Eran las ocho de la mañana y aún no podía dormir. Pasé toda la noche pensando en todo lo que estaba pasando en mi vida. Y cuando aún estaba dándole vueltas a todo, llegó Cristian. Simulé estar dormida. No tenía ganas de seguir discutiendo con él. Y tampoco quería verlo. Me nombró suavemente, pero, yo no abrí los ojos. Luego se duchó, desayunó y se fue a su consulta médica.
Me levanté a las nueve. Mucho más temprano de lo que habitualmente dejo la cama. Fui a la cocina por un café cargado. Ana al verme me dijo que ella me lo llevaría al comedor. Y con tono entusiasta me avisó que tenía una sorpresa ahí. Me encontré con un enorme ramo de rosas rojas con una tarjeta que decía un escueto “Perdón, no volverá a pasar”. Aparte de las flores había una bolsa de papel de una importante perfumería. En ella había una botella de un perfume carísimo.
La empleada llevó el café y me ofreció desayuno. Le indiqué que lo tomaría a la hora habitual. Le pedí que pusiera las rosas en un florero y que guardara el perfume junto a los otros que tengo. Ella manifestó que le encantaría recibir esas atenciones de su esposo. Estaba más entusiasmada que yo con los regalos. Yo lo tomé como un intento falso de pedir perdón por parte de mi cónyuge. No creía que Cristian estuviese realmente arrepentido. Para mí, era solo una actuación para evitarse problemas.
Me volví a acostar y traté de leer, sin embargo, mi cabeza estaba colmada de pensamientos que iban y venían. Al poco rato me llamó Cristian indicando que quería almorzar conmigo. Yo me negué y le manifesté que aún estaba muy molesta. Me preguntó que quería para calmarme. Respondí que deseaba el divorcio. Él me dijo que yo ya conocía la respuesta y luego se despidió rápidamente. Luego me mandó un mensaje privado señalando que no iba a cerrar las cuentas bancarias bipersonales y que seguiría recibiendo mi mesada mensual. Creo que piensa que yo soy muy superficial y eso me irrita más.
A las once de la mañana entré al baño a ducharme. Cuando salí y revisé mi móvil me encontré con un mensaje de Marión, en el cual, me amenazaba con contarle todo a mi cónyuge. También, me decía que yo podía comprar su silencio. Antes de responder le escribí a Eduardo contándole lo del mensaje de mi compañera de trabajo y de estudio. Él me sugirió que no le respondiera aún para poder encontrar una solución. Quedamos de hablar a la hora de almuerzo.
Después de esto comencé con un dolor tremendo de cabeza. Pese a tomarme dos Paracetamol seguí con el malestar. Eran muchas cosas que estaban pasando y yo no sabía cómo lidiar con todo. Salí temprano del departamento. Estaba ansiosa por ver que solución había encontrado Eduardo. Al verme llegar me abrazó y me dio un beso apasionado. Me ofreció Champagne. No acepté indicando que me dolía mucho la cabeza. Le pedí agua, la cual, tomé rápidamente.
Me indicó que había hablado con su abogado. Obviamente, no le dijo quién era su amante. El profesional señaló que la mejor salida que yo tenía era que dejase de trabajar en el cabaret y que cambiara el horario de estudios para no toparme con Marión. A Eduardo le preocupaba que fuese a necesitar el dinero que ganaba por bailar. Le dije que no se preocupara que mi esposo era médico. Agregué que encontraba muy acertada la solución dada por el abogado y que iba a acatar lo indicado por él. Con Eduardo acordamos seguir viéndonos en su departamento a la hora de almuerzo.
No le respondí el mensaje a Marión. Fui a hablar directamente con ella en el cabaret. Le advertí que si seguía amenazándome iba a tomar medidas legales contra ella. También, le indiqué que ya no iba a trabajar más en ese lugar. Me pidió que no tomara ninguna acción contra ella. Se comprometió a no seguir molestando. Luego me despedí de todo el personal y de mis compañeras. Subí al auto. Ahí bloqueé el número de teléfono de Marión y luego comencé a manejar rumbo a la academia. No tuve problema alguno para realizar el cambio de horario. Y quedó pactado que me uniría al grupo de estudio que comenzaba las clases a las tres de la tarde de lunes a viernes.
Donde me dolía la cabeza no participé en la clase de ese día. Cuando llegué a mi casa tomé un tranquilizante para tratar de dormir. Esperaba que durmiendo se me quitara la jaqueca. Dormí tres horas. El dolor había disminuido, pero, no se había ido del todo. Tomé nuevamente un Paracetamol y seguí recostada tratando de no pensar en nada.
A las siete de la tarde llegó mi esposo. La empleada le comunicó que yo estaba con jaqueca. Él me fue a ver al dormitorio. Antes que dijese nada le manifesté que no quería discutir. Cristian respondió que su intención no era pelear conmigo. Manifestó que quería llegar a un punto de acuerdo. Tras conversar un buen rato acordamos que yo seguiría estudiando en la academia de danza moderna, pero, que dedicaría menos horas a estudiar. Yo le comenté que ya había cambiado el horario y que ahora antes de la hora del té ya estaría en nuestro hogar. Eso lo dejó conforme.
Entre los medicamentos y el haber llegado a un acuerdo con mi esposo hicieron que se me quitara el dolor de cabeza. Así que cené junto a mi cónyuge y aproveché de agradecer las rosas y el perfume. Él se mostró amable a la hora de pedir disculpas, sin embargo, yo sabía que era solo una careta. Al igual que Marión, él temía las acciones judiciales que yo podía tomar. Y a un médico de renombre como él no le conviene tener líos con la justicia. Menos por maltrato a su esposa.
Cuando nos acostamos quiso tener sexo conmigo. Me justifiqué con que aún no me sentía bien. Él no insistió. Mientras me quedaba dormida pensaba en Marión. Temía que sus dichos solo fueran una estrategia para evitar los problemas legales. Me angustiaba pensar que fuera donde mi marido y le pidiera dinero a cambio de información sobre mí. Cristian siempre ha vivido de las apariencias, por lo que, me mataría si se entera que bailé durante un tiempo en un tugurio. Así que me propuse no hacer más tonterías y ser muy prudente en la relación que mantengo con mi cuñado.
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Pasaron varias semanas donde todo estuvo tranquilo. Seguíamos una relación cordial con mi marido. Con Eduardo seguíamos viéndonos a la hora de almuerzo. Continuaba en la academia de danza. Y Marión no había tratado de contactarse conmigo. Todo parecía perfecto, pero, esto no podía durar.Estábamos almorzando con mi amante. Estábamos muy entusiasmados hablando sobre un libro que ambos habíamos leído y que nos había encantado cuando sonó el citófono. Al contestar, Eduardo, se puso pálido y muy serio. Le dijo al conserje que dejara pasar a quienes lo buscaban y a mí me pidió que lo esperara en la habitación.Yo le hice caso, pero, la conversación que tenían despertó mi curiosidad. Parecía que le estaban pidiendo más dinero del que Eduardo estaba dispuesto a pagar. Mi cuñado se negaba a pagar más y ahí le advirtieron algunos de los inconvenientes que él tendría. Hablaron de que podía terminar preso por los negocios alternativos que tenía. Sentí curiosidad de ver a quienes estaban amenazand
Al día siguiente desperté con un beso de despedida de Cristian. Estaba listo para irse a su consulta. Tras despedirme de él me tomé un tranquilizante. La idea era dormir y no pensar en mi nuevo escenario de vida, el cual, era muy confuso. No entendía la nueva actitud de mi esposo. Tampoco, comprendía mi reacción. Y más me costaba entender la noche de pasión que habíamos tenido.Antes de descansar le pedí a Ana que me dejara dormir. Que no me despertara. Y así lo hizo. Desperté después de las tres de la tarde con mucho apetito. No había tomado desayuno. Ni había comido nada ese día. En el comedor me encontré con un ramo gigantes de rosas rojas y una nota de Cristian en donde agradecía lo acontecido con un escueto “Gracias, esposa mía”.También, me encontré con varios mensajes escritos de Eduardo. Estaba preocupado porque no llegué a almorzar con él. Le expliqué que me había tomado un tranquilizante y que había dormido hasta después de la hora de almuerzo. Le pedí disculpas por haberlo d
Eduardo partió pidiéndome disculpas. Me dijo que de haber sabido como yo era realmente jamás me habría dejado trabajar en su cabaret. Que lamentaba haberme expuesto de esa forma. Lo interrumpí y le dije que yo era una mujer adulta y si alguien era culpable de haber bailado en ese lugar era yo. El insistió en culparse. Posteriormente me dijo que no debía tener miedo. Que nada malo me iba a pasar. Que el haberme enterado de los negocios ilegales solo hacía que él fuera más honesto conmigo. Me prometió que me cuidaría con su vida.Yo quise demostrar una fuerza que no tengo y le dije que yo me podía cuidar sola. Él señaló que no podría soportar que me pasara algo malo porque me amaba. Yo quedé boquiabierta. Siempre pensé que yo era una amante más en la vida de Eduardo. Sumado a que era la primera vez que alguien manifestaba amarme. A mí me habría gustado responder a ese sentimiento, pero, yo solo lo quería mucho. Yo no sé amar. Yo respondí sus dichos con un largo beso que terminó en sexo.
Pesé a que tenía los ojos hinchados que delataban que había llorado harto, Cristian, no hizo ni un mínimo intento por saber que me pasaba. Lo único que le importaba era que yo había roto el pacto de estar temprano en casa. Le dije que había conocido a una bailarina norteamericana y que hablando de danza no nos habíamos dado cuenta que ya era tarde. Me reprochó por hablar con desconocidos y siguió con su queja.De mala forma llamó a Ana y le pidió que nos sirviera la cena. Yo le dije que no estaba de ánimo para comer con alguien que estaba tan enojado sin motivo. Cuando me di vuelta me tomó del brazo y me ordenó que me sentara en el comedor. Me costó, pero, logré zafarme. Y me fui a la habitación de invitados para no dormir con él.Volví a romper en llanto. Cuando logré calmarme le escribí a Jane. Le dije que aceptaba el trabajo. Acordamos reunirnos a las diez de la mañana para afinar detalles. Estaba decidida a trabajar e irme de la casa de Cristian. Ya estaba aburrida de su tiranía. A
Mientras estudiaba los programas recibí un mensaje escrito de Eduardo. Me decía que me extrañaba y que le gustaría que almorzáramos juntos. Yo le recordé que acordamos alejarnos por un tiempo y le pedí que respetara el acuerdo. Me envió dos mensajes más insistiendo. Pensé en bloquearlo, pero, no lo hice por miedo a que reaccionara mal al darse cuenta que le estaba poniendo un punto final a nuestra comunicación.Al llegar la hora de almuerzo junto a Jane fuimos a un restaurante vegano. Me encantó la comida y todo el concepto. Una vez traté de ser vegana, pero, mi esposo se opuso diciendo que me pondría más tonta de lo que soy por la falta de proteínas. Yo sé que las proteínas y otros nutrientes se pueden suplir con elementos del mundo vegetal, pero, no quise tener problemas con mi cónyuge. Además, no quería seguir siendo tratada de estúpida.Jane es vegana hace más de veinte años. Me comentó que le costó dejar de comer carne porque a ella si le gustaba ese tipo de comidas, pero, que luc
Han pasado varios días. Mi trabajo me hace feliz. El ambiente laboral es estupendo. He logrado hacer varias ventas. Teniendo en cuenta que nunca había vendido antes es un gran logro. He sabido usar los programas computacionales sin ningún problema. Y Jane me ha felicitado en más de una ocasión por mi buen desempeño laboral.Cristian trata de arruinar mi felicidad. Ante mi negativa de dejar de trabajar se ha vuelto más violento verbalmente de lo acostumbrado. Se burla de mí y del trabajo que tengo. Dice que era lógico que yo trabajara de vendedora porque mis neuronas no me alcanzan para nada más. Donde lo ignoro comenta que le doy vergüenza y que no se separa de mí solo porque le gusto físicamente. Entre otras ofensas del mismo estilo.Yo ya no ceno con él. Como en mi habitación y a veces salimos con mis compañeras de trabajo a cenar a algún restaurante cercano a la escuela de danza. Trato de evitar estar cerca de mi cónyuge. Ya no soporto su toxicidad. Y si no fuera por el maldito con
Cuando estábamos con Jane tomándonos un café en una cafetería llegó Eduardo. Me molestó mucho la situación. Le había dicho en reiteradas ocasiones que debíamos permanecer alejados. No le bastaba enviarme todos los días mensajes y llamarme periódicamente. Ahora se presentaba sin más. Estaba siendo invasivo. No estaba respetando mis límites.Le pedí disculpas a mi nueva amiga por tener que dejarla sola para hablar con mi cuñado. Donde estaba molesta olvidé presentarlos. Jane noto mi enojo y me dijo si necesitaba ayuda. Le indiqué que no y que lamentaba mucho interrumpir nuestra conversación.Con Eduardo nos sentamos en una mesa alejada para que nadie escuchara nuestra conversación. Me rogó que volviera con él. Insistió en que me amaba y que cada día sin mí lo estaba volviendo loco. Le dije que lamentaba no poder corresponder a su amor. Añadí que ya no iba a volver a estar con él. Que esta era nuestra última conversación. Que yo daba por terminado lo nuestro y que esperaba que él se alej
Llamé a la abogada de inmediato y concerté una cita para la tarde. Después del trabajo fui a buscar el contrato a casa y me fui rauda al bufete. Al llegar Claudia me recibió muy amistosamente. Ella tiene un trato muy agradable y contenedor.Me pidió que le contara con detalles mi historia. Como nunca hablé sobre todos los detalles del contrato que tuve que firmar para salvar a mi padre de la cárcel. Sobre el trato que siempre había recibido por parte de Cristian. Y mi necesidad urgente de divorciarme de él.Claudia le pidió a su secretaria que fotocopiara el contrato para analizarlo en detalle. Me preguntó si tenía dinero para cubrir la multa que tendría que pagar si pedía el divorcio. Le dije que no. Que tenía unos pocos ahorros más lo que iba a ganar trabajando con Jane. Me pidió que fuera tranquila a casa y que tratara de dormir. Se comprometió a darme una respuesta al día siguiente. Me dijo que antes de tener su respuesta no encarara a mi esposo.Cuando llegué, Cristian, estaba to