SLOANE D’MARCO—Sí, actuar desde el punto legal a veces no es lo más seguro. También opino que un periodista nos hubiera hecho trizas, la investigación estaba muy completa y no hubiéramos tenido tiempo de defendernos… ¡lástima! A veces, para ganar, tienes que rebajarte a jugar al mismo nivel y ensuciarte las manos. Esa es la diferencia entre ustedes y yo, entre ustedes y Jerry y Carla, por eso siempre van a perder —contestó Jonathan levantando los hombros—. Y justo en este momento le están poniendo collar al único que ha sido capaz de ensuciarse las manos sin remordimiento. »Una vez que Derek se reintegre a la sociedad, tendrá que aprender a seguir las reglas. Que desperdicio que le hagan esto. —Su mirada se agudizó, así como su sonrisa—. ¿Ya se confesó contigo? ¿Ya dijo la «pequeña» travesura que hizo en el psiquiátrico?—¿Confesar qué? —pregunté con desconfianza y el corazón latiéndome en la garganta.—Lo que le hizo a tu padre… —contestó fingiendo sorpresa—. ¿No te dijo que lo mat
CRISTINE FERRERA—¡Sloane! —volví a gritar con todas mis fuerzas hasta que mis cuerdas bucales se desgarraron. Los policías alrededor veían con incomodidad, pero sin hacer nada. Uno de ellos se acercó con paso desganado. —¿Qué está pasando aquí? —preguntó casi en un susurro.—¡Es lo mismo que yo quisiera saber! ¡¿Qué está pasando?! ¡Se llevan a una mujer y ustedes no hacen nada! —grité furiosa con el corazón acelerado. —La mujer venía con el hombre… no hay ningún problema —respondió uno de los grandotes que no me dejaba pasar desde un principio—. Puede regresar a su puesto, oficial. —¿Así nada más? ¿No piensa investigar? ¿Quienes son estos, sus jefes? ¿Ahora resulta que los policías son tan fáciles de convencer? —Con cada pregunta me sentía más indignada.—Señora, no haga un escándalo por nada y mejor regrese de donde venía —refunfuñó el policía, torciendo los ojos como si fuera una exageración mi reacción. Eso solo me hizo enojar más de lo que ya estaba. Retrocedí sintiéndome fr
SLOANE D’MARCOSolté un quejido de dolor y lleno de desesperación. El dolor me paralizaba, no podía huir y no me sentía capaz de proteger a mis hijos. Comencé a llorar y mi labio inferior temblaba mientras mis ojos buscaban a alguien que me pudiera auxiliar, pero de pronto me sentí rodeada de enemigos. Cerré los ojos con todas mis fuerzas cuando escuché que el doctor me llevaría a la sala de partos. —¿Desea estar durante el nacimiento? —preguntó el doctor de manera gentil hacia Jonathan. —Nada me encantaría más —contestó él, tomando mi mano por la fuerza y dejando un beso en el dorso—. ¿No, mi amor?Los camilleros me llevaron presurosos por los pasillos y yo sabía que Jonathan nos seguía de cerca. Comencé a gimotear y suplicar, pero nadie me prestaba atención. Todo el equipo estaba listo para recibir a mis bebés y volteé en todas direcciones, buscando a Jonathan, temiendo que él estuviera listo para recibir a mis princesas y arrancármelas del corazón, hasta que una enorme mano tomó
SLOANE D’MARCOSentí un nudo en la garganta cuando entendí que era Derek quien sostenía mi mano. ¿Cómo había llegado? ¿Cómo se había enterado? Extendí mis brazos hacia él, suplicando que me estrechara, necesitaba que me dijera que todo estaría bien, que me protegiera, necesitaba esa paz que me brindaba cada vez que me envolvía. Sin dudarlo, pasó su brazo por mis hombros y de pronto eclipsó con su presencia todo a mi alrededor. Me aferré con ambas manos a su brazo y escondí mi rostro en su pecho, sintiendo que no había nada más que nosotros dos, incluso el dolor se volvió más tolerable y mi miedo desapareció por completo. Fue como si su amor me llenara de energía y determinación. —Lo harás bien… —susurró en mi oído—. Como siempre. Una nueva contracción me hizo retorcer de dolor y encajé mis uñas en su brazo, pero no hizo ningún quejido, ni siquiera su piel tembló. —Perdón… —murmuré agotada, con lágrimas en los ojos y a cambio recibí un tierno beso en la frente.—Mi precioso ángel,
DEREK MAGNANI—Llegaste justo a tiempo —dije mientras me quitaba el resto de la ropa quirúrgica y se la entregaba.—¡Vi a las bebés! —exclamó con ternura mientras ambos caminábamos detrás de las enfermeras—. Qué alivio que salieron igualitas a su mamá. Demos gracias al señor de que la genética de Sloane es más fuerte que la tuya. Sabía que Luca solo quería molestarme, pero en realidad yo también agradecía que mis princesas se parecieran a su mamá. Sloane para mí era… todo. Mi motivo incluso para vivir. La amaba con devoción, tal vez de manera obsesiva y enfermiza, pero no podía ver mi vida sin ella. Tanta era mi adoración que podría, literalmente, abrir mis costillas y arrancarme el corazón si me lo pidiera. El hecho de que mis hijos se parecieran a ella era un gusto que la vida me daba y estaba de acuerdo con Luca, qué bueno que su genética había dominado. Nos plantamos del otro lado del cristal que dividía el pasillo de los cuneros. Las niñas habían resentido el cambio de brazos,
ELIOT MAGNANI—¿Qué pasa? —preguntó Cristine fingiendo sorpresa, pero sus ojos llamearon con intensidad, incluso temí por la seguridad del policía—. Es mi auto y puedo hacer lo que yo quiera con él. —¿Su auto? ¿Tiene como comprobarlo? —preguntó el hombre con cautela, pero eso solo hizo enfurecer a Cristine de esa manera fría que incluso a mí me dejó impactado. —¡Qué curioso que lo pregunte! —dijo con una gran sonrisa antes de acercarse al borde con intenciones de bajar. De inmediato me acerqué para ayudarla, tomándola en mis brazos como mi hermosa princesa guerrera que tanto me fascinaba. Sin apartar la mirada del oficial, se acercó cautelosa, dejando que la barra de metal arrastrara por el piso. Si planeaba golpear al uniformado, yo la apoyaría. Me sentía tan atraído y fascinado por esa actitud de felina cazadora.—Hace rato dejaron entrar a un hombre con mi hermana, una pelirroja parturienta encantadora, el tipo dijo ser su esposo y ninguno le preguntó si podía comprobarlo. ¡Le v
ELIOT MAGNANI—Bingo… —dijo Cristine levantando la mirada hacia mí—. Aquí está lo que necesitamos para hacer que supliquen, pero no será suficiente para que les tenga piedad. ¡Quiero que nos dejen en paz, quiero a Donna de regreso y quiero futuros años de calma en nuestra familia y haré lo necesario para lograrlo!Tomé una de las bitácoras con cautela y me quedé sin palabras. Había regresado todo a nosotros, era como haber metido una moneda con cordón a la máquina de sodas, tenías la soda y sin perder la moneda. —Luca no mentía —susurró Derek trotando hacia nosotros viendo el auto con sorpresa—, en verdad Cristine se volvió loca. —No me volví loca… ¡Estoy harta! —respondió Cristine dándole vuelta al auto y rompiendo el único vidrio que aún quedaba intacto—. Siempre creí que, de tener poder, no me gustaría usarlo para lastimar. Creí que… la mejor forma de resolver las cosas era por la vía legal, esperar que la justicia arregle todo y que la verdad caiga por su propio peso. »¿No dice
ELIOT MAGNANI—Hay que hacer algo… —susurró Derek desesperado—. La va a lastimar. —Aún no… —respondí en voz baja sin apartar mi mirada. —Pero… —Derek intentaba avanzar contra mi voluntad.—Conozco tan bien a Cristine como tú conoces a Sloane, créeme… no es momento, espera… —contesté sin apartar la mirada del espectáculo. —¡Responde!, o ¿qué? ¿Vas a llorar? —se mofó Jonathan por última vez en el día. Cristine se había quitado el tacón de manera sutil y lo sostenía de la punta. Cuando Jonathan estuvo suficientemente cerca, ella lo golpeó con tanta fuerza que él retrocedió y cayó de espaldas entre quejidos y lamentos. Tenía un buen boquete en la mejilla, producto del tacón de aguja de Cristine que había perforado su carne. —¡Ay, ¿vas a llorar?! —exclamó ella con tono burlón antes de volver a ponerse el zapato y recuperar su barra de metal—. ¡Suplica, perra! ¡Pídeme perdón por sacarme de mis cabales! Cristine levantó la barra y la dejó caer con furia, pero esta se encontró con el pis