quizás hasta más verde que él y era probable que no tuviera experiencia.

—Comprendo —fue lo que dijo Lay sonriendo, pues captaba la idea.

—También tengo una cita con un amigo de un amigo, pero… —Brent bajó la mirada—. Estoy un poco asustado.

—Aunque veas que se hacen muchas cosas locas aquí, hay algunas reglas que los miembros y visitantes deben de seguir —explicó Cameron que no se había ido aún.

Brent asintió y en ese momento la melodía de un teléfono comenzó a escucharse entre ellos. Las cejas de Layonel se arquearon, pues los teléfonos no estaban permitidos dentro de las áreas comunes del club. Había un espacio en la entrada que era para dejarlos allí, pero parecía que nadie le había explicado las reglas a Brent.

Layonel miró a Cameron y este se encogió de hombros.

Más tarde se lo haría saber a Brent. Observó a Brent mientras este hablaba por teléfono, para luego cortar la llamada. Se quedó un rato en silencio, como si estuviera pensando algo y luego comenzó a mirar a su alrededor. Layonel vio la sonrisa tímida del chico al reconocer a alguien. Dos tipos se acercaron y Layonel notó que eran locales allí, miembros que visitaban frecuentemente el club. Brent rápidamente se disculpó y comentó que había sido un placer para luego irse con los dos tipos.

Layonel no apartó la vista hasta que este desapareció de su periferia y luego se volvió hacia Cameron. Su compañero sonrió maliciosamente, este sabía lo que había tratado de hacer.

—Pensé que podías ligarte con alguien como él —comentó Cameron sin dejar de sonreír, pero había sido estúpido su suposición. Brent tenía una cita y de paso, no era el tipo de Layonel—. Se veía virgen como tú y tuve unas imágenes que… —Cameron se abanicó la cara con la mano y Layonel amagó con lanzarle el trago que estaba tomando encima.

—Imbécil —le insultó Lay.

Cameron sonrió y extendió una mano sobre la barra colocándola sobre la de Layonel.

—Lay, quiero darte un buen consejo —murmuró su compañero y Layonel puso los ojos en blanco. Aquí venía el sermón de siempre, pero dejó que continuara—. Olvídate de Damien, vive tu vida y enamórate —pidió Cameron como el buen amigo que se había convertido para Lay—. Sé que lo que pasó hace seis años te marcó y que por ello ves a Damien con otros ojos, como tu héroe y salvador, pero Damien es igual de sucio, quizás no sigue las mismas tendencias mías, pero es un salvaje y tú te mereces algo mejor —terminó diciendo Cameron.

No obstante, aunque Layonel entendía su punto y lo comprendía muy bien, el sermón siempre le entraba por un oído y salía por el otro. Seguía sin aplicar dicho consejo porque una parte de él no quería rendirse con Damien y pensaba que podría suceder en el algún momento.

—Cameron yo…

—Algún día espero que conozcas a la persona indicada y que olvides a Damien —continuó Cameron sin dejar de sonreír y le dio una palmada—. Te mereces eso, ¿Okay? —Layonel asintió—. Claro, debes poner de tu parte. Ese chico de antes, pudo ser un buen partido.

Las cejas negras de Layonel se arquearon.

—¿Dos pasivos cogiéndose? —le preguntó Layonel porque eso era lo que Brent y él eran, pasivos, personas que le gustaba ser penetradas. Aunque Layonel nunca había sido penetrado por un pene de verdad, su agujero conocía sus dedos y varios Dildos ya, por lo cual, sabía lo que le gustaba y quería ser follado más que nada.

—Eso es lo que crees que eres un pasivo —dijo Cameron pasando la vista por él—. Me huele que eres versátil. Te ves como que das y recibes muy bien, seguro eres muy candente en la cama, solo que tienes que dejar que tu deseo se desate y serás feliz —comentó Cameron como cada vez que se veían y el tipo insistía en que debía de tratar de conocer a otros hombres que no fuera Damien.

Layonel bufó molesto y tomó su trago. Se bajó el vaso de whisky a las rocas de un tirón y exhaló. Debía de seguir trabajando, ya había sido demasiada charla.

—Lo pensaré —le dijo Layonel sin darle una respuesta definitiva.

—Tengo a alguien que está esperando a que decidas dar ese paso —murmuró Cameron.

Layonel movió la cabeza y se fue de allí. Aún quedaban algunas horas para que regresara al lado de Damien y reportará, por lo cual, iba a trabajar en la oficina de Cameron lo que quedaba de la jornada.

En la oficina de Cameron se sentó en su escritorio. Cuando estaba allí supervisando, Cameron le dejaba su oficina para él solo, así que se ponía cómodo. Layonel se dispuso a trabajar. Revisó nuevamente los inventarios y pasó los mismos al programa de contabilidad que usaban en los clubes. Hizo algunas anotaciones en su IPad para poder revisar cuando fuera el día de mantenimiento. Después de ello decidió mirar por las cámaras del club.

Aunque en el club no se permitían los teléfonos ni cámaras portátiles, si tenían algunas cámaras instaladas en algunas áreas del club. Solo eran para cerciorarse de que los miembros cumplían las reglas porque de no ser así, no pudieran poner el orden. Había muchos clientes que se les pasaba la mano y terminaban rompiendo las reglas establecidas, pero eran castigados con amonestaciones o prohibiciones de visitar el club durante cierto tiempo establecido por Damien.

Además de las áreas comunes, había cámaras en 10 de las 12 habitaciones secretas del club. Dos de estas eran propias de Lucien y Uriel quienes eran los primos de Damien, por lo cual, ambos no tenían cámaras y de paso las reglas no caían para estos. Sumándole a eso, estas dos habitaciones eran muy exclusivas, ambas tenían una sala con muebles, una habitación con una gran cama y un baño con un jacuzzi. Layonel se había enterado de que el arquitecto del club había sido su gran amigo Uriel, el primo de Damien y por eso, dichas habitaciones fueron hechas de esa manera.

Layonel revisó cada cámara buscando algún indicio de que algo estaba mal. En las áreas comunes no pasaba nada de lo normal, gente teniendo besándose y teniendo sexo delante de todos. En los espacios semi privados tampoco a pesar de las orgías que se armaban en algunos. Layonel hizo caso omiso a las cosas que veía cuando venía al Club Oscuro, hace tiempo que ya estaba curado de estas.

Pasó a las cámaras en las habitaciones secretas. No siempre se hacían cosas locas allí, a veces se reunían grupos de amigos homosexuales a beber y bailar sin que nadie los molestara. En algunas de las habitaciones se dio ese caso mencionado y en otras había parejas teniendo relaciones. No obstante, cuando iba a revisar la última, Layonel palideció al ver lo que la cámara le mostraba.

Un trío con Brent como el relleno del sándwich y podía ver que este estaba forcejeando para liberarse de los dos chicos con los que se había ido antes. ¿Acaso estaba siendo violado? En un momento, vio como Brent se zafaba de los chicos y corría hacia la puerta desnudo, pero uno de estos, lo tomó por el cabello y lo arrastró hacia los sofás.

Layonel cubrió su boca con su mano, completamente sorprendido de lo que pasaba en dicha habitación. Eso estaba mal y tuvo que minimizar el video en vivo porque no podía continuar viendo. Los empleados de los clubes no podían intervenir en los asuntos de los miembros, solo se podía si estos faltaban a las reglas. Abrió otra vez el video. La misma escena de antes en donde Brent era tomado por los dos chicos volvía a mostrarse, como si estos hubieran continuado a pesar de que Brent luchaba por liberarse.

Esto era una violación y estaban rompiendo las reglas.

Damien odiaba la violencia y aquellas tendencias dominantes entre sus clubes, el mismo decía que había otros lugares y que sus clubes no iban a ser de esos. No sabía porque pensaba así, pero parecía que algo le paso en el pasado. El que aquellos miembros estuvieran haciendo eso, estaba prohibido y debería ser sancionado por ello, pero como era una habitación prohibida, no se podía inmiscuirse en ello por el momento y solo esperar a que este terminara. No obstante, Layonel no podía ver como Brent era golpeado y violado cuando podía intervenir.

Se puso de pie y tomó la llave maestra del club que abría cualquier puerta de las habitaciones privadas. Cada habitación privada tenía un dueño y estos miembros exclusivos pagaban una considerable suma de dinero por estas habitaciones más que los miembros generales, por lo cual, sus habitaciones estaban aseguradas con sus claves privadas, pero la llave maestra podía abrirlas.

Decidió ir a esa habitación.

Cuando salió de la oficina, se topó con Cameron y éste notó que algo pasaba más al ver la llave en sus manos.

—¿Qué pasó Layonel? —quiso saber Cameron.

—Brent está siendo violado en una habitación por los dos tipos que se lo llevaron —le informó mientras caminaba hacia las habitaciones secretas con Cameron a sus pies—. No puedo permitirlo, Cam —le dijo a su amigo.

Cameron balbuceó como si tratara de decir algo, pero Layonel no se detuvo. Llegó a la habitación y sacó la tarjeta que era la llave maestra para pasarla por el sensor de la puerta, pero antes de que lo hiciera, la mano de Cameron se ancló sobre su muñeca.

—Sabes las reglas, Lay —le recordó Cameron mirándolo con preocupación.

—Sí, se cuáles son —le devolvió Layonel y se zafó del agarre de Cameron—. Una de ellas es que no haya violencia dentro de las paredes del club y adivina, estos tipos están violando sin su consentimiento a Brent —explicó.

Antes de que Cameron hablará, Layonel desbloqueó la puerta y entró. Así como había visto por la cámara, Brent estaba entre los dos cuerpos de los dos tipos y Layonel sintió ganas de vomitar al ver la imagen más clara frente a él. Los sexos de los dos tipos estaban introducidos en el agujero de Brent y había sangre saliendo de este.

Uno de los tipos se percató de que no estaban solos y rápidamente saltó lejos del trío.

—¡Qué diablos! —exclamó el joven con cuerpo de gimnasio parándose derecho mientras miraba hacia ellos—. ¿Qué hacen aquí? —preguntó con un tono de ira.

—Sabes que están prohibidas las relaciones sin consentimiento —le recordó Layonel y vio como Brent lo miraba entre lágrimas.

El corazón le dolió al verlo y recordó su propio episodio cuando comenzó a trabajar para Damien. Casi había sido violado por un miembro y se zafó de esto a tiempo porque pudo explotarle una botella en la cabeza, pero el trauma estaba allí y sintió cómo su cuerpo temblaba, pero se mantuvo fuerte por Brent. El chico le daba pena porque no había creído que algo así pasaría, pero este no era un buen lugar para una flor como él.

—Tengo el consentimiento de mi amante —espetó el otro tipo igual de furioso, este era más delgado que su amigo y se notaba que estaba muy bebido.

Las cejas de Layonel se arquearon y volvió a mirar a Brent.

—¿Tienen ellos tu consentimiento, Brent? —le preguntó al chico y como si fueran palabras mágicas. Brent reunió fuerzas y se escapó de los brazos del tipo que aún estaba sentado en el sofá. Brent se metió en los brazos de Layonel mientras lloraba y temblaba de miedo.

—Sácame de aquí, por favor —pidió Brent entre sollozos y Layonel lo apretó entre sus brazos. Brent era muy delgado y más bajo que él, se veía como un niño y Layonel comenzó a sentirse furioso por lo que estos tipos le hicieron al pobre chico sin su consentimiento.

—Ustedes no tienen permitido interrumpir al cliente durante su estadía en el club —espetó el chico musculoso mientras se ponía su ropa, a sabiendas de que estaban en problemas, pero quería parecer que no era así. Layonel tenía años allí y sabía cuáles eran las reglas y estos chicos habían roto como tres de estas.

—Si lo tenemos permitido si rompes las reglas —le recordó al joven que no se veía más viejo que Layonel mientras miraba hacia el otro. Estos jóvenes no pasaban de la treintena y se veía que eran niños ricos, claro, la membresía para miembros generales rondaba en los cinco mil dólares y la exclusiva en diez. Debías de tener dinero si quería tener una habitación exclusiva allí.

—¡No hemos roto ninguna regla! —exclamó el delgaducho, pero Layonel no iba a dar su brazo a torcer. El video estaba allí y si quería refutar que tratara, pero no se iba a salir con la suya. Layonel vio una violación por las cámaras no consensuada y ahora allí interrumpir fue lo mejor. Brent estaba sangrando y temblando de miedo. Si fuera con su consentimiento no estaría de esa manera.

—Por favor, les pido esta noche que se retiren —les dijo Layonel a ambos sin cambiar su decisión, ya más tarde le explicaría el caso a Damien—. Este suceso será escalado a la administración y se tomarán medidas por lo que sucedió —les informó mientras se quitaba la chaqueta del traje oscuro que llevaba para ponérsela a Brent que temblaba—. Mientras tanto, esperen por ellas.

El chico del gimnasio dio un paso amenazante hacia él, pero antes de que pudiera tocarlo, ya Cameron estaba interponiéndose entre ellos. Cameron era muy alto y musculoso y su intimidante presencia hizo que el chico retrocediera.

Escuchó a los chicos maldecir y Layonel suspiró aliviado de que Cameron estaba allí.

Los jóvenes se calmaron y procedieron a vestirse ante la mirada de Cameron y Layonel para luego irse pitando de aquel lugar, maldiciendo a Layonel más que otra cosa. Cuando estos desaparecieron, Layonel le palmeó la espalda a Brent y lo alejó para verlo. Había marcas de besos sobre su piel, mordidas por igual y tenía moretones en su cara. Este había sido golpeado y seguramente lo hicieron cuando Brent se negó.

¡Dios! No le deseaba esto ni a su peor enemigo.

Layonel lo ayudó a vestirse y buscaron a los amigos de Brent, quienes eran igual de idiotas que los violadores, por lo cual no sirvieron de nada. Uno de los empleados al final fue quien lo llevó al hospital y contactó a su familia. Era una pena que un chico tan joven pasara por esto.

Esa noche Layonel regresó temprano para reportarle lo sucedido a Damien, pero tuvo el efecto contrario. Los chicos que hicieron el cometido eran hijos de unos clientes poderosos, por lo cual, intervenir provocó un gran problema. No importó que le enseñara el video a Damien, aunque este comprendió la razón por la que lo hizo, el problema en si era con sus padres.

Damien estaba que echaba fuego como un dragón porque los padres de los jóvenes fueron bastante intensos y exigieron más de la cuenta por Layonel haberse metido en sus asuntos. Algo así hubiera provocado que la membresía de estos fuera cancelada bajo los criterios del club, pero solo fueron sancionados con un mes sin visitar ninguno de los clubes donde tuvieran membresía.

Días después de aquel suceso, Damien estaba tan enfadado que parecía que no quería verlo, pues no tuvieron sus reuniones de siempre después de supervisar los clubes Damien solo le decía que hablarían luego y no fue hasta el viernes que pudieron verse la cara en el Royal Club.

En dicho club había también habitaciones privadas, pero solo eran para aquellos hombres que tenían reuniones de negocios igual de privadas, así que Damien dejó que hiciera su trabajo y cuando era momento de reunirse, lo hicieron en una de estas. El primo de Damien, Luc, tenía una habitación privada, por lo cual utilizaron esta. En la misma había un juego de muebles y un escritorio, y era como si fuera una oficina en medio de un club.

Damien se sentó imponente en el sillón ejecutivo del otro lado del escritorio mientras Layonel tomaba una de las butacas frente a este. Lo que había hecho no estaba mal, había seguido las reglas correctamente y quienes la rompieron fueron esos dos chicos, pero la presión de los padres de estos había volteado la tortilla y por ello no sabía que iba a pasar con él.

—¿Estás enfadado conmigo aun? —preguntó Layonel mirando a su jefe a la cara después de varios días sin hablar con él.

Los ojos fríos de Damien se posaron en él.

—Nunca estuve enfadado contigo —comentó este, pero su expresión decía otra cosa. Quizás no con él, pero con otra cosa si lo estaba. Aún no relajaba su expresión, sus ojos seguían viéndose hostiles y su cara tenía esa expresión de pocos amigos.

Ante la intensa mirada de Layonel sobre él, Damien suspiró y se reclinó en el sillón.

—Estoy enfadado con los miembros —explicó Damien con un tono más suave y relajando su expresión—. Fueron veinte grandes, Layonel —comunicó y Layonel parpadeó confundido sin entender—. Tuve que llegar a un acuerdo para evitar una demanda y este fue obsequiarle dos años de membresía exclusiva gratis —dijo con más claridad y la boca de Layonel cayó abierta. Ahora entendía su enfado, estos miembros se habían salido con la suya y habían exigido ser indemnizados, veinte mil dólares era mucho dinero.

Layonel bajó la cabeza y apretó las manos en su regazo.

—Yo… —murmuró, pero Layonel no sabía qué decir.

—Sé que una de las reglas es que no haya violencia en el club y que las violaciones no están permitidas —escuchó que decía Damien—. Entiendo esa parte perfectamente, pero meterse en las habitaciones de los miembros cuando estos están allí sin su permiso no está permitido, Layonel —le recordó.

Layonel se puso de pie rápidamente.

—¡Lo estaban violando! —exclamó hacia su jefe y este lo miró con sorpresa por su arrebato, pero Layonel estaba impactado por cómo se había tornado la situación, como si lo que le hicieron a Brent no fuera nada.

—Han sucedido otras veces, solo que no lo vemos —explicó Damien poniéndose de pie—. No debiste mirar las cámaras, Layonel.

—¡Estaba supervisando!

La mirada de Damien se endureció y Layonel sabía que no iba a lograr que su jefe cambiara de opinión.

—¿Y si hubiera sido yo, Damien? —le preguntó a su jefe y este lo miró con sorpresa por su comentario—. Estuve en su posición una vez y gracias a Dios que no pasó a mayores, pero… —Layonel se abrazó a sí mismo mientras recordaba esa noche. Ver a Brent le hizo pensar en lo que pudo suceder con ese miembro que casi lo viola y su cuerpo tembló de miedo. Aunque dormía bien por las noches, no iba a mentir y admitía que a veces pensaba en ello, pero no quería que sus amigos se preocuparan.

—No vayas por ahí, Layonel —comentó este mientras caminaba hacia él.

Layonel desvió la mirada.

—Solo pensé en lo que ese chico estaba sufriendo, estaba todo golpeado y maltratado —le informó y miró a su rostro. Damien estaba frente a frente, sacándole varias cabezas gracias a su altura—. Había sangre en su ano, Damien —le hizo saber—. Brent estaba sangrando y por lo que pasó, ahora está muy mal —terminó diciendo sintiéndose muy triste por el joven.

—Aun así… —Damien alzó las manos y las colocó sobre sus hombros—. Las reglas son las reglas, Layonel —le recordó.

Layonel sintió su labio temblar, incapaz de creer que esto había pasado de esta manera y los responsables no habían sido castigados, pero claro, la gente con dinero hacía y deshacía como siempre. ¿Por qué creyó que serían castigados cuando al final siempre era igual?

Enfadado, Layonel se zafó del agarre de Damien.

—¿Vas a despedirme? —le preguntó Layonel para estar claro. Si ha de ser así, iba a buscar trabajo al instante. Tenía su hoja profesional preparada por si acaso y solo tenía que hacer unos pequeños ajustes.

Las cejas oscuras de Damien se alzaron.

—No se me pasó por la cabeza —comentó Damien—. Despedirte no es una opción, pues me resultara muy difícil encontrar a otra persona tan eficaz como tú —aclaró y Layonel no pudo evitar reírse.

¿Así que no lo despedía porque iba a ser difícil encontrar un reemplazo no porque Layonel le importara? Ya entendía. No era una persona importante en la vida de Damien, solo un empleado más. Debería haberlo sabido, pero como siempre se había ilusiones estúpidas creyendo que Damien iba a cambiar y qué le diría a Layonel lo que este quería escuchar.

—De acuerdo, señor Bates —aceptó Layonel volviendo a colocarse su máscara, aquella que usaba cuando estaba trabajando y la que usaba cuando tenía que mostrarse como una persona centrada y eficaz, así como Damien decía.

Vio como Damien lo miraba otra vez con sorpresa.

—Antes era Damien, ¿y ahora soy señor Bates? —preguntó este, pero Layonel no le respondió.

Le echó una mirada a su reloj, eran cerca de las dos de la mañana por lo cual su trabajo estaba a punto de terminar. Se movió y tomó la tableta electrónica para volver a sentarse en el sillón de antes. Mientras más rápido terminara de reportar más rápido se iría de allí. No quería verle la cara a Damien en estos momentos.

—Doy por terminada la jornada, es mejor que nos vayamos a casa —escuchaba que Damien decía y Layonel lo miró con confusión—. Mañana nos reunimos en mi oficina a medianoche para hablar sobre hoy y mañana, ¿sí?

—Está bien —aceptó Layonel y se volvió a poner de pie. Tenía que ir a la oficina de Luke, el manager del Club Royal para tomar su maletín de trabajo y poner rumbo hacia su apartamento.

—¿A dónde vas? —preguntó Damien al verlo caminar hacia la puerta de la habitación privada.

Layonel se volvió.

—A casa, señor Bates.

Damien sonrió y negó con la cabeza. Vio como este señalaba hacia los sofás. Layonel parpadeó confundido, pero enfiló hacia estos al mismo tiempo que Damien. Este se sentó en uno de los sofás y señaló el IPad. Layonel la dejó sobre la mesa de centro del juego de muebles y se colocó derecho. Parecía que Damien quería hablar más.

—¿Pasa algo?

—Sé que es viernes, pero el domingo pasado no te revise y sé que has estado yendo al club los días que no te toca —le informó Damien y Layonel palideció.

¿Qué había dicho? Vio como Damien sonreía y Layonel no pudo evitar ruborizarse. ¿Estaba diciendo que debía revisarlo cinco días después de haber estado en el Club Oscuro? ¡Eso era muy loco!

—¿Estás bromeando? —le preguntó Layonel sorprendido por su comentario.

La expresión de Damien cambió a una seria y Layonel supo que este estaba lejos de bromear.

—Las reglas son las reglas, Layonel —fue lo que dijo Damien solamente.

Layonel abrió y cerró la boca varias veces hasta que la dejó cerrada. Le dio una larga mirada a Damien, pero este seguía viéndolo con la misma expresión de antes. Damien no estaba bromeando. Layonel maldijo en su mente y dio un paso hacia Damien. Frente a él, se dio la vuelta e hizo lo que siempre hacía cada domingo.

Se despojó de la chaqueta de su traje, dejándola a un lado y luego atacó el cinturón de sus pantalones. Con el tiempo se había dejado de rehusar a las revisiones, pero eso no evitaba que de vez en cuanto se quejara, no era el chico de antes y nadie iba a atacarlo de esa forma como pasó en el pasado, pero Damien seguía insistiendo en que debía de revisar si no había sido mancillado.

¡Esto era estúpido!

Layonel dudó cuando se quitó el cinturón, pues había estado tocándose cuando se ducho para trabajar y si Damien lo veía, podía darse cuenta de que se había tocado. Bueno, dudaba que se notara, pues habían pasado varias horas desde ese momento, así que decidido se bajó la cremallera. Abrió sus pantalones y agarró los bordes de este con sus dedos, empujándolos junto a su ropa interior hacia abajo. Era tan vergonzoso, pero como decía Damien, las reglas eran las reglas. Agarró con una mano su camisa para darle más acceso a Damien y se inclinó hacia delante, apoyando la otra mano sobre la mesa de centro. Estaba inclinado de tal forma que su trasero estaba literalmente colocado sobre la cara de Damien y pensar en este mirando su culo más de cerca que lo habitual hizo que su sexo comenzara a excitarse.

Aguantó el aliento.

La posición le permitía a Damien ver su ano sin tener que apartar sus mejillas y Layonel se sentía desnudo. Se mordió los labios y se quedó esperando, pero Damien no decía ni tocaba nada, era algo que no había cambiado y tampoco Layonel esperó que sucediera alguna situación diferente.

Layonel pasó saliva y estaba rezando de que Damien no se diera cuenta de que se estaba excitando. Podía ver sus testículos en esta posición y los sentía muy pesados, por lo cual, Damien se estaba llevando una gran vista.

—Se ve tan apetecible —escuchó que Damien decía en un tono muy bajo que Layonel pudo escuchar.

¿Había escuchado bien? ¿Apetecible? ¿Damien dijo que su culo se veía apetecible?

Layonel sintió las mejillas ardiéndole y su mente desvarío. Una imagen de Damien chupando su culo apareció en su mente y tuvo que apretar las piernas. No sabía que lo llevó a decir su próximo comentario, pero su excitación estaba tomando el control de él.

—Si es tan apetecible, ¿por qué no lo pruebas? —le sugirió Layonel y se arrepintió de esto, pero su comentario de antes le hizo pensar que Damien quizás estaba interesado un poco, pues, ¿quién diría algo así si no fuese el caso?

Una carcajada salió de Damien y luego sintió como este se ponía de pie.

—Así que dije eso en voz alta, ¿eh? —comentó Damien divertido y Layonel se sintió nervioso—. Lo siento, pero no eres mi tipo, Layonel —dijo y ese comentario fue suficiente para que la erección de Layonel se desinflara. Sintió como su corazón se rompía con este también y se quedó sin habla.

—Ya pensaré en cuál será tu castigo, mientras tanto, abstente de hacer alguna locura —escuchó que Damien decía mientras se alejaba.

Layonel parpadeó sorprendido y sintió sus ojos arder pues su comentario le había dolido un poco.

Así que no era su tipo, ¿eh? Curioso, pues Layonel había visto a Gray, la última conquista de Damien y este tenía un ligero parecido a él, pero a pesar de ello, aunque fueran parecidos, sabía que solo era físicamente. A Damien parecía gustarle los chicos dóciles y fáciles de domar y aquí entre nos, Layonel admitía ser un poco difícil de manejar.

Ante esto, sintiéndose avergonzado por soltar tal comentario antes, se colocó la ropa rápidamente.

—De acuerdo, señor Bates —comentó Layonel volviendo a colocarse la máscara—. Pediré un Uber —le informó para luego volver a tomar la tableta electrónica.

Sin esperar respuesta de Damien y sin darle una última mirada, salió de la habitación privada. Caminó de regreso a la oficina de Luke, el manager del club, el cual encontró en esta. Luke era un bromista e hizo una broma al ver su aspecto, pues, aunque Layonel se había puesto la ropa, no estaba del todo bien colocada. No obstante, sus bromas no llegaron a Layonel quien estaba muy deprimido por lo de antes.

Layonel se despidió de su compañero y salió del club. Fuera pidió su transporte y gracias a Dios que estaba cerca, ya que no quería encontrarse con Damien. Sin embargo, cuando su vehículo arrancó, vio como Damien salía del club con alguien. No estaban en el Rouge o el Oscuro, pero Damien siempre terminaba ligándose con alguien.

Volvió la vista hacia el frente, pero no pudo ver nada. Estaba empañada gracias a sus lágrimas.

¿Por qué se hacía esto?

Cameron tenía razón, se merecía algo mejor. Damien solo era su jefe y aunque tuvieran este tipo de momentos en donde parecía que no era así, la línea entre ellos estaba muy clara. Layonel no era su tipo. Siempre lo supo, pero este diciéndolo en voz alta logró que Layonel lo captará mejor.

Ahora que todo estaba más claro, entendía porque este nunca le había puesto una mano encima. Dicha revelación fue suficiente para que Layonel comenzará a pensar que debía alejarse de Damien.

No era sano para él seguir con este amor no correspondido.

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