Como bromeando, Marión, ha seguido diciendo que puede chantajearme. Ahora no se conforma con decirlo cuando estamos solas. También, lo hace delante de compañeras de estudio y de trabajo. Incluso lo hizo delante de Eduardo quien la increpó aludiendo a la lealtad de equipo. Cosa que le causó gracia a Marión que se puso a reír como loca.
Tras la amenaza que mi compañera hizo delante de Eduardo tuvimos una larga conversación con él para acordar de qué forma seguiríamos encontrándonos. Quise aprovechar de contarle quien era mi esposo, pero, él insistió que no quería saber nada de mi vida matrimonial. Luego seguimos hablando sobre cómo llevar nuestra relación. Llegamos a la conclusión que solo nos veríamos en su departamento. Nunca nos reuniríamos en lugares públicos. Y en el cabaret me trataría como a una bailarina más. La idea era ocultar lo nuestro a todo el mundo. En especial a Marión y a mi cónyuge.
Después de este acuerdo comenzamos a vernos casi todos los días. Nos reunimos a almorzar de lunes a viernes en su departamento, exceptuando, cuando él tiene alguna reunión de negocios. Yo no tengo problemas con ausentarme a la hora de almorzar de mi hogar. Mi esposo nunca almuerza en casa. Además, él cree que me ausento por las tardes por los estudios de danza y el ensayo del baile. Así que junto con almorzar me entrego al placer con mi amante.
Eduardo es muy lúdico en la cama. Descubrí que yo también lo soy. Mi cónyuge es muy tradicional y no varía mucho a la hora de tener sexo, en cambio, mi concubino es muy creativo y extremadamente apasionado. Me encanta aprender y experimentar nuevos juegos sexuales con él. Me siento más joven y más libre. Me hace olvidar que soy la esposa de un médico que no me ama y que me es infiel descaradamente.
Tampoco puedo culpar a Cristian por no amarme. Nuestro matrimonio fue por conveniencia. Nuestros padres lo acordaron. Al casarme con él quedo saldada la deuda millonaria que mi papá tenía con mi actual suegro. A mi marido solo le gusto físicamente y nunca ha hecho el más mínimo esfuerzo por quererme. Yo, en cambio, aprendí a estimarlo aun cuando él me trata de forma fría y dura. Nunca he entendido porque insiste en que sigamos casados, especialmente, si parece tan enganchado de su actual amante.
Eduardo es muy distinto a Cristian a la hora de tratarme. Es amable y cálido. Incluso me atrevería a decir que es amoroso conmigo, pese a que, nos conocemos hace poco. Me encanta estar a solas con él. No solo por lo sexual, sino que también, por la forma en la cual me trata. Me hace sentir una mujer valiosa y deseada. Aunque a veces me siento culpable por ser su amante. Tanto porque soy una mujer casada como porque él es mucho menor que yo. Estos malos pensamientos no duran mucho, ya que, él se encarga de traerme a un presente que me encanta.
Mi amante es un hombre muy atractivo. Tiene unos ojos de gato dominante que me matan cuando me miran. Es muy alto. Tiene un cuerpo que parece esculpido por un artista. Y se viste muy elegante con ropa de diseñador. Sabe sacar partido a lo que la genética le entregó. Si no fuera por los apellidos y porque conozco la historia de la “oveja negra” de la familia jamás me habría imaginado que Cristian y Eduardo son hermanos. No se parecen en nada.
Mientras bailaba en el cabaret pensaba en lo anterior. Y me alegré genuinamente que estos hermanos no se parecieran. Eduardo es mi lugar seguro. Un efugio a la vida de m****a que Cristian me da. Mi cónyuge se limita a darme cosas materiales, pero, se olvida que tengo sentimientos y emociones. Mi amante con sus atenciones y su forma de tratarme se encarga de llenar todos los vacíos que mi esposo no cubre.
Tras terminar mis horas de trabajo me fui a la academia. Me encontré con la ingrata noticia que mi marido había estado ahí. Habló con la directora para pedirle que me convenciera de no seguir estudiando. A cambio le ofreció una alta suma de dinero, lo cual, ella no aceptó. Al enterarme me puse a llorar de rabia. No entendía como Cristian podía llegar a esos extremos con tal de controlarme. Catalina, la directora, me sugirió analizar mi vida matrimonial y de ser necesario me recomendó divorciarme. Ella es feminista, por lo que, los machos retrógrados le dan alergia.
Al llegar a la casa, como ya era costumbre, Cristian estaba bebiendo Whisky. Me preguntó cínicamente cómo me había ido. Yo exploté. Lo increpé de mala forma por lo que había hecho. Le dije que el ser su esposa no me convertía en algo de su propiedad, por lo que, no tenía ningún derecho de tratar de coimear a la directora de mi academia para que me convenciera de no seguir estudiando ahí.
—No voy a seguir financiando tus caprichos, Ángela—dijo Cristian interrumpiendo mi reproche.
Le respondí que no necesitaba su dinero. Que tenía ahorros con los cuales podía pagar mis estudios y todo lo que necesitara. Él me amenazó con cerrar las cuentas bancarias bipersonales que teníamos juntos. Yo había tenido la precaución de abrir una cuenta de débito donde guardaba mis ahorros. Lo hice en un banco donde él no es cliente, por lo tanto, solo yo podría gestionar su cierre.
Se levantó y se dirigió hacia mí. Me tomó del cuello y me empujó hacia la pared. Me costaba respirar. Y ya estaba aburrida de escuchar sus amenazas. Le pedí que me soltara. No lo hizo. Le pegué un rodillazo en su entrepierna. Me soltó y se agachó por el dolor. Le dije que esta era la primera y última vez que él iba a maltratarme de esta forma. Le advertí que la próxima vez lo denunciaría a la policía y que contactaría a un abogado para iniciar los trámites de divorcio. Sé que no quiere ninguna de las dos cosas, por lo que, creo que no volverá a maltratarme físicamente.
Luego me fui a duchar. Cuando salí del baño él no estaba. Seguramente, había ido donde su amante y pasaría la noche con ella. No cené. Solo comí una ensalada de frutas que me preparó Ana. Luego me acosté, pero, no pude dormir. Pasé toda la noche despierta y sola rumiando lo acontecido el día anterior.
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Eran las ocho de la mañana y aún no podía dormir. Pasé toda la noche pensando en todo lo que estaba pasando en mi vida. Y cuando aún estaba dándole vueltas a todo, llegó Cristian. Simulé estar dormida. No tenía ganas de seguir discutiendo con él. Y tampoco quería verlo. Me nombró suavemente, pero, yo no abrí los ojos. Luego se duchó, desayunó y se fue a su consulta médica.Me levanté a las nueve. Mucho más temprano de lo que habitualmente dejo la cama. Fui a la cocina por un café cargado. Ana al verme me dijo que ella me lo llevaría al comedor. Y con tono entusiasta me avisó que tenía una sorpresa ahí. Me encontré con un enorme ramo de rosas rojas con una tarjeta que decía un escueto “Perdón, no volverá a pasar”. Aparte de las flores había una bolsa de papel de una importante perfumería. En ella había una botella de un perfume carísimo.La empleada llevó el café y me ofreció desayuno. Le indiqué que lo tomaría a la hora habitual. Le pedí que pusiera las rosas en un florero y que guarda
Pasaron varias semanas donde todo estuvo tranquilo. Seguíamos una relación cordial con mi marido. Con Eduardo seguíamos viéndonos a la hora de almuerzo. Continuaba en la academia de danza. Y Marión no había tratado de contactarse conmigo. Todo parecía perfecto, pero, esto no podía durar.Estábamos almorzando con mi amante. Estábamos muy entusiasmados hablando sobre un libro que ambos habíamos leído y que nos había encantado cuando sonó el citófono. Al contestar, Eduardo, se puso pálido y muy serio. Le dijo al conserje que dejara pasar a quienes lo buscaban y a mí me pidió que lo esperara en la habitación.Yo le hice caso, pero, la conversación que tenían despertó mi curiosidad. Parecía que le estaban pidiendo más dinero del que Eduardo estaba dispuesto a pagar. Mi cuñado se negaba a pagar más y ahí le advirtieron algunos de los inconvenientes que él tendría. Hablaron de que podía terminar preso por los negocios alternativos que tenía. Sentí curiosidad de ver a quienes estaban amenazand
Al día siguiente desperté con un beso de despedida de Cristian. Estaba listo para irse a su consulta. Tras despedirme de él me tomé un tranquilizante. La idea era dormir y no pensar en mi nuevo escenario de vida, el cual, era muy confuso. No entendía la nueva actitud de mi esposo. Tampoco, comprendía mi reacción. Y más me costaba entender la noche de pasión que habíamos tenido.Antes de descansar le pedí a Ana que me dejara dormir. Que no me despertara. Y así lo hizo. Desperté después de las tres de la tarde con mucho apetito. No había tomado desayuno. Ni había comido nada ese día. En el comedor me encontré con un ramo gigantes de rosas rojas y una nota de Cristian en donde agradecía lo acontecido con un escueto “Gracias, esposa mía”.También, me encontré con varios mensajes escritos de Eduardo. Estaba preocupado porque no llegué a almorzar con él. Le expliqué que me había tomado un tranquilizante y que había dormido hasta después de la hora de almuerzo. Le pedí disculpas por haberlo d
Eduardo partió pidiéndome disculpas. Me dijo que de haber sabido como yo era realmente jamás me habría dejado trabajar en su cabaret. Que lamentaba haberme expuesto de esa forma. Lo interrumpí y le dije que yo era una mujer adulta y si alguien era culpable de haber bailado en ese lugar era yo. El insistió en culparse. Posteriormente me dijo que no debía tener miedo. Que nada malo me iba a pasar. Que el haberme enterado de los negocios ilegales solo hacía que él fuera más honesto conmigo. Me prometió que me cuidaría con su vida.Yo quise demostrar una fuerza que no tengo y le dije que yo me podía cuidar sola. Él señaló que no podría soportar que me pasara algo malo porque me amaba. Yo quedé boquiabierta. Siempre pensé que yo era una amante más en la vida de Eduardo. Sumado a que era la primera vez que alguien manifestaba amarme. A mí me habría gustado responder a ese sentimiento, pero, yo solo lo quería mucho. Yo no sé amar. Yo respondí sus dichos con un largo beso que terminó en sexo.
Pesé a que tenía los ojos hinchados que delataban que había llorado harto, Cristian, no hizo ni un mínimo intento por saber que me pasaba. Lo único que le importaba era que yo había roto el pacto de estar temprano en casa. Le dije que había conocido a una bailarina norteamericana y que hablando de danza no nos habíamos dado cuenta que ya era tarde. Me reprochó por hablar con desconocidos y siguió con su queja.De mala forma llamó a Ana y le pidió que nos sirviera la cena. Yo le dije que no estaba de ánimo para comer con alguien que estaba tan enojado sin motivo. Cuando me di vuelta me tomó del brazo y me ordenó que me sentara en el comedor. Me costó, pero, logré zafarme. Y me fui a la habitación de invitados para no dormir con él.Volví a romper en llanto. Cuando logré calmarme le escribí a Jane. Le dije que aceptaba el trabajo. Acordamos reunirnos a las diez de la mañana para afinar detalles. Estaba decidida a trabajar e irme de la casa de Cristian. Ya estaba aburrida de su tiranía. A
Mientras estudiaba los programas recibí un mensaje escrito de Eduardo. Me decía que me extrañaba y que le gustaría que almorzáramos juntos. Yo le recordé que acordamos alejarnos por un tiempo y le pedí que respetara el acuerdo. Me envió dos mensajes más insistiendo. Pensé en bloquearlo, pero, no lo hice por miedo a que reaccionara mal al darse cuenta que le estaba poniendo un punto final a nuestra comunicación.Al llegar la hora de almuerzo junto a Jane fuimos a un restaurante vegano. Me encantó la comida y todo el concepto. Una vez traté de ser vegana, pero, mi esposo se opuso diciendo que me pondría más tonta de lo que soy por la falta de proteínas. Yo sé que las proteínas y otros nutrientes se pueden suplir con elementos del mundo vegetal, pero, no quise tener problemas con mi cónyuge. Además, no quería seguir siendo tratada de estúpida.Jane es vegana hace más de veinte años. Me comentó que le costó dejar de comer carne porque a ella si le gustaba ese tipo de comidas, pero, que luc
Han pasado varios días. Mi trabajo me hace feliz. El ambiente laboral es estupendo. He logrado hacer varias ventas. Teniendo en cuenta que nunca había vendido antes es un gran logro. He sabido usar los programas computacionales sin ningún problema. Y Jane me ha felicitado en más de una ocasión por mi buen desempeño laboral.Cristian trata de arruinar mi felicidad. Ante mi negativa de dejar de trabajar se ha vuelto más violento verbalmente de lo acostumbrado. Se burla de mí y del trabajo que tengo. Dice que era lógico que yo trabajara de vendedora porque mis neuronas no me alcanzan para nada más. Donde lo ignoro comenta que le doy vergüenza y que no se separa de mí solo porque le gusto físicamente. Entre otras ofensas del mismo estilo.Yo ya no ceno con él. Como en mi habitación y a veces salimos con mis compañeras de trabajo a cenar a algún restaurante cercano a la escuela de danza. Trato de evitar estar cerca de mi cónyuge. Ya no soporto su toxicidad. Y si no fuera por el maldito con
Cuando estábamos con Jane tomándonos un café en una cafetería llegó Eduardo. Me molestó mucho la situación. Le había dicho en reiteradas ocasiones que debíamos permanecer alejados. No le bastaba enviarme todos los días mensajes y llamarme periódicamente. Ahora se presentaba sin más. Estaba siendo invasivo. No estaba respetando mis límites.Le pedí disculpas a mi nueva amiga por tener que dejarla sola para hablar con mi cuñado. Donde estaba molesta olvidé presentarlos. Jane noto mi enojo y me dijo si necesitaba ayuda. Le indiqué que no y que lamentaba mucho interrumpir nuestra conversación.Con Eduardo nos sentamos en una mesa alejada para que nadie escuchara nuestra conversación. Me rogó que volviera con él. Insistió en que me amaba y que cada día sin mí lo estaba volviendo loco. Le dije que lamentaba no poder corresponder a su amor. Añadí que ya no iba a volver a estar con él. Que esta era nuestra última conversación. Que yo daba por terminado lo nuestro y que esperaba que él se alej